La lógica del siete
Tú no me rechaces, me dices tras seis llamadas que no he querido atender. Yo rechazo cualquier asomo de descortesía y falta de educación, la confusión de la sinceridad con lo zafio. Tú no diferencias, te falta vista para distinguir el matiz. La forma en el decir.
Dar para obtener ha sido siempre tu negocio. Pero no el mío. Has conseguido un rédito: cariño, compañía, conocimiento. Todo lo que necesitabas con desesperación. De nada te han servido. Ahora ya puedo rechazarte.
Y engañarte a la séptima. Lo lógico.
miércoles, 4 de diciembre de 2013
Soltando lastre II
Soltando lastre II
Lo ilógico I
Lo ilógico II
Lo ilógico I
La niña no es torpe, por más que algunos hayan encontrado en esa expresión la justificación para todas las meteduras de pata que ha cometido en su vida. La niña no es torpe. Es lista para otras acciones: sabe recordar donde su madre guarda el cuaderno azul el mismo día de su muerte. Después se va a la calle con la zafiedad como compañía. La niña no es torpe, solo le faltan dos, o tres, niveles de neuronas en su corazón. La niña tiene un problema de enamoramiento mal resuelto y una absoluta falta de respeto por sus mayores. La niña quiere independencia a la casi vejez, ella, que trabaja solo con personas dependientes. La niña no es capaz de observar que su madre se muere, así que la hace enfrentarse al posible abandono en vida. La niña no es torpe, la niña es una mujer acostumbrada a cobrar por cuidar a mayores. No necesita corazón, o le queda muy poco de él. Ese poco que da vida y alas al egoísmo y a la cerrilidad. A lo dañino. A lo ilógico.
Lo ilógico II
La mujer no es torpe. Sólo se mete en camisa de once varas, y claro, se le queda grande. Las mangas se le relían alrededor del cuerpo, no consigue sacar las manos por la abertura de los puños, y así se ve, atada de manos y casi de pies. Pero según todos los indicios la culpa la tiene la modista que hizo la camisa. Claro, que a la mujer no se le ha ocurrido pensar que antes de comprar la camisa debería haber mirado la talla. Ahora nada encaja. Lo pertinente, lo consecuente, lo lógico. Pero la culpa, según la editora, sigue siendo del taller de confección.
La nulidad en el silogismo. La falta de previsión. Pero la editora no es torpe, no, no lo es. Solo se compró una camisa bastante mas grande que su diminuto cuerpo. Lo ilógico.
Mi primer poema (Soltando lastre I)
Mi primer poema
Me parecía exactamente tan bonita como las únicas flores del campo que yo identificaba a mis tres años: una margarita. Un brillante sobre la tierra, un botón florido como lo de los vestidos de las muñecas, una joya como las del cofrecito de plástico donde guardaba los abalorios de niña. Una margarita morena y viva con pétalos rizados como su pelo, una caracola del mar entre el pulcro de la sabanita del capazo. Llegó mi madre del hospital, la vi, y no pude reprimirme al contemplarla extasiada ante la belleza: "¡Margarita, que se llame Margarita como las flores del campo!" Y así, recité mi primer poema.
Hoy ya lo concluyo. La suelto y que se las apañe sobre esa orilla. Ya no es asunto mío. Hay que dejar volar a los poemas. Y sobre todo no consentir en que marquen la vida de la propia autora.
Una cosa es la vida y otra la poesía, tal como le decía a mi madre en esa dedicatoria que ya no recordaba. Nunca recuerdo mis propios aciertos.
martes, 3 de diciembre de 2013
toda tu noche
toda tu noche
vívida luz que no me asombra
y sol y espejo de dicha
a las tres de la mañana te llamo
en mi oído, plácida
te umbro para que no te disuelvas,
pensamiento cálido
de ti y mi sonrisa
acaricia la almohada
con la mejilla de tú,
tan tierno y seguro y cándido
pensamiento mío en ti.
densa y menudamente
la noche paraliza lo más bello,
lo detiene y lo deposita
en mis brazos, lo llevo
a mi pecho y no se pierde.
ahora dormirás seguro
y cansado como un pequeño
hombre que duerme todos
sus pesares y descansa
en la noche toda
que yo velo
para hacerla día
con su alegría toda
despiertas y todo
te vea más claro
como el aire limpio
y el fresco de la mañana
mira tus ojos ambos
como pozo de estrellas
todas.
vívida luz que no me asombra
y sol y espejo de dicha
a las tres de la mañana te llamo
en mi oído, plácida
te umbro para que no te disuelvas,
pensamiento cálido
de ti y mi sonrisa
acaricia la almohada
con la mejilla de tú,
tan tierno y seguro y cándido
pensamiento mío en ti.
densa y menudamente
la noche paraliza lo más bello,
lo detiene y lo deposita
en mis brazos, lo llevo
a mi pecho y no se pierde.
ahora dormirás seguro
y cansado como un pequeño
hombre que duerme todos
sus pesares y descansa
en la noche toda
que yo velo
para hacerla día
con su alegría toda
despiertas y todo
te vea más claro
como el aire limpio
y el fresco de la mañana
mira tus ojos ambos
como pozo de estrellas
todas.
lunes, 2 de diciembre de 2013
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