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jueves, 27 de diciembre de 2012

Salomé y la inocencia: el sincretismo como conocimiento o salvación

(Cartel, recorte del lienzo original de Valdés leal))



Aquí está la auténtica Salomé, la inocente hija bailando ante los invitados de su padre sin poder prever (era inocente) que el despliegue de sus dotes, y el consecuente entusiasmo provocado en su progenitor, desencadenara posteriormente la tragedia, el desenlace de la tragedia, ya anticipado por la mente de la soberbia, celosa y frustrada Herodía, su madrastra.
Un cuento con final infeliz, al contrario que los que nacen en la Europa del Norte.
Es la inocencia, si no la que provoca todo el mal, sí el campo idóneo para que la perversión actúe, obtenga sus frutos siempre dañinos, simplemente pervertidores. Tan sólo por este motivo, el hombre ya no puede ser considerado culpable, debe ser eximido de cualquier castigo de infierno al que quieran condenarlo. El hombre, por puro acto conforme a su naturaleza, conoce. El que desea permanecer en la inocencia, además de agente inconsecuente y agente contranatura (resulta un imposible), está actuando contra la progresiva instalación del bien en este mundo.
No hay nada más favorecedor de lo perverso, es decir, de la perversión, que la sostenella y no enmendalla posición de favorecer la inocencia. Como esta jamás llega a existir en el ser humano, sólo puede nombrársela de una forma a posteriori: la ignorancia, ya sea impuesta (tabú), ya sea deseada (molicie). Si deseada, sólo puede ser contemplada como perversión de los instintos más naturales del ser humano: el acto de descubrir, de conocer.

Salomé de Valdés leal es la primera sevillana (andaluza occidental, el “reino de Sevilla” éramos muchos antes de mil ochocientos y algo, momento en el que administrativamente se dividió España en las actuales provincias) representada en la historia del arte, bailando cualquier danza de la época en la que ya se advierten detalles sólo adscribibles a esta zona geográfica, extenso, un suroeste extenso para extenuar sed y algunas sedes, desde la postura de los pies, pasando por la de sus brazos, hasta las castañuelas (crótalos cretenses, griegos, romanos, hispánicos en definitiva, donde adquieren la forma y el toque que hoy conocemos) y , sobre todo, el rojo atrevido pictóricamente hablando, de ese vuelo de faldas, como el que cualquier disparo de cámara fotográfica lanzado a un traje de flamenca que vista cualquier mujer pudiera hoy en día recoger.

Algo difícilmente verbalizable me hizo dejar las clases de flamenco el año pasado, además de algunos imponderables: no encontré en él mi raíz. Se han empeñado en hacerlo heredero, al flamenco, de tan solo una herencia gitana y hasta mahgrebí. Apenas renombran las raíces puramente ibéricas y clásicas (romanas, griegas, tartésicas, fenicias!)). Y es cierto que de aquellas culturas bebe. Pero en el flamenco, en el flamenco de este suroeste hay algo más, algo que en mi sentir sobre él, porque a mí se me van los pies al escuchar un ritmo flamenco aunque luego no partan hacia el viaje, relaciono con la misma tendencia que, por ejemplo, durante el desarrollo de un soporte barroco por excelencia como es la imaginería sevillana de aquel siglo (XVII), se manifestó. Jamás encontraremos imágenes de cuerpos sangrantes o deformados por el dolor o la muerte en la imaginería sureña. Esa se reserva para la imaginería castellana. Aquí los cristos son verdaderos efebos, cuerpos con rostros dulces y tan bellos como los de cualquier escultura de la Grecia clásica. Perfectos hombres bellos y juvenilmente maduros los cristos crucificados de este sur. Las dolorosas, igualmente, manifiestan o rostros jóvenes representativos de una belleza arquetípica de la zona, son afroditas madres llorando (afrodita-madre-llorando). Difícil, aunque alguno exista, encontrar rostros trastornados en su armonía por el efecto del llanto o del dolor. Es decir, la tradición de este suroeste bebe de un gusto por la expresión equilibrada y no “patho”-lógica de las cosas que hasta en los tendones que unen mis tobillos reconozco. Mi flamenco, y como el mío sé que el de muchos, manifiesta, bebe del agua de un pozo claro que hoy en día tan sólo puedo identificar con el agua cristalina de los cabezos (porque escribo ese poemario), o por tal vez el gusto de cuando fuimos musulmanes (pelirrojos, morenos y rubios) con la correntía del agua llegando por las acequias de los ladrillos hasta los naranjos.

Y quien dice naranjos, dice encinas. U olivos.

La mesura, que no es más que medida, la necesidad y el gusto por el equilibrio, la armonía. En definitiva: la búsqueda de la Belleza.

La pérdida de ella nos retrotrae a la sinrazón que algunas, muchas veces, hace acto de presencia en este mundo. La pérdida de la medida humana de las cosas.

Este medio es fiel exponente de ello, de la pérdida de la medida humana.

Esta es una comarca privilegiada, este Suroeste. Su situación geográfica, inalterable a menos que nos remontemos a los tiempos del Pangea, es la variable, sin embargo, que ha hecho posible la asunción del sincretismo como seña de identidad.
Desde mi punto de vista, en un sincretismo, las variables no son las culturas que llegan. En un sincretismo, en el de este sur al menos, resulta el lugar el depositador siempre de la variabilidad, el matiz, el elemento de la ecuación que favorecerá que determinada cultura adviniente adopte los matices, las inclinaciones oportunas que posteriormente la harán ser considerada como ineludible en el desarrollo histórico, si no de la humanidad, sí de una gran parte de la historia de sus civilizaciones.

Salomé de eso nada sabía, claro. Más se acercó Valdés Leal al pintarla, al retratarla como una joven andaluza, con todas las comillas, de buena posición. No obstante en la leyenda bíblica es la hija del rey, y en la pintura de Valdés leal simplemente una muchacha, lujosa pero discretamente ataviada, bailando una danza propia de la época y de su lugar, una danza que curiosamente me recuerda al baile del son conocido como “sevillana”.

Entre el estereotipo desgarrador del flamenco y esta pintura se abre el gran abismo. Para mí el mismo que me separa, “pero me une”, al tópico del flamenco, no ya actual sino hasta el conocido como cante jondo, por más que todos me transmitan. Es la belleza del sincretismo, de los que nacemos bajo su signo. Las raíces que él mismo despliega bajo la costra dura de la nomenclatura nos hace a los humanos que en él vivimos receptores, apercibidores de mil signos diferentes de tantísimos devenires culturales.
Y quien dice culturales, dice humanos.



por Sofía Serra (sagesse)

martes, 15 de noviembre de 2011

En recuerdo de Tomás Segovia


recuerdo


D
Esplazar el contenido de este verbo,
Para así detenerte en mi frente.


                                           
Hasta ayer mismo no me he enterado que había muerto. Un poeta cuyos textos me acompañaron más asiduamente la primavera pasada tan sólo porque tuve la suerte de dar con su blog. Un poeta que aún seguía creyendo en la poesía y en la necesidad de compartirla, necesariedad para unos y otros.
Tuve la fortuna de cruzar con él un par de breves correos. Me impulsó a escribirle el hallazgo de un poema, entre sus últimos, que hablaba de lo mismo que  había ido descubriendo desde que comencé "El paraíso imperdible" allá por 2009. Sonrío ahora porque tuvo la amabilidad de contestarme (¿cuántos poetas actuales se dignan contestar, aún siendo amigos, de una a un correo?) nada menos que agradeciéndome mi "palmadita en la espalda", como si alguien con esa monumental obra a las suyas pudiera necesitar el ánimo o la felicitación producto de la admiración de una lectora cualquiera: tanta humildad en tan poco contenedor usado, un breve correo de los, imagino, cientos que podía recibir y contestar a diario.
Cuando tuve noticia ayer de su muerte, me pregunté que qué clase de mundo vivimos, y entre todos permitimos, rebosante de información, de posibilidades de conocimiento, de bombardeo de datos, aconteceres y voces que sin embargo no me permite enterarme de la muerte de un poeta al que admiro y con el que tuve la entrañable suerte de contactar personalmente.
He estado releyendo poemas suyos  en su mismo blog, hay también muchos más expuestos en cualquier lugar de internet, pero no voy dejar aquí ninguno. Me reservo uno de ellos con el que dado casi por casualidad (sic) para una entrada muy personal que llevo pensando desde Agosto. A cambio dejaré una de sus cartas, tan actual como su misma muerte. Él lo decía, que de lo que tenía nostalgia era del futuro. Yo me identifico con sus palabras.
Dejo tan sólo el enlace a su entrada en wikipedia, para los más despistados: TOMÁS SEGOVIA

(Nota personal:Cuando se comience a leer el texto que abajo dejo se comprenderá por qué he incluido ese tango flamenco en esta entrada. La busqué el otro día porque es una de las que más me gustan de las con que ensayamos en las clases de flamenco. Pienso que a Tomás le gustaría oírla y verla bailar.)


CABALES 
TU EDUCACIÓN O LA MÍA
          Querido Matías Vegoso:
Es claro que tú y yo, cuando decimos modernidad, no pensamos en la misma cosa. Para empezar, yo no comparto tu entusiasmo incondicional por una época que nos ha dado a Bush, a Berlusconi, a Putin –y no sé si tú colocas en esa misma época a los no menos encantadores Hitler, Mussolini y Franco. Tampoco soy necesariamente entusiasta de una época que ha llevado al paroxismo a Madonna o a Michael Jackson (gringos, por supuesto) y ha ignorado en cambio a Miguel Poveda o al Mono Blanco –y no me digas que no sabes quiénes son, porque con esa confesión me das del todo la razón. Esa ignorancia, en contraste con la fama de los gringos mencionados, en alguien de lengua española no es sólo falta de información; es perversión de la información. Es indudable, para decirlo del modo más impertinente, que por muy estimables que sean esas famosas figuras, la desproporción monstruosa de su fama no se debe a que sean monstruosamente mejores que los otros dos mencionados, sino a que su país es monstruosamente poderoso y tiene monstruosamente más cañones.
Además, la perversión de la información se ha vuelto especialmente mortífera porque en la modernidad (o tal vez fuera más exacto decir en la posmodernidad) la información usurpa casi enteramente el lugar de la educación. Acabo de leer en un artículo serio esta frase elegantemente escéptica: “si bien la alta cultura se empobrece, la sociedad no se derrumba: sólo se transforma.” Hombre, es obvio que la sociedad siempre se transforma, pero ¿es que da igual una transformación que otra? ¿Da igual que la sociedad, aunque no se derrumbe, se transforme en un hato de predadores despiadados o en una comunidad de ciudadanos solidarios y responsables? Y el artículo concluye: “Distinto es que la dirección que adopte ese cambio –las consecuencias de la libertad– pueda disgustarnos.” Si he entendido bien, el argumento es éste: puede que la sociedad que estamos preparando sea asquerosa, pero qué quiere usted, así es la libertad; no querrá usted pedirle cuentas a la libertad y arriesgarse a que la sociedad se derrumbe. Y nadie nos oculta de qué libertad se trata aquí: la libertad de empobrecer la cultura superior.
Pero que la sociedad se encamine en una dirección o en otra depende de la educación más que de cualquier otra cosa, sobran los estudios que lo demuestran minuciosamente. Y no sólo la educación básica, porque sólo una auténtica educación superior puede resistir frente a la tendencia posmoderna a reducir la educación, en el mejor de los casos, a mera información, y cada vez más en mera formación y capacitación. A eso los ideólogos posmodernos lo llaman una educación funcional: educar para los puestos de trabajo. ¿De trabajo social? No, hombre, ni que fuéramos comunistas: de trabajo en las empresas. Las cuales (liberté liberté chéri-e) son libres de empobrecer la cultura superior, que no sólo les sirve de maldita la cosa sino que más bien induce ideas raras en las mentes inquietas, y de requeteempobrecer la educación básica quitándole sus anticuados resabios educativos.
Que en las llamadas democracias la educación está en crisis es algo que salta a la vista. A Obama le ha puesto a parir, en sus proyectos educativos, una derecha oligofrénica con argumentos delirantes que nos parecerían de la edad de piedra si no fuéramos tan posmodernos. En España sigue enseñándose religión en las escuelas, sigue vociferándose contra la enseñanza de los valores democráticos en clase, y hay regiones donde casi la mitad de los colegios son o privados-privados o privados-concertados. En México la más avanzada corrupción (y ya es decir) es la del sindicato de maestros, de los cuales las dos terceras partes no pasaron la prueba de capacitación, más del 80% de los estudiantes son gravemente deficientes en matemáticas y los libros de texto obligatorios, si no tienen que retirarse antes de utilizarse, reciben las críticas más amargas de los conocedores. En Francia, madre de la educación laica y de la consiguiente separación de la Iglesia y el Estado (condición necesaria de toda democracia, por lo menos a juicio de todo el que no sea posmoderno), el neo-lo-que-usted-quiera Sarkozy ha declarado que su país es laico pero no tanto, a la vez que propone una “autonomía” de las universidades sobre el modelo de la autonomía de las empresas.
En medio de todo esto, comprenderás que yo no pueda dejar de preguntarte: ¿es moderna, o es posmoderna, la idea de que la libertad es esa cosa que se paga con desigualdad, injusticia y deterioro de la cultura? No me irás a salir con que los estalinistas tenían razón cuando describían así la “libertad” de las democracias capitalistas. Porque en fin, mal que nos pese a todos, empezando por El País y la cadena SER (pregúntale a Oliver Stone), los únicos países hispanohablantes que han desterrado el anafalbetismo son la España posfranquista, Cuba y Venezuela. ¿No sería interesante la idea de que en más de un aspecto posmoderno quiere decir antimoderno? A mí por ejemplo no me parece muy moderno diluir la laicidad del Estado como en el siglo XVII, favorecer la enseñanza privada como en el Antiguo Régimen, apuntalar al patronato y contener los derechos laborales como en el siglo XIX, confiar la salud a iniciativas privadas como antes de las guerras mundiales y otras menudencias de este calibre. En fin, creo que mucho de lo que tú llamas modernización yo lo llamaría demolición (derrumbe) de lo moderno. Y no sólo en lo político y social, porque ¿tú crees que Andy Warhol avanza en otra cosa que en demoler a Picasso o a Modigliani?
Un moderno abrazo de tu demolido amigo
                                                                                                                                         T. S.

viernes, 28 de octubre de 2011

Por peteneras (Compás)

Aproximación al flamenco. Tan cerca y tan desconocido.
Reproduzco un pdf que me ha servido de mucho en mis primeras clases de flamenco. Me hubiera gustado subirlo en texto de blog, pero se desconfiguraban todos los esquemas de compases, así que subo cada página en modo archivo de imagen. Son 12. Si se pican en ellas se pueden leer mejor.
Lo he extraído de aquí:
http://www.metronomoflamenco.com/Archivos/Los%20Compases%20Flamencos.pdf























miércoles, 12 de octubre de 2011

La presencia por la ausencia: Balance de "ventas" de un libro de poemas.

Leer a la vez que se escucha lo siguiente, se sugiere y se recomienda


Pregón por bulerías "El Frutero".

Esta pieza musical flamenca me la ha regalado una persona, a la que comienzo a querer, para la fotografía del camión "mercado". (Verla  aquí). Le ha dado la vuelta a la negrura que destilaba en mi mente todo lo que tiene que ver con la publicación de ese libro.


La editorial me ha enviado el balance de ventas del poemario que publiqué en Octubre del año pasado, "La presencia por la ausencia".

- Se sacaron 200 ejemplares.

- 110 ( o 120, no recuerdo bien) me los regaló la editorial. Deferencia, acababa de comenzar a trabajar con ellos ya pagándome. Durante el previo verano estuve trabajando corrigiendo, valorando decenas de originales, aprendiendo a maquetar  y haciendo o pensando alguna portada para "pagarme" los 600 euros con los que se estimó debía colaborar económicamente en su edición y que yo desde el primer momento me negué a pagar (no dispongo de ellos, ni los quiero para eso).

- De los 80 con los que se quedó la editorial se han vendido 13. No estoy muy segura de si han metido los 8-9 (menos, no...) que vendí  el día que firmé en la Feria del libro de Sevilla. Ya lo he preguntado, ya me responderán.

Mi balance. Se ha "vendido" bien, teniendo en cuenta que:

- Hice una sola presentación por mi cuenta y riesgo en el quinto pino, es decir,  Madrid, el único lugar donde podía contar con cierto conocimiento de ambiente poético, conseguido a través de este medio. Sólo contaba con alguien en quien verdaderamente confiaba y confío como amiga más allá de relaciones de "gremio": la poeta Eva Márquez (ÉSTE su blog).

- No se envían libros a librerías de la zona de influencia física de la autora, casi siempre por culpa de los distribuidores, que no se mojan con autores desconocidos, aunque yo no desestimo "la mayor", falta de implicación, de "poder" o de tiempo por parte de los editores.

- No existe promoción por parte de la editorial de ningún tipo, ni la mínima que este medio a través de las redes sociales u otros soportes puede ofrecer.

- De los 110 o 120 ejemplares que me quedé, me restan dos o tres.  15 o 20 vendió mi marido en su trabajo el primer día. Con ese dinero "extra" me pagué el viaje a Madrid para la presentación.
El resto los he ido regalando todos, el 95 % a amigos  y conocidos de este medio. Yo les pedía su dirección postal caso de no saberla y se los enviaba por correo físico. Es decir, casi los obligaba a hacerse con él. Muchos pueden atestiguarlo.

Así, me siento muy contenta de que ese libro haya llegado a Argentina, a Francia y hasta a Turquía, Estambul, y desde luego a  muchas zonas de este país, la mayoría muy distantes de Sevilla, mi ciudad.
Ah, algo que me satisface también mucho. Un ejemplar está en la Biblioteca de la fundación José Saramago (alguna entrada en este blog tengo hecha al respecto).

Total balance: muy positivo. Se ha vendido muy bien.

¿En números?, ah, sí, se me olvidaba.  Al parecer tengo 28 y pico de euros en "positivo".

;)
:)

miércoles, 5 de octubre de 2011

Luna, flamenco y otras perlas












Tango
lección primera,
gratis, golpe y banda fea.
Arguye el doblón sellado
de tu fardo.


un dos tres pie,
un dos tres pie,
un dos tres pie,
no puedo, no puedo. no debo, sí quiero. un millón de euros mal comidos, ¿cómo si en el dinero todo negro?, está tirao de precio para ser flamenco pero no puedo, no puedo, quién me mandaría llamar al número del cartel, un dos tres pie
un dos tres, pie
un dos tres, pie
no puedo imposible, manolo y el niño lo quieren, me quieren, yo no quiero, no me queiro, sí quiero,
no puedo,
toda la vida culpable de nuevo siempre lo mismo, mi conciencia,
mardito parné que por tu curpita… ¡no, joder! soy yo!
un-dos-tres pie, un-dos-tres pie, un-dos-tres pie, con mis tacones del chino imposible, unos zapatos de flamenco, tengo un pie tan pequeño, un millón de euros más lo que cuesten los zapatos, una falda apropiada, yo siempre igual, como no me cuadre estéticamente, no funciono, me la hago, no tengo tela, seguro que algo encuentro para apañar, que no me dé calor como la de ayer, no puedo, no debo, hombros arqueados dobladas ligeramente las rodillas, me caigo así, ¡si yo sé bailar sevillanas!, me caigo, perla, al menos sé medio mover las manos, no conocía el abanico de los dedos, qué bonito, y necesito cerrar los ojos, tanta luz, necesito cerrarlos, cómo los cerraba y oían mis ojos desde dentro, perla, qué difícil es, parezco un pato mareado, no, un palo tieso, mi miedo, se me envara hasta la cara, qué fea en el espejo, ¡por dios!, mi puñetero sentido del ridículo, no me miro, miedo tan tímida, tengo que mirarme, necesito conocer , un millón de euros, me suelto, cierro los ojos, entonces sí que me suelto, ¡entonces sí que me suelto y bailo, ¡y bailo!, ¡y bailo!...¡puedo!, el algo menos del millón de euros que cuestan las pistas de tenis en el mes, el niño, las pistas, ¡eso es!, lo uno por lo otro, el niño ganó ayer su primer campeonato, de consolación, sí, vale, pero es la primera vez, y lo ganó, ganó, el trofeo de cristal, como los que nos trajo de sierra nevada, una señal, ¿será una señal?, no debe perder el tiempo conmigo, ay, mi niño, qué grande, así tiene el viernes más libre para él, es más dinero que el tenis pero también es más en mi cuerpo y en mi mente, el flamenco, sudé como un pollo, mis brazos se afinan mis costados se alivian se estiran mi vientre se encoge domino mis piernas no las varices a mi cerebro, luna tan fina, ese estilo, luna, y el correo tan inesperado de anoche con tantas fotos de la luna, ¿será otra señal?, cadera no tengo, pero la de verde del video tampoco, ya volará, ya dará el guantazo al aire tango flamenco tengo que comprarme los zapatos, tacones más gruesos, no se me clavan en el empeine, mi alergia, verde, el mar, el mar, ¡eso es!, ¡la foto!, esa foto de la serie de la playa, la bulería de camarón, no es tango pero es flamenco… y tan blanco, tan blanco, esa foto tan mía, tan mía,
¡ay, luna!...


Zapatazo, zapatazo, zapatazo.


marcar,
un dos tres pie, un dos tres pie, un dos tres pie


cuenta conmigo, luna


ay, luna que habitas en los mares oscuros




y yo conmigo


Ya Puedo.
Arte con mi cuerpo.


luna... que ya nos vemos.


Sofía Serra, 5 de Octubre de 2011


(Sigue en mi blog de fotos: "Ay, luna que brillas en los mares oscuros")


(Nota de la "redacción": esto no ha nacido con intención de poema. Quería dejar constancia exacta de circunstancias. Son retales de vida, en "prosa" de mi mente, de los que tal vez podría haber salido un poema escrito, casi seguro, es decir, obligada a no llegar a resultar poema, me atraía más la otra posibilidad: poder decidir conscientemente que sí voy a ir a las clases de baile flamenco. ¡Estoy loca de contenta! Emocioná hasta los tuétanos. Se me hace realidad un sueño de hace décadas y décadas.)
 
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