A un no amante del jazz
De pequeño, mi hijo quería ser tallerista,
así nombraba a los mecánicos de automóviles.
El jazz les pasa f(r)actura de cerebro
por las mientes de lo a-cordado
en el engranaje de las emociones.
Tus piezas, no hay mecánico
que las reponga y, menos aún,
tallerista que las petrolee.
Diesel herbicida de esa pradera
ozziosa. Los verdes corazones
se alimentan con neutrales
visitaciones como la tan bella
como dios se nutre
de agua generando
estaciones de servicio.
Esta amazonía semioculta transita
bullendo vida, agua y verde espanto:
estoy muy cansada,
tanto como la suerte
cansada de tanto
tocarlo y casarlo.
Me detengo a resituarlo
en el arcén de mi alivio.
miren, mejor, lean,
ahora mismo,
HOY POR HOY,
no creo SER
en la poesía,
en todo esto
que se supone
las palabras hacen.
qué me importa
a mí un verso
más o menos
si a nada huelen.
Ni siquiera a gasoil.
(Sofía Serra. De Suroeste)
sábado, 26 de enero de 2013
viernes, 25 de enero de 2013
La escafandra fluvial
La escafandra fluvial
Aminoácidos sutiles
y algún esclerótico seno,
el paisaje de tu ensenada
barrosa. Volverán los lirios
a florecer pesados y rumbosos
como la ternura y tantos besos
laminados en la superficie de las aguas.
el estuario juega
al pan repartido
entre todas las bocas abiertas.
No entran moscas en el lecho
del río correspondiente.
En esta confidencia me balanceo
sobre la vida del revés,
como el calcetín de la abuela
dormida justo al final de sus afanes.
No temas, reina mía. Los pelícanos
aún planean la tierra, auguran
candados abiertos a las nubes
con su boca grande de alquiler de sombras,
una boca tan estrafalariamente grande.
Y a voces
se fundieron las otras
en un sol-o torneado
por la arrogante escuela.
Sobre tu mullida longitud de pernera invisible,
los cabezos amarillos posan semidesiertos
y alojados cada uno en el hombro
del siguiente anticipando
la espina dorsal del mar.
Un aire llamativo me sabe a quieto oleaje
trepanado por tus miembros:
quisiera yo, a veces,
zambullirme indiscreta y transparente
en tu entrepierna de agua,
la juventud de tus efluvios enloquecidos,
la senectud de tu estrambótico deseo,
la pleamar de tu combatiente
calma y el mar caliente
que te espera.
Sofía Serra (De Suroeste)
Aminoácidos sutiles
y algún esclerótico seno,
el paisaje de tu ensenada
barrosa. Volverán los lirios
a florecer pesados y rumbosos
como la ternura y tantos besos
laminados en la superficie de las aguas.
el estuario juega
al pan repartido
entre todas las bocas abiertas.
No entran moscas en el lecho
del río correspondiente.
En esta confidencia me balanceo
sobre la vida del revés,
como el calcetín de la abuela
dormida justo al final de sus afanes.
No temas, reina mía. Los pelícanos
aún planean la tierra, auguran
candados abiertos a las nubes
con su boca grande de alquiler de sombras,
una boca tan estrafalariamente grande.
Y a voces
se fundieron las otras
en un sol-o torneado
por la arrogante escuela.
Sobre tu mullida longitud de pernera invisible,
los cabezos amarillos posan semidesiertos
y alojados cada uno en el hombro
del siguiente anticipando
la espina dorsal del mar.
Un aire llamativo me sabe a quieto oleaje
trepanado por tus miembros:
quisiera yo, a veces,
zambullirme indiscreta y transparente
en tu entrepierna de agua,
la juventud de tus efluvios enloquecidos,
la senectud de tu estrambótico deseo,
la pleamar de tu combatiente
calma y el mar caliente
que te espera.
Sofía Serra (De Suroeste)
jueves, 24 de enero de 2013
La diletante (de viaje visitando monumentos)
La diletante (de viaje visitando monumentos)
En este simulacro exilio
me permite el lienzo
reconocer mis pasos.
Hasta en los canales crece
para recordarme de donde vengo,
nunca hacia donde vamos.
En esta sutil agonía
que es la vida venero
tus tristes luces de hojaldre
que se hunde. Tan pesada la carga
que soportan tus láminas, tus
mil palacios de carne, tu
luz de los esperados
puentes beben de mi aire
maternal y el afrodisíaco
perfume de su celo
de hembra, mar de tu alumbre
y de mi ausencia sobre ti.
Colmo leones como
blando espada
blanda contra
las dulces venencias
de las gotas de agua
sobre la yerba,
el monumental —se erige
todos los días— nutriente
que la naturaleza nos favorece.
El verde es su color.
También el de la vida,
que es viaje.
Sofía Serra (De La clave está en los árboles)
En este simulacro exilio
me permite el lienzo
reconocer mis pasos.
Hasta en los canales crece
para recordarme de donde vengo,
nunca hacia donde vamos.
En esta sutil agonía
que es la vida venero
tus tristes luces de hojaldre
que se hunde. Tan pesada la carga
que soportan tus láminas, tus
mil palacios de carne, tu
luz de los esperados
puentes beben de mi aire
maternal y el afrodisíaco
perfume de su celo
de hembra, mar de tu alumbre
y de mi ausencia sobre ti.
Colmo leones como
blando espada
blanda contra
las dulces venencias
de las gotas de agua
sobre la yerba,
el monumental —se erige
todos los días— nutriente
que la naturaleza nos favorece.
El verde es su color.
También el de la vida,
que es viaje.
Sofía Serra (De La clave está en los árboles)
miércoles, 23 de enero de 2013
Poema de San Juan de la Cruz
Coplas del mismo hechas sobre un éxtasis de harta contemplación
Entréme donde no supe,
y quedéme no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Yo no supe dónde entraba,
pero cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
De paz y de piedad
era la sciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida(vía recta);
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda sciencia transcendiendo.
Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo,
toda sciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero,
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero,
mucho baxo le paresce;
y su sciencia tanto cresce,
que se queda no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía;
por eso quien lo sabía
queda siempre no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste summo saber,
que no hay facultad ni sciencia
que le puedan emprender;
quien se supiere vencer,
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.
Y si lo queréis oír,
consiste esta suma sciencia
en un subido sentir
de la divinal Esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda sciencia trascendiendo.
(San Juan de la Cruz)
Entréme donde no supe,
y quedéme no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Yo no supe dónde entraba,
pero cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
De paz y de piedad
era la sciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida(vía recta);
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda sciencia transcendiendo.
Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo,
toda sciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero,
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero,
mucho baxo le paresce;
y su sciencia tanto cresce,
que se queda no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía;
por eso quien lo sabía
queda siempre no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste summo saber,
que no hay facultad ni sciencia
que le puedan emprender;
quien se supiere vencer,
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.
Y si lo queréis oír,
consiste esta suma sciencia
en un subido sentir
de la divinal Esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda sciencia trascendiendo.
(San Juan de la Cruz)
La otra cara de Sagesse
(un poema que en su momento no llegué a subir al blog del poemario del que forma parte y hoy rescato para colocarlo allá, en Nueva Biología)
La otra cara de Sagesse
Ahora que lo pienso, conscientemente,
creo que es verdad, rara soy.
Debo ser extraña.
Nunca me propuse futuro asible,
ya saben, certero, por mí posible,
lo que necesitara alguna maña
con conocimiento sobre el medio,
estrategias desarrollables
y demás ata-puercas que justamente guían
sobre la red de cuadrículas donde se juega.
Nunca me he planteado
qué quería ser,
pero hago senda siendo
lo que no sé soy
y lo que los demás creo
ven. Ven,
venid y decidme qué halláis
en estas palabras hiladas
en la rueca que hace girar
el motor de la lavadora,
que voy haciendo continuos,
lavados, no sé, coladas
de lava, seguro.
Si a donde llevan sugiere destino,
ni lo sé ni me importa:
El poema camina, yo lo sigo.
Hasta muerto el volcán
comunica con el núcleo.
No sé si la vida es
o hay que hacerla siendo
aun sin saber qué,
mas el único medio a salvo
del miedo es ella misma.
Creo, en fin, el poema es
ser haciendo
de vivir-Lo
que uno quiera
y siempre pueda
por escribir-Lo.
(Sofía Serra. De Nueva Biología)
La otra cara de Sagesse
Ahora que lo pienso, conscientemente,
creo que es verdad, rara soy.
Debo ser extraña.
Nunca me propuse futuro asible,
ya saben, certero, por mí posible,
lo que necesitara alguna maña
con conocimiento sobre el medio,
estrategias desarrollables
y demás ata-puercas que justamente guían
sobre la red de cuadrículas donde se juega.
Nunca me he planteado
qué quería ser,
pero hago senda siendo
lo que no sé soy
y lo que los demás creo
ven. Ven,
venid y decidme qué halláis
en estas palabras hiladas
en la rueca que hace girar
el motor de la lavadora,
que voy haciendo continuos,
lavados, no sé, coladas
de lava, seguro.
Si a donde llevan sugiere destino,
ni lo sé ni me importa:
El poema camina, yo lo sigo.
Hasta muerto el volcán
comunica con el núcleo.
No sé si la vida es
o hay que hacerla siendo
aun sin saber qué,
mas el único medio a salvo
del miedo es ella misma.
Creo, en fin, el poema es
ser haciendo
de vivir-Lo
que uno quiera
y siempre pueda
por escribir-Lo.
(Sofía Serra. De Nueva Biología)
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