miércoles, 19 de octubre de 2011

Higuera que renace, fuego que me hizo (Poema en Audio)

Para ir abriendo boca a Los parasoles de Afrodita para cuando lo tenga terminado de subir en su blog, el poema con el que se inicia, relacionándolo con la fotografía que ayer hice y publiqué en el otro (AQUÍ).
El audio. Lo cierto es que desde que lo terminé pienso en que me gustaría poder grabar todos sus poemas en audio, pero lo estimo empresa tan inmensa y difícil,  que no creo que sea capaz de llevarla a cabo. Tal vez, una vez que ya esté todo en el blog, poco a poco,  consiga ir llevándola a cabo.



Higuera que renace, fuego que me hizo

Higuera, amor, verde higuera soy,
flores son mis frutos,
sólo flores puedo darte,
sólo frutos dulces flores,
sólo dos, sólo
fruto y flor maná.
Fruto
y flor de ti, manjar
de luz.
Y sombra y perfume para tu aliento mis hojas.
Estas manos te acarician la boca con flor
de Abril, Junio y Agosto,
estío extenso
para extenuar tu sed, avivar tu fuego
de larga vida. Vida.

Higuera, higuera soy,
yegua libre en mi propia Cerca
me entrego toda en dos,
siempre, dos cosechas.

Ubérrima en higo y breva,
perfumo con sombra y verde
florecidos bajo el fuego.
Sin espera, siempreviva, verdeazul,
por fin colmada
palabra,
de amor.

Si hundo mis raíces en la tierra, ¿qué me queda?
Almanaque de hojas verdes
en el azul de borde amar.
Playa lenta, playa ancha,
tiempo anhelo, higuera verde agua
jugando a estampar arena contra las olas
bravas.
Tan lujuriosas, tan ávidas
de nombre.

Para mis ramas grandes, tu deseo,
mar de fondo, mar de hulla, mar negra mía,
mar de alma blandiendo espada
viento tan liviano,
y blanco,
vendaval de paz en la entraña sin la tierra.
Y sin raíces.

Ya no hay vida, ya sí sol
allá-aquí, lamento
ya sin eco,
sin células espejo,
ya sin las blancas hojas de los blancos árboles.
Como in albi, como en blanco.

Higuera soy.
Higuera con des-mayo
en el mar me deshago
en esta blanca noche, blanca.
Y verde.

Sofía Serra ("Los parasoles de Afrodita")

martes, 18 de octubre de 2011

La zorra

(Correcciones Nueva Biología)


La zorra


¡Chau, chau!


Me desubiqué de los sitiales
tan falsos como la juventud
precipitada en regueros de falta de aliento.
Yo quisiera saber desde dónde vuelven,
que vuelven y de vuelta están,
sin haber saboreado la tierra.
La tierra se mastica,
nutricia acumula
plenas y ganadas,
idas y vendidas sobre la piel de frío caucho
que ennoblece al gallinero
que abre su boca a la zorra.
Raposa, pobre y dueña raposa
de su prole, de su boca,
pobre y vida y discurso
de tantos soles,
tantas vías luces,
tanta inercia traída
al canto de la moneda
cuando se lanza al aire.
La zorra la sigue con sus tremendos
ojos pardos confundiendo
su destello con el del sol naciente.
Y medra con su aullido,
y me despierta, quiere despertarme:
Tú estabas aquí antes que yo,
me susurra,
canta por mi boca
con mis uvas y tu ira.


Ahora,
alguien que no entona.
Ahora,
alguien que abandona.

Sofía Serra

lunes, 17 de octubre de 2011

Árbol solo

árbol solo


Hubo un lugar
sometido
a mis piernas. (¿?)
tranquilamente dormito
en la espera del cuento inacabado.
solicitud y bienes acarician
mis hojas verdes, y yo, riendo,
entre los pájaros admiro mi floresta.
Tantas verdes hojas
y olor a madera,
tanta humedad
sobre el rocío con mi savia
como apacible compañera
de toda mi vida
suya ayudándome al sorteo
de los precipicios
de los juicios del leñador
y las tempestades abusivas
del mal previsto por la atmósfera,
las heladas y las hormigas
y los hábiles podadores,
y ni el amor me acuchilla
tatuando todos sus nombres
de verde puesto en vilo al filo
hasta el punto caído desde el nido
que cobijé cantando sobre el abismo
cuando el sol se me derramaba
en cada brazo, cada lentisco leñoso
o cada cruz y frío cuando
duermo silencios de desdén
o refresco de infantiles sinsabores y balanceos…
no hay penas, no hay penas
sólo de sola juventud
algo herida por el círculo
secante de la entrepierna enterrada.


Mas en este invierno
los rizomas ya adquieren
de nieve su secreto y mi savia
se concentra en los bajos
más bajos de mi canto.


se fueron hacia el otro lado
mientras yo concluyo
el Misterio sobre la tierra.


(Sofía Serra)

domingo, 16 de octubre de 2011

Equinoccio de otoño

Este poema tiene su tautargia (fotografía) aquí.

Lo escribí justo antes del que dediqué a Batania éste,  y también antes inmediatamente  de éste "Al héroe",  que también escribí pensando en él, y justo antes de que Batania me contestara en este mismo blog. Los tres he decidido que conformen  una pequeña trilogía de poemas dedicados a él. Este que publico hoy lo escribí pensando en lo afortunados que somos al poder contemplar la realidad con dos ojos.  Es la triangulación, dos focos y un objeto de mirada, lo que nos permite situar correctamente los elementos de nuestra realidad externa.  Daría igual que la justicia no fuera ciega, porque si mirara con sus dos ojos al objeto de juicio que se le presenta podría triangular y por lo tanto en vez de emitir "fallo", emitir "acierto". 

Lo  curioso es que al día siguiente de escribirlo (sin llegar a subirlo),  Batania  subió a su blog de Neorrabioso, o al menos leí yo ese día, esto otro escrito por él. Este texto en prosa, pero recomiendo vivamente su lectura.

Unos hablamos de paraísos imperdibles y otros de infiernos más tiernos:  nombramos lo mismo sino que con diferentes metáforas, tan sólo eso.


Equinoccio de otoño


porque ya no sé si camino
por el mar o por la yerba
(2004).


en el cuadrado perfecto
tú y yo
dos habitantes somos
y un comunicando
en la esfera
constructora del nosotros,
nosotros.
la esfera habla
en triangulación
perfecta medida
para tu mirada.


me desprendo del solsticio
de tu encuentro hasta soslayarme
en el equinoccio
de tu triángulo y el mío.
Juntos el talle perfecto
del diábolo que baila
al son del calor del invierno,
o del infierno.


Sofía Serra

jueves, 13 de octubre de 2011

Avecrem

Avecrem


reía
solicitando venias y contras,
tan desdichado soñó
con su silueta agujereada
por las balas de sus luces.
Conminó, a quién sino a mí, y yo le seguí,
pervirtió el azar denostando
el lúbrico frenesí de toda carcajada caliente,
ingrávida y entrañada.


Esta indulgente y lamentable agonía
me permite despojarme
de toda suerte reglada de avatares o
absurdas decisiones en la cúspide del hombre
del maltrato y su nomenclátor soliviantando al eco,
a los desdichos de la alambrada,
a la somatización y la química
gruesa de las golondrinas
que ya se fueron gobernadas por otros afanes,
los necesarios,
las penitencias plenarias,
las hábiles transformaciones de las plumas
en vasallaje alado químicamente obtenido
en las vasijas de barro de las aguas, de las piernas
sin muletas, clavellinas entramadas
coronando ciertas testas,
… tantas testas…
… tantas tetas altas,
tanta pechuga alzada,
tanta ave a la cazuela,
y, por el contrario,
tanto pollo indultado en el gallinero.


Seré gallina sólo hasta que amanezca.
Entonces, despertaré el aire
con mi eco regurgitante.
La salvedad penetrará en cada oído
blanco y pudiera ser que en este día
yo ya muera.


(Sofía Serra)
 
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