jueves, 21 de abril de 2011

La oración de Afrodita

Aria de Afrodita 

No hay nada que hacer y queda todo.
La paloma necesita cielo y nido,
nolo y vuelo.
Vuelan mareas y perdices por el suelo.
Y tu sostenerlo con las cuatro manos que no posees,
¿Acaso das más sol si las escondes bajo las axilas?
ya tendré que permitir
palabras olas que salgan solas por la boca de la exclusa.
Qué hermosas suenan rascadas sobre el papel,
que ya se muere, ¡a dios gracias, ya se muere!
Ni el combatiente herido se levanta.
Ya todo muere en el sí,
quieto, yerto, frío y difunto sí nevando
en la nariz del soldado muerto bocarriba:
casco roto, cerveza sangre, joya viva ya sin sé yo o soy tú.
Nolo.
Lo no.
Lo NO debe ser, tal vez, el completo equipo de campaña
para perdernos ya sobre este campo limpio
que ¡qué bien se surca!...
Ya las cruces de mayo levantan su bandera
anunciando flores sobre las tumbas
del niño sol y la diosa milagro:
Transitaré por mí hasta encontrarte,
porque yo, ya,
me retuerzo como perra rabiosa y acorralada
-por los ojos inyectados en sangre- de tanto dolor,
tanta proclama sobre el orbe,
tanto inútil comunicando,
tanta artillería en batallas totales,
tanto somos, tanto no vales,
tanto tú, tanto tú, tacto tú para la muerte,
el noli me tangere
cuando la otra boca tañe.


Me quedo con lo que me has vestido,
con los harapos que me descubren.
Déjame amarte así como la yerba nace
sin medida ni conquista ni juicio previo.
Déjame amarte a todas luces en tu tierra abierta,
sembrando a destajo en tu cuerpo
tactos de amor, margaritas comprometidas
con tu perfil de guerra encendida contra ti
las miserias y esos fueros que fueran de otros.
Estos versos son mis manos y tus miembros.
No te hechizaré.
Ellos degustarán el sabor de esta guerra.


Sólo tú deseo para estos caminos transitados
bajo la secuoya, el vértigo y la espina,
sólo hablar mudamente,
sólo sostener tu aliento con mi boca
para que no te derritas como hielo.
Para que quedes
(que mi dulce sal
te embargue, te embarque
en el lirio a todas horas)
en este abril, en este amor de más,
en este sol tan repetido
como cada ola, cada regusto de ti,
cada saliva tragada por mor
de tu pureza, tu necedad, mi elocuencia
por amor a ti, Amor, que me haces en todo tiempo.


Amor suelto que destilas
flores enrojecidas
de savia a cada llanto,
y a justas, y a voces, y a silencio,
y a verdes que te arrullan como yo
te profano, te entierro
bajo las yemas de mis dedos,
te utilizo y te prendo
en mi labio, en mi muslo, en mi cuello,
déjame construirte
desde mi pecho, mi nalga, mi asiento,
déjame ser suelta de ti,
bando de palomas alzando el vuelo
sobre tu ombligo y tu sien,
que yo, amor soy, Amor, amor tuyo ,
Amor desde ti y desde yo,
que paseé sobre la espuma,
que viví en tu contenido cumpliendo mar,
amando verbos, amando escalas, amando tuyos…
Yo, que recién nacida a la belleza de ser.
Yo, que jamás te presenté batalla.
Yo, que viví para engrandecerte,
para colmar vacíos de otras llagas,
para que desde ti te amaran y soberbia
llaga que ya me abandonas,
llaga que ya me luce en esta bóveda cristalina alma,
ya te trasparentas solícita, niño sol, qué me preguntas, Tú,
¿cómo voy a explicarte sobre la muerte
si eres todo vida,
vida, mi vida, vida,
mi suerte blanca o negra, pecho abierto no querías?
Patio extendido y el comunicando,
temblores de vivo manjar entre las piedras,
eso soy: amor, puro amor lleno derramándose
de ti.


Ay, si las parcas y estepas te hubieran conocido...
Ay, ay, ay...
Ay, Amor de mí, qué distinta sería la Tierra ahora.
Ay, Amor, ¡ay!, renace cuando yo muera,
que yo ya te conozco, Amor, que yo tu brava soldado soy...
Ay, si nieve… pues que venga.

Sofía Serra, 2010

miércoles, 20 de abril de 2011

La cristalina sombra blanca

Ante la sensación de derrota, nuevos derroteros.
 Se recuperan antiguos caminos
hoy de nuevo
Nuevos.

La cristalina sombra blanca

No te escindí
y una luciérnaga boca pasea
por el lúcido hilo.
Quieta emprende
quimeras
que
queman
y pueblan el filo
de la navaja.

La rosa y un poso claro.
Una benignidad con aroma de vino
madre. Vienen y van derrotas
aplastadas por el hilo
de la cristalina sombra blanca.
Ella no claudica.

Sofía Serra. Abril, 2011

lunes, 18 de abril de 2011

Noche clara rosa

(Continuando con correcciones de Los parasoles de Afrodita)

Noche rosa clara

Sobre las curvas del deseo
se engullen, abisales, las flamas
ardientemente festivas, plácidamente seductoras,
avenidas sobre la huída
que el ciervo practica hacia delante, siempre hacia adelante.
Abierta y compuesta, esta flor sigue tragando
silencio en la madrugada de los cultivos.
Podríamos intentar adecentarlo,
desnudarlo con la muda hoja del recuerdo
ahora que lloran las piedras y las lilas conforman futuro
en blanco sobre el otoño, primavera con que miremos desde el sur.
Toda la negritud y el paisaje desprendido para esta mirada en vena,
chutes de infartos para seguir en muerte viva.
¿Quién da más?
Se cerraron las apuestas,
alba del agua abierta ya olvida
nada río corriente abajo
estalla en la roca deshecha:
Necesito poder de dar
-¿alguien se avecina para recibir?-
y no observo más que flores eyaculadas desde el silencio.
… Hace tiempo que levanté otras losas.


Hablando del calor o del verso,
¿hasta cuándo beberemos de abandonarlos?


Alborea la noche sagrada de la sombra:
Los pétalos de la rosa roja
pujan por abrirse a flor de aire.
Himen de descerrajo en la piel,
clausura sobre verdes aguzados
siniestros ocupas de la vida viva,
¡despertad, que ya sale el sol!
avivad vuestro paso,
desmembrad esta salva liviana y tenue,
salid corriendo, sonrisas de manos sujetando
el muro del futuro venido a menos.
Que se acerca, que se acerca,
que se aviene el andarín virginal
sobre su nube de polvo rosa
hacia este hueco de presente.
Quebrad mis cárcavas, romped mis manifiestos,
someted la llana meseta al peso del aire.
Cantad, aunque no sepáis hacerlo,
pervertid este lago, que no quepan
los cisnes de cantos de muertos.
Estremeced vuestras entrañas,
que no quede más que desgajo
de pétalos sobre el asfalto….Tan bellos, tan sin ellas...
Llorad lágrimas de mis ojos
hasta el regazo de la carne madre.
La de a salvo.


Sangrante y roja y lluvia y pura.
Sangrante y pura, ya te entiendo.
Y acaricio y duermo y ya llueves
en el sentido de la llama
que ilumina los vientos breves
de esta noche clara. Y rosa.

Sofía Serra, 2010

jueves, 14 de abril de 2011

Lamento del despoesido

Ahora mismo me ha llegado la sensación de que lo he subido ya, pero hasta esta mañana no ha encajado del todo. Sin saber cómo ha llegado el final de uno o dos poemarios con los que llevo desde Agosto. Por fin se ha cerrado, y digo por fin porque ha sido un ciclo poético muy agrio-semiamargo-agrio-semidulce- me recuerda al sabor del astenolit, esas ampollas que me daba mi madre cuando niña y que tan malísimas estaban: no sabían amargas, ni dulces, ni podía decirse que no estuvieran amargas. Tampoco dulces. Al menos a mi paladar le resultaban muy chocante su sabor, simplemente desagradable, la medicina más desagradable que he probado en mi vida. 
Con un sabor así he estado construyendo éste que con este poema, escrito en febrero, se cierra.
Aún no sé si son dos poemarios o uno sólo. Empezó titulándose Nueva Biología y siguió con El muriente. Ya se verá cuando lo arme del todo.
Hoy sí ha concluido. Me siento feliz por haberlo podido escribir.

Lamento del despoesido

He tenido delante a la pelirroja espera.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuánta pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin garganta
fue.
La barbarie tatúa
las fibras oleosas de mis antebrazos,
                 loctite entre mis párpados meninges
                                   sin hipocampo,
ni bola de cristal


para adivinar aunque
solo
fuera,
que el sol que me devuelve
inundaba el estío
porque entre mis manos sostuve
la imperfecta rosa roja.


Este alarido que deposito en el aire
acerca el terco objetivo
a mi frente.
Yo no puedo verme: beber
del deleite le fue dado
a mi boca seca y hueca.
Cueva cavó la osa
pero mi agujero negro me extinguió
rebosando por la espesa parquedad de estas células,
fotovoltaicas con que sólo hubiera corrido
                                                   el pestillo:
abrir los verticales miembros
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.


Se me despeinan las codos
se me esfuma el bajo vientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo a lomos de esta espalda
de hoy que doblo
que vierto hoy
con fauces lágrimas
con las que me engullo.

Sofía Serra, Febrero 2011

(Edito: pues no, lo he buscado y no lo había subido, :), mejor)

miércoles, 13 de abril de 2011

Conjuro contra la bestia (re)

Conjuro contra la bestia

Brama la casa por no poder hacer más
 que esperar que la abran.
Llena, blanca, alma,
clara la puerta.
Se quedaron los poemas vacíos de palabras.
Margen,
marea hoyada,
pulso detenido
en su pálido orgasmo de piel venida
a menos de silencio por amor dicen
mirada de pestillo
sin aviso de urgencia
a tu soplo.
Avarientos atavíos tapizan sus belfos
sordina,
corneta costeada,
clarín festejado,
retrato de La Locura disfrazada de simpleza.


Tengo que abaratar al Amor para que en todas partes quepa:
Ese tan humilde venero que favorece la vida.
Ese que surge sin miedo y sin deterioro de la tierra,
ese que lozano y sabio se diluye
hasta hoja, tus ojos
labios exudados,
las endrinas en tu estómago…


Definitivamente lo han enterrado con usura.
Las baldosas se multiplican,
la geometría ocupa lugar en la memoria.
Ni el lugar inventado, ni el espasmo,
ni el giro del cuello hacia el omóplato:
Gurú de la mala muerte,
del orden de lo ajeno,
funcionaria del miedo y la destreza,
qué bien sabes convivir con aquello que paraliza.
Francotiradora con diana inmóvil,
mercader del aire,
¿cómo haría para silenciar
tu fratricida proclama?


La bestia... la bestia que por tu boca se alimenta.

Sofía Serra. 2010
 
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