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domingo, 19 de enero de 2014

La corriola del pozo

La corriola del pozo

¿qué papel el del amor?
el del amor es el de la fuerza,
solo tan sólo
por sí mismo
creado y creador
de todas las cosas
en verdad, en verdad
nos dice que hay que usarlo
para que nuestra vida se haga
indecible es decir
inefable.
O infabulada.
No dicha.
No matada
por tanto
sino viva.

El mal de los sargazos,
el mar de los abrazos,
la santa onomatopeya
que libera blancas
y medias arenas del revés
dispuestas con un sol,
el dado para el suelo,
con un dicho, el dado
para el muerto
de hambre de amor de
no somos nada más
que ese cuerpo de cal
tornasolada con todos
los colores del universo.

Y yo sin ti qué seré
si ni dios llega
a la doble entente
del aire y el fuego
que son la luz, la luz,
la tierra, nosotros
y el agua, el barro.

Con él fabrico los candiles
de carburo hidrogenado,
esos que espantan a los alacranes,
esos que todas las noches
enciendo con una gota de agua.

Siempre el agua,
siempre el amor
el que logra sacarla.

jueves, 16 de enero de 2014

Los cabezos amarillos

(Ahora sí, ya llegan, los anteriores poemas de este conjunto formarán parte de una especie de introito al "lugar". Dejo abajo un par de las múltiples fotografías que el año pasado fui haciendo conforme escribía este poemario. Y más que irán saliendo. Dos tarjetas llenas tengo. Las disparé el 27 de Diciembre de 2012.)

Los cabezos amarillos

De los rizomas aguados
al venerable panorama
de los iris sumergidos
como aflora el manantial
desde la tierra hunde
la llama vertical
del suelo de los cabezos,
las peinetas de la pleamar
azul, el blanco y el amarillo
solicitan un acebuche de sal
como las cañas verdes y dulces,
la arena de mi tierra y mi muralla.

Así fue aquel paisaje
donde me extendí ante tu vida,
o para tu vida.
Aún brotan
los siete colores terrenos,
la luz y el agua se encendieron a tu paso
para que yo recordase ahora.

Llega la lluvia a la playa
como llegaban desde el pueblo blanco
el cuaderno, los lápices, la bombona
de gas butano, los cuentos y sus regalos,
como si de las Indias vinieran,
y como india de tan morena
como la torre que me guardaba.
No tan roca.
No tan alta.
Sí tan rota.
Sí tan permanente-
mente en la orilla.


(los enlaces a las fotografías)
http://fotografia.sofiaserra.com/2013/04/aesculus.html
http://fotografia.sofiaserra.com/2012/12/los-cabezos-amarillos.html

miércoles, 15 de enero de 2014

El lugar

El lugar

evadir a la palabra de su gasto,
anclarla al nivel de las posibilidades.
somatizar verbalmente,
pensar con mis dedos en tus labios.


allí estoy, el verde y el gris
del asfalto es mi plano,
miro mis botas y pienso
en las encinas sobresalen agujas
intermedias hincos
de palo untados de almizcle
venden mi alegría
a todo el que llega
a mis manos dispuestas
a obedecer
el salto desde la valla
ya me subo a la piedra
madre oteo
qué será de mí
sino en ese templado horizonte.
lomas azules sueñan juntas
con mi recreo,
el descanso de un alma
al llegar al humilladero
de la desdicha.

pensativa inútil la paloma
me mira aunque yo no la divise.

es que no ha nacido
para la palabra sino
para unirse
a tu pecho
con el mío.

martes, 7 de enero de 2014

Entereza

Entereza

A medias
no me sueltes
porque estoy
muriendo como
si a mi muerte le importara
que tú o cualquier otro
me sujetase.
El bar, la media copa media
tu postura a medias sentada
sobre medias piernas
tuyas, o sea, tus muslos
tan oferentes como tu boca
entreabierta a la ventana o yo
y la copa de agua
que medio sostenías
con tu alma no me sueltes,
repetía
el espejo sobre la barra
reflejándote corrí
escaleras abajo
hacia el infierno:
la calle tan estrecha
era el mundo sin ti,
las fuentes y las luces,
la noche, la doméstica
poesía de la memoria
de nosotros siempre
a medias.

el amor es entero
porque significa
y dignifica sin nada
que lo medie.

domingo, 5 de enero de 2014

Así comienza "Los cabezos amarillos"


Escribir poesía es intentar que no se desgaste el lenguaje que usamos.
Leerla, un imposible.
Renovar la palabra depende como mínimo de dos.


Aflorar I

callo porque huelo
el hueco para olvidar.

bastando dar se reciben
puñados primeros
pétalos y guardas
de una mujer
joven.
Yo salgo si
tú me besas o me hundo
más bebida tu fragancia
de generosas emanaciones.
Huele a flor y nata
de misterio
bajo tus párpados.

se me escapa la palabra
por los circuitos fluviales
de mi denso estero,
que también ya huele.
A regaliz.

todo es silencio en este mundo
lleno, tan lleno.
La paz y la última palabra
someten su aleteo universal
a tu ademán de reyes,
munífico ente
diurno y taciturno
hoy, mañana
ya veremos.

Aflorar II

me arropo en tres palabras
nadando, buceando, tirando
de tus piernas,
llegar hasta donde tú
no quieras que es el fondo
la pelvis plana de la tierra
pisando fuerte
dar
la patada,
subir
y entonces expulsar
el aire que nos quede hasta
aflorar
al viento del Sur.

Aflorar III

deseo dejar de escribir, quizás, para lograr hablar.

restablecer el equilibrio
hablando tus labios
someramente
escribir un beso
con la punta de mis sienes
sostener la yema viva
de tu mente,
aflorar
a carne viva
esta agonía
que me padece
la palabra.

jueves, 18 de julio de 2013

Un libro mío

Un libro mío

Me llamó primero por el nombre geográfico al que alude su título. Su portada me agradaba sobremanera. Al acercarme al contenido (reseña de la editorial), ya supe que no podía hacer otra cosa más que adquirirlo, así, adquirirlo, hacerlo libro mío, en mis manos, físico, y no cedido o prestado. Mío, como siempre he necesitado los libros.
Ayer lo pedí. Ha tardado un click de mundo. Esta mañana ha llegado.
Al abrirlo al azar ya me ha dado el primer aldabonazo, ¡resulta que soy atea!, y yo sin saberlo, siempre dudando de qué soy. Las reflexiones de Moreno Jurado en torno al ateísmo me han permitido nombrarme, incluirme por fin en algo. Tanto desaguisado hacen los usurpadores, los secuestradores de la palabra, de los conceptos. En el ateísmo también existen integristas, sí señor. Sino que entonces ya no son ateos.
Después lo he fotografiado, cuatro o cinco disparos. Al final el que me llena es el de una toma en horizontal, jamás he hecho una foto de libro en formato horizontal. Debe ser que me recuerda el mar. Debe serLo.
Mientras vuelco y abro los disparos en el ordenador, vuelvo a abrir el libro por donde él diga. “He vuelto a ver a la camarina”, él habla, y continúa especificando dónde: la cuesta de Maneli. Entonces ha sobrevenido el borboteo en mi interior, ese que no me espero, ése que, ante mi mismo asombro, rompe en lágrimas, una emoción de reconquista.
Por la cuesta de Maneli se baja a la playa de (mis) Los cabezos amarillos.

Este año está siendo rico de dones y aciertos en nuevos libros, y, quizás, de otros asuntos.


Libro fotografiado: Cuadernos de un poeta en Mazagón. (Divagaciones sobre la arena). José Antonio Moreno Jurado. Baile del sol, 2013.

sábado, 2 de febrero de 2013

Tres eran y son tres tus hermanas





Querido hermano Carlos, como tú aún no habías nacido, ya sabes que llegaste cuando Margarita tenía 10 años y mamá no esperaba tener ningún embarazo más ¡y mucho menos de varón!, porque el médico le dijo que no le "cuajaban", me ha saltado hoy, cumpleaños de tu Elena,  la necesidad poética de dedicarte ese poemario tan especial para mí, Los cabezos amarillos. Así te hago allí en un tiempo sin tiempo y con lugar. Y le enseño a Elena a sus tres hermanas cuando eran casi como sus niñas (bueno, un poquito más crecidas). Feliz cumpleaños, querida Elena.

viernes, 18 de enero de 2013

La des-des-pedida

La des-des-pedida

Las olas renuevan
el aire y la arena.

Muerta el hambre se acabó
la fiesta y la bestia muerto
el hombre dormido
el menor de los males
la arena conquistó la orilla
el mar rindió la retirada
la venganza de las conchas
floreció bajo la antigua espuma.

Y como la Tierra es redonda,
todo retorna a su lugar.
No hay más despedida
que la de la ola,
que se va para poder
volver a volver.

Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)

sábado, 12 de enero de 2013

El poema Es Por

Preguntas en el aire (Mecanismos de defensa I)

Ayer tarde llegué a la conclusión de que no soy poeta. Y tan a gusto me he quedado. Estoy segura de que lo único que soy es una persona. Así de simple y claramente dicho. Soy una persona con mucha necesidad de decir una serie de cosas antes de morirme que en la poesía he encontrado el refugio para hacerlo. El refugio, sí. Porque el mundo ciertamente me aterroriza.

Ya lo expresé en alguna ocasión en este blog. Soy una persona terriblemente miedosa. Cuando pequeña me lo provocaba, el miedo, los espíritus y “esas cosas”. O pensar en la muerte de mis seres queridos, por aquel entonces, mis padres, claro está. Recuerdo una noche, tendría unos 6 o 7 años, en la cama dispuesta para el sueño, mis padres en el salón viendo la tele. En la habitación dormíamos mis dos hermanas y yo, es decir, la posibilidad de miedo por habitar espacios lúgubres y solitarios era nula. Me recuerdo con los ojos cerrados intentando conciliar el sueño con todas mis ganas, es decir, mi esfuerzo, y también cómo todas esas “mis ganas” se volcaban en pensar que mis padres se habían muerto (sólo oía el sonido de la televisión). Así, tan pancha, les endosaba la muerte, lo que en ese momento constituía para mí lo peor que podría pasarme en la vida, el suceso que más podría aterrorizarme, que mis padres murieran. Y eran tales las “mis ganas” por intentar dormirme, que hasta que no “vi” a mis padres mirando hacia el aparato de televisión, cada uno en su sillón respectivo, convertido también cada uno en esqueleto sentado (por aquel entonces yo identificaba la muerte con la imagen de una “canina”) , no me quedé tranquila, es decir, llegar al no poder más para conseguir ya arrancar a llorar rota de dolor, de dolor y de miedo. Claro, que aún en el fragor de la batalla campal entre miedo y dolor me quedaba cordura para, completamente segura de que mis padres me atenderían, decidirme a levantarme. Así que salté de la cama y me encaminé hacia el salón. Cuando me vieron aparecer, llorando desgarradoramente (ni siquiera mi ánimo supo reaccionar ante la alegría de ver que no se habían convertido en esqueletos, he ahí el misterio de mis auténticas “ganas”) y me preguntaron que qué me pasaba, atiné a decirles entre hipidos, lágrimas y mocos que “¡estaba pensando que os habíais muerto!” . Dios mío, cuánto lloré. Mi madre me cogió en brazos y me consoló. Y me quedé con ellos levantada viendo lo que fuera que estuvieran viendo, ya con la alegría en el cuerpo de saber que mis padres estaban vivos y yo con ellos pudiendo disfrutarlos. No se me habían ido.

Tengo decenas de recuerdos sobre escenas relacionadas con mis terrores que hoy llaman nocturnos. Señalo esto último porque tengo noción de algún episodio muy-muy diurno, aunque es cierto que el 90% de las veces sucedían de noche. Normalmente todos acababan con mi madre, o una de mis hermanas, ambas más pequeñas que yo, y que dormían exactamente a medio metro en su litera, metidas conmigo en mi cama hasta que yo conciliaba el sueño. Y en el primer supuesto con un portazo de mi padre en la puerta de la casa. No puedo contener la carcajada. Pobrecito mío, qué de veces tuve que aguarle “la fiesta”.

El caso es que eran episodios muy sinceros. No me los inventaba por conseguir esto o aquello. Pasaba verdaderos dolor y miedo.

Jamás la llegada del sueño ha resultado un acto fácil para este organismo. Ni cuando disponía de todos los años de vida por delante. Con meses me recuerdo gateando por la cama de mis padres una tarde cualquiera, hora de la siesta, mi madre intentando descansar un poco ya que yo apenas la dejaba dormir por la noche, llegar hasta su rostro que visualizo claramente con los ojos cerrados y, con mi manita, y mis dedos, abrirle los párpados. Porque no me gustaba verla con los ojos cerrados.
Abrírselos y ver el verde de sus pupilas aunque se quejara. El caso es que ya podía yo oírla VIVA.
Abrir los ojos de mi madre.
Abrir los ojos de los demás.
Puro miedo al contemplarlos cerrados.
No, no tienen que ver mis terrores nocturnos con el acto de mi primera audición verbal, la palabra terremoto. NO. Tiene que ver con el hecho de la no audición de la voz de los demás y la no visión de sus pupilas.

Ahora dudo de la afirmación (o la negación) con la que comencé este escrito. ¿No soy poeta o quizás niego ser poeta por puro miedo? ¿O soy poeta por puro miedo o por miedosa soy poeta, o mejor dicho, escribo poesía para decir lo que necesito decir, o hacer lo que siento es mi deber hacer y resulta que entonces no soy poeta sino simplemente una persona con miedo que ha encontrado en la escritura de la poesía el camino, ya que amante del arte y de la lectura sí sé que soy, para decir a la vez que me velo ante el mundo a través de la metáfora? Intento abrir los ojos de los demás por puro miedo que siento al verlos cerrados y al no oírlos decir, y entonces me abalanzo sobre sus cabezas  hasta que con mis manitas, ya algo arrugadas, pero aún manitas por tamaño, creo que abro los ojos con mis poemas, o con mis fotos, o los provoco a hablar, a decir, a pensar, a vivir... Para poder oírlos y ver sus pupilas. Para poder sentir que están vivos.

Que no estoy sola en este mundo. Que no se "me" han muerto todos.

Miedo a la soledad… ¡Pero si resulta que estoy cansada de oír cómo todos los poetas necesitan hasta con ansia la soledad y hasta yo misma también la deseo en mil ocasiones y desde siempre he buscado ese aislamiento para poder leer o escribir, y hasta para poder vivir! Miedo a la soledad, miedo al mundo, miedo a verlo dormido, dolor y pena al imaginarlo/verlo muerto… Miedo y dolor. Miedo y pena ante el hecho de sentirme sola. De verme sola.
¿Es esa la causa de que yo me haya decidido a meterme de lleno en la escritura de la poesía?
¿Se es por eso poeta?
No me considero con oficio de nada. El hecho de poseer un oficio implica el desarrollo de una estrategia con el fin de obtener equis producto deseado o pensado. Y yo no escribo con estrategia.
Aunque sí estoy segura de que soy una persona con mucho miedo. Miedo y pena completamente sinceros, cuando soy una persona risueña y alegre.
Persona risueña y alegre con mucho miedo y pena.
Eso es lo que soy. No lo de “poeta”.

¿O será que el instinto contra el miedo, esa emoción la más básica y primitiva del hombre y su respectivo mecanismo de defensa constituyen los resortes para el oficio de poeta? ¿A qué hablar entonces de la valentía del poeta? O, ¿acaso valentía no significa enfrentarse al miedo hasta poder hacer desaparecer, o al menos creerlo así, su causa?

Escribir poesía es dudar. (Pero el poema Es Por certeza de sí mismo.)

viernes, 11 de enero de 2013

IS-La

IS-La

voy a hacerte mucho mar,
mucho mar acer
o blando
y dúctil
para
tras
la
darte
a Horai.
Horai, la de la luz blanca.

Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)

jueves, 10 de enero de 2013

Caminante en blanco y negro

Caminante en blanco y negro

Por el camino seco cercado
de cañaverales, hierbabuena
y aulagas con sus pinchos
marciales de fila en fila
entretejidos con andrajos ajenos
a la esperanza,
va suspirando el caminante
olvidado de cuanto
de sí
desprende por el reguero
de su ocaso:
ya se te funden suelas
con la arena mojada,
ya se te orillan las manos
en la corteza de los pinos,
ya huelen tus ojos el continente
marino especiado
con las dos células de tu espacio:
la negra
para abrirte el iris
con los siete colores,
la blanca
para cerrarte el arco
con el solo: el de la luz.
O tú.

Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)

miércoles, 9 de enero de 2013

El tiempo, el lugar y la luz

El tiempo, el lugar y la luz

el tiempo

voy dejando de hacer
tejiendo dejares
y olvidos sendos
de tu boca y otro de tu oído.
Me comunicaré tras el
parto-proclamo
de la dicha que viene
solicitándote como si fueras,
como si siempre
fueras como eres
tú siendo tú siento yo
senda abierta
soy.

Del lugar,
infrecuentado,
resulta la vez.


el lugar

Al despertar cada tiempo
mi alma sola no vive
en este mundo.
Los vencejos, con sus plumas,
me recuerdan
el tacto las caricias
de la luz el ángel
ennegrecido
con mi propio hollín
carbón quemado soy
los tizones de la orilla.

Al llegar
al lugar,
tú, Verdad.

Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)

martes, 8 de enero de 2013

Mi padre se decía comunista y yo atea


Mi padre se decía comunista y yo atea

I. Expiración

me siento inspirada
tan solo para amar,
así que es natural
la falta de expresión
que en las letras.


II. T(h)ora

Son
riente
qué bien
me cantas.

Yo ya es
que creo que
he dejado de ser
poeta.
Me va la marcha-tras
el estallido, el olvido, me va
sobre todo el recuerdo
me une al dios
del martillo, yo quiero dar
puñetazos por el orbe
a diestro y siniestro
te acuno,
pequeño y tierno y eral
y dulce mi desgarro
te trasplanto, vejez
encendida de este mundo
de olvidados orgasmos alegres
y cariñosos,
a otra tierra más
adelante.

III. La jueza (la hoz)

ya hoz sin parte
ni deuda conjunta
confundo lo que quiero
hasta sajarte de mí
y mis órganos negros.

En la cueva cantan alegres
las miserias de tus trapos
que me visten de goda
y melancólica y amarilla rosa
al son de tu órgano
multiuso,
la bofetada y la bala,
la pistola y el tres por cuatro,
la sinfonía y la mejilla
mortal de necesidad
retiene la Naturaleza
como su propia sangre
en su seno lo esencial.
¿A quién le vamos a hacer caso?
más se asemeja mi rosa
a tu puño de acero
que el cielo azul tiñéndose
de negro a la alegría. Aquí
el universo paralelo levanta
paredes de agua, como Moisés,
no, mejor, como Charlton Heston
en la película. No somos dioses,
pero sí capaces de inventarlos.
Esa es,
a-diós Marx
y su cientifismo,
pobre él tan arropado
por la carencia de su siglo,
nuestra eterna salvación:
La inteligencia.

y se abre, ella
se abre como un mundo
virgen y guarecido
a solas para quien venga
no, sólo para Lo que bajo
el martillo la encuentre.

IV. Resurrección

Rosa de enero tan a penas
sola como las margas azules
cuando los cabezos le dan la espalda.
Apenas ni una ni otras saben
que son Hércules maleducado,
tan maltrecho hijo de dios
y hombre con pasado ardiente
y ya tan herido, durmiendo
al mar se extiende su cuerpo
de amarilla tierra ya no
muerto es decir
por tanto, ya no
estrellas.

(Sofía Serra. De Los cabezos amarillos)


viernes, 4 de enero de 2013

Esto es el lugar infrecuentado

Esto es el lugar infrecuentado

soy una mujer
ducha, dicha
en palabras
que no son mías.


Vine del lugar hasta el lugar.
Esto es y fue el lugar infrecuentado.
Y será.
El signo del amor en la tierra.
El lugar de la paz, de la salvaje paz
y de la ausencia sin dolor.
El lugar del domos
y el paraíso del hombre
en su lugar.
El lugar sin ayer ni después,
el lugar con presente de ti.
El lugar infrecuentado se alimenta de sí mismo
y de los pocos que hasta él llegan.
Sucede el autoabastecimiento de la naturaleza
en comunión consigo misma.
No existe la decrepitud, la pérdida.
Tal como se señala, la huella se evapora.
No es el lugar de los hombres,
pero sí el lugar del hombre.

La yedra crece sobre el agua,
sumerge sus raíces, la luz extrae
de su savia el verde que ennoblece.

Aquí no sucede la escritura,
aquí sólo se lee. O se vive.
Los estratos, o a su lado.

He llegado al lugar del que partí,
nada queda por hacer. Ni un afán
me persigue, debo saber gozar
disfrutar de la recompensa ya
tras el esfuerzo.

El vuelo que de mi pluma escapa
se hastía de no encontrar el papel
que la someta al plano.

Lo tengo todo
dicho.
No puedo ni debo hacer
más porque todo lo de más
destruirá.

Con sinceridad,
con solo ganas de callar
y no ser vista, desenlazándome
desaventurando, aseverando
mi posición en este enclave,
matizándome
quizás
domesticándome
o tan sola
haciéndome salvaje.

(Sofía Serra. De Los cabezos amarillos)

jueves, 3 de enero de 2013

En el décimo día despertó (nana)

En el décimo día despertó (nana)

Mi paso atrás
significa
despedirme.
Y yo siempre permanezco.

Despierta,
despierta día diez,
alboroto de la noche y juez
que duerme y vela la locura,
tan mía como la sirena
del barco
de pesca
de bajura.

¡tú-tuuuu!, ya lo decía
el barquito de dos motores
que traería el menú
para las tres del mediodía,
me avisaba, tú-tuuuuu,
las noches no eran largas,
la pesca se hace de madrugada.
A la misma hora que sigo levantándome,
a la misma hora que sigo escuchando
todos los días
el pronombre que me cuadra,
el círculo de cuatro lados
que me hace.

¡Tú-tuuuuu!, me arrullaba
el mar, su barco y la noche.
Y la niña ya no duerme
esperando despierta
la luz de un día
redondo.

seis— ¿a quién se le ocurre
siete— componer una nana
ocho— con la sirena de un barco
nueve—a las cinco de la mañana?

(Sofía Serra,  de Los cabezos amarillos)

martes, 1 de enero de 2013

Entereza

Entereza

A medias
no me sueltes
porque estoy
muriendo como
si a mi muerte le importara
que tú o cualquier otro
me sujetase.
El bar, la media copa media
tu postura sentada
a medias sobre medias piernas
tuyas, o sea, tus muslos
tan oferentes como tu boca
abierta a la ventana o yo
y la copa de agua
que medio sostenías
con tu alma no me sueltes,
repetía
el espejo sobre la barra
reflejándote corrí
escaleras abajo
hacia el infierno:
la calle tan estrecha
era el mundo sin ti
las fuentes y las luces,
la noche, doméstica
poesía de la memoria
de nosotros siempre
a medias.

el amor es entero
porque significa
y dignifica sin
nada ni nadie
que lo medie.

(Sofía Serra, De Los cabezos amarillos)

viernes, 28 de diciembre de 2012

El proceso

El proceso

Si eres aire, seré águila,
con tu calor me elevaré,
con tu frío descenderé.

Si eres agua, seré pez.
tu oxígeno me alimenta
a través del aleteo
de mis rojas agallas.

Si eres tierra, seré semilla
que germinaré y crezco
mullida en tu caliente lecho.

Si fuego eres, yo soy oxígeno.
La ceniza del tercero
ahuecará la tierra,
que se aireará.

(Sofía Serra)


jueves, 27 de diciembre de 2012

Aflorar

Hoy voy a intentar retratarlos, a mis cabezos amarillos, que así comenzaron:

Aflorar

bastando dar se reciben
puñados primeros pétalos
y guardas
de una mujer
joven.
Yo salgo si
tú me besas o me hundo
más bebida
tu fragancia
de generosas
emanaciones.
Huele a flor y nata
de misterio
bajo tus párpados

se me escapa la palabra
por los circuitos fluviales
de mi denso estero,
que también ya huele,
a regaliz.

todo es silencio en este mundo
lleno, tan lleno.
La paz y la última palabra
someten su aleteo universal
al canto de tu ademán
de reyes, munífico
ente diurno y taciturno
hoy, mañana
ya veremos.

(Sofía Serra. De Los cabezos amarillos)


Invernando

Invernando

No durmáis, no desfallezcáis.
Nunca
No viváis.

Sabiéndome pequeña hoy,
hoy aún más que ayer
donde ya supe
que, aun pequeña,
la tierra me recuerda,
sólo me queda desearos grandes.

Mi medida vuestra comienza
en la yerba salvaje
que me esconde
y os atusa las nalgas desnudas.
Acaricio siendo tierra
fui cada uno
de vuestros sentidos
sin número.

Me fallecen las raíces
de las piedras
en las palabras
de la vida.

Sofía Serra

jueves, 20 de diciembre de 2012

El fin de un mundo

El fin de un mundo

(a los poetas europeos de mi generación
 y la ominosa atmósfera que envuelve su poesía,
 tras la lectura de este breve informe.)

quizás, si os hubiesen faltado
los bienes materiales, vuestras palabras
serían más alentadoras.
quizás, si no hubieseis disfrutado de la paz
sino que hubieseis padecido el horror
de la guerra, vuestras metáforas
habrían hablado del amor,
de la belleza de lo que perdisteis
hace tanto tiempo: el contacto
con vuestra propia voluntad de desear
un mejor tiempo por venir.
Sin embargo, habéis dejado rastro indeleble
de desasosiego, de frialdad,
de amor contaminado de hierros,
de humos urbanos, hasta de olor a caca de perros
(cuando ninguno habéis recogido
ni una tan solo todas las mañanas de vuestra vida).
probablemente, el cálido amor y la alegría
de la justa naturaleza no encontraron
sembrado donde desarrollarse,
poetas europeos,
porque sencillamente vuestros cuerpos
no necesitaron. estaban saciados.
ahítos de bienestar
ha sido losa el techo
que os construyó papá
Estado.

esto no es europa. yo aún sé
Valorar
la belleza de una flor,
la grandiosidad del horizonte del mar,
el calor del abrazo de mi amado o de mi hermano,
yo aún puedo reír (yo quiero poder reír,
todos los días lucho por poder reír)
cuando mi hijo hace una de las suyas.
yo no soy de europa,
mi alma se ha sentido siempre abierta al mundo,
con un pie en la geografía de la carencia
y el otro en el de la generosidad de la tierra,
con mis brazos abiertos a la luz del sol
y el refresco de la lluvia.
los cabezos amarillos lo saben,
ellos guardan en sus lechos de polvo
la Verdad.

Doy gracias por haber vivido
más al Sur de un norte.
Doy gracias por haberme puesto
yo misma la vida difícil.
Doy gracias por no haber apostado
ni por el bien material ni por la fama.
Doy gracias por haber necesitado.
Doy gracias por haber echado de menos.
Doy gracias por haber podido conservar
mi gratitud a la vida casi intacta.
Mi cielo es alegría cuando brilla su azul.
Mi cielo es alegría (por el agua que trae) cuando brilla su gris.
Mi cielo es humana célula espejo
de la Belleza.
Mi cielo es aire
donde los cabezos amarillos
navegan sinuosos al encuentro
con las alas pobladoras
de la esperanza en el verde del mar,
de la ilusión en la llegada de la ola desde la otra orilla,
de la voluntad
en la necesidad
de luchar para poder
Dar.

prefiero sembrar encinas,
que mis pies padezcan heridas
al andar descalzos sobre los ostiones
que comer pescado congelado.
me alimenta la luz del Sur.
puedo mirar de frente al sol
sin que mis pupilas se quemen.
el amor me lo dio el amor que di,
mi esfuerzo por criar y crear
allá donde ustedes sólo asolasteis
con la losa que aceptasteis.

ahora, La Gran Madre os acoge:
se os reseña, descansad
en vuestra tumba.
yo sigo viviendo
Siendo
aunque mañana muera
el mundo.

Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.