Reconstrucción
Avanza la nube plena de agua
desmembrando el contenido
del rizoma seco que ya abandono.
Duerme plácido el campo
despertando a los caracoles
antes enquistados bajo la piedra
o sobre la reja de la ventana.
Caminan sedentes como naves
sin agua, porque agua liberan
para su nauta agreste y terrena.
Camino despacio sorteando
crujientes pompas jaspeadas
que no saben de mis pasos.
Evitar mi peso sobre la tierra,
saltar de brizna en brizna
como la mosca que apenas
vive aún. La responsabilidad
de mantener el equilibrio
entre mi cuerpo y sus mínimas
casas y la giganta que me permite
dormir sobre su piel de tierra
rosa y verde. Ahora que los amarillos
asoman como vertientes vivas
de perfume destilado sin almizcle
que lo conserve, suelto la mirada
blanca, me balanceo abrupta
sobre las piedras que la lluvia
barniza confundiendo las sendas
de agua de pequeños trotamundos
ávidos de hambre verde. La pizarra
de la noche dibuja la escena
de mi pueril culpa: cuando piso
un caracol, destruyo hogar y ser
habitante de un pequeño mundo.
El mío, tan gigante como yo
para el rizo de cal viviente
que bajo mis pasos cruje
ya muerto, aplastado y deshecho
por la ceguera de mis pies
recién levantados. Con la luz
de la mañana, seré forense
de mi propio escenario del crimen.
Cómo vivir en paz consciente
de mi torpeza y mis ciegos pasos,
cómo ser capaz de mantener
el equilibrio entre mi tamaño,
mi sed de lluvia y mis deseos
cumplidos por el cielo,
cómo triunfar permaneciendo
libre de culpa si de cuerpo
vivo y camino,
cómo ser como todos ellos
inconsciente y sin miedo
a gigantes ciegos, destilar agua
de mis pasos secos y enternecer
mi peso, aligerarme como la brisa
que la lluvia trae ablandando
el aire huraño, minimizarme,
desleírme sin desaparecer
de este mundo nuestro y suyo,
por no truncar sus vidas,
por tornarme agua senda
que a las yerbas que los alimenta
alimente. Cómo ser ser vivo
de mi especie sin maltratar
el paraíso reconstruido.
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