sábado, 27 de diciembre de 2008

Prosperitas et felicitas

Curioso resulta que los vocablos más normalmente utilizados para expresar nuestros deseos para el año venidero deriven de formas en latín que, vistas desde la perspectiva del castellano actual, se asemejen a diminutivos en plural. Y no menos curioso resulta que sea precisamente este año (el año de la crísis, ya pasará a los anales hitóricos bajo esa nomenclatura) cuando me haya dado cuenta de ello.
De curiosidades y casualidades está la vida llena, sino es que se construye únicamente a través de ellas, dicen algunos. Díganme si no el añadido casi paranoico que nos puede suponer el hecho de, pensando en encontrar una fotografía entre mis archivos para poder aludir al nuevo año, y una vez olvidada esta intención, me decida a preparar una fotografía de una de nuestras perritas, y cuando leo el número del archivo que la nombra coincida éste justamente con el del año nuevo por venir: desc- 2009
Esta entrada en unrealand estaba "cantada", casi por sí misma, como si los dedos de la escriben fueran meros instrumentos de ella, la entrada.
Pues bien, felicitas y prosperitas para el nuevo año que llega para todos, así, en diminutivo latinizado, como si la encinita y la roquita, y la perrita que alumbran a la fotografía de mayor tamaño nos estuvieran diciendo que ya que habrá que apretarse el cinturón en él, para ajustarlo a nuestras cinturitas, se deberá uno fijar en las cosas pequeñitas para poder ser feliz.
Menos mal que algunos ya estamos acostumbrados a mirar con... Lupita ;) (nombre de la perrita)
Para los que no, es muy sencillo, esfuércense en aprender "latín", el que no lo sepa, y el que sí, en recordarlo.
¡salud!... y fuerza y honor, fratres!!....itas

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Torre albarrana, torre dorada



(Albarrana: voz del árabe que significa montés, silvestre)

Desde lo que fueron las murallas almohades de Sevilla, y más concretamente, justo desde la fortaleza, el palacio real, el castillo, al qsar, es decir, el Alcázar, se extendía un lienzo exento a ellas que desembocaba en las orillas del Guadalquivir, justo en los muelles del Arenal, cercano a las posteriores atarazanas (almacenes de un muelle) reales, hoy sede del Teatro de La Maestranza. En ese muro exento se hallaban bordadas (no se me ocurre otra palabra que pudiera semejarse más a sus presencias) cuatro bonitas torres, desde la primera con planta cuadrada (la labor más sencilla, más acorde con lo que en esencia debe ser una torre) hasta la última, la Torre del Oro, con planta dodecagonal.
Cuatro, ocho, diez (torre de la plata, envuelta hoy en día en el caserío sevillano) y doce, la de arriba.
Torre Albarrana, torre exenta a la fortaleza, torre faro, aviso, advertencia o guía de los navegantes. Torre de oro, torre que se sale, torre salvaje, torre del puerto de Sevilla.

Callejón con salida

La luz, siempre la luz, siempre hallándola y siempre aprovechando el frescor de sus sombras. Son el mismo elemento natural que el sevillano, ser humano, sabe aprovechar para su paso por la vida, cotidiana, histórica y hasta interior. Exteriores e interiores hábilmente conjugados como estancias comunes del devenir, sin que las circunstancias ineludibles nos impongan la erradicación de alguna de ellas, pues el conocimiento nos hace saber que una no es sin la otra y ambas resultan beneficiosas.
Un callejón de los que ya quedan pocos en Sevilla, si no el último, situado en la calle Bustos Tavera. No abre a ninguna calle contigua, sólo a viviendas, y eso sí, a la luz.
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.