Sin huesos
He estado cerca del mar tan lejano,
tan mío me parece como los pasos
que la ola ha avanzado para lamer
mi cuerpo tan pequeño, tan inabarcable
por sus brazos líquidos con caída de sí
y de mí, tan mío
como su cercanía y a su enormidad
la he abrazado en mi regazo
porque tan sólo, tan solo y en su soledad,
me ha avenido dándome la bienvenida
en su sólido seno sin límites ni nombres.
El mar me ha modulado
moldeándose a mi sino
de mujer que lo embarca
aunque no lo abarque.
Ni mis costillas se han quebrado,
ni su retiro de ser de nadie remite,
pero ambos fundidos hemos hablado
de amor, de yeguas, de aire,
de mareas con intemporales tiempos
como sus arenas tiernas
como mi carne, y él, tan tierno también,
ha abierto mi cuerpo a su eterno,
a su sino tan solo
de mar entregado a mis brazos
ya sin orillas que lo labren,
yo, sin llagas que haya de sanarme,
él y yo ya transparentes
pero uno siendo
la piel de ambos
como dos mundos que se entregan
el uno al otro en encuentro perpetuo
a su ritmo y a mi canto.
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