sábado, 20 de octubre de 2012

La cebolla

circunstancias inevitables
por las que sordinamente
el deje fluye y lo único previsible
se convierte barro en tus manos.
luego se seca, se endurece
y no puedes hacer nada
Lo dejas caer
y estalla,
con los pedazos me hago un collar

Puntiagudos fragmentos
de materia cáustica
que hace media hora, salvajemente, es decir, naturalmente, confluían en armonía proyectando el futuro claro y reconocible de la creación, la salvedad, la redención, la progresión, el continuo, lo que se debe hacer, lo que cada alma debe procurar más allá de pensamientos, creencias, apetencias, voluntades, neutral, regida tan sólo por la moral amoral, es decir, por la moral de la no costumbre, de la no inercia, ¿hasta cuando beberemos de alimentarnos, de poder alimentarnos?
la reducida armadura del miedo en vez de la segura escafandra de la creación.
Echo de menos mi fuerza transportadora de huidas, ¿qué se me escapa en un mundo tan doloso? El hombre hace mella y tiraniza a la justicia. El más justo fue Ulises, el ingenuo, el sabio

comprender hasta cierto punto
sólido
y regresar, seguir
continuar mi sacbé horadando verticalmente y dejar la costra de la nomenclatura para los necios, los sordos, el vociferío, los regalantes. Los dadores son lo contrario. Dan, no regalan. Contribuyen, no atiborran de empréstitos personales cada barrio por donde se pasea la locuaz sordina de los hombres. Sembrar una cebolla y verla crecer hasta que florezca, ahí radica el misterio, la soledad del barro eterno, el nido en el que un minúsculo grano seco termina desplegando fibras de verdes esmeraldas alcanzando el aire, el cielo el azul o las nubes en busca de la luz y todos los componentes universales de la vida, aminoácidos, minerales desplegando anatomía, ejerciendo su derecho al VIVIR pero a la vez creando nuevos y pequeños mundos, orbes saboreados , veneros de golosinas, espléndidas vistas desde el oteo de su flor abierta a todos los insectos, la longitud de la cebolla realiza acto de clemencia al dejarse arrancar de la tierra para ser llevada a la boca del más grande insecto. Perdona. SE DA
Cebollas y cuentos varios
la infinitud del mundo
por estudiar y cantar, oh, mis verdes más asombrosos, lúcidos amantes, qué bien sabéis gobernar los vientos como sólidas ramas, como las flexibles hojas de las palmeras, la velas desgarradas del mástil de la poesía.
Hubo una vez un pozo que se declaró desierto. Secaron los hombres su abertura natural, abrocharon su hueco con la piedra granita. pero el agua seguía corriendo sesenta metros más abajo. andar dos pasos y el ombligo zahorí advierte la onda sísmica, el radar, la suculenta transparencia para sus ojos, el devenir, la amistad de la tierra y el hombre, permanente amistad entre lo dicho y lo elaborado, la condimentación, el arte culinario de la verdad (es verde, madre, es verde como la esperanza). La congruencia. El único tronco. El bastión de lo verdadero.
caminé junto a ti o yo
o mí, pero ya mi nave parte,
hay una tierra que me espera,

negarse al todo para poder considerar el todo.
benefactar, benefacer, beneficiar
bienhacer
biennadar
bien-a - dar

la dádiva y el sol.
Y la cebolla.

me he ido
Nada pudo emitir tu voz.
el silencio es arrasado
por la permanencia, me voy
enquistando regalantes

cada día que pasa soporto menos la prosa, ni la prosa ni los versos prosaicamente elaborados, el lenguaje antinatural corrompe cualquier aliento. Son el discurso, efectivamente, son la ruptura del curso, de lo que mana, del orden natural del pensamiento.
Aristóteles lo complicó todo, mil páginas para decir dos palabras, una idea. Sobran muchas palabras en la historia del hombre, más libros sobran. Los pésimos escritores, no soporto la literatura, la ficción, ni la explicación. El lenguaje poético es el show reality de nuestro cerebro, ¿existe show reality menos telebasura? Lejos, la manda bien lejos, a la basura que se engarza en nuestras neuronas. Consigue desplegar velas al viento, suelta jarcias, conquista el aire, libera, rompe el cráneo desde dentro, es la fuerza embalsamadora de lo único que merece ser conservado: el alma exacta de cada burbuja de aire, lo inaprensible.
Ese es el logro del lenguaje. Sólo existe un lenguaje con palabras, el poético.
Todo lo demás es enfermedad. vicio. virus. inutilidad.
Hay muy pocos poetas en este mundo. Yo sólo conozco a dos o tres. Pero me duelen los ojos de leer la palabra incrustada en sus obras, de palabras o de hechos. Una purga de la nomenclatura, eso es lo que hace falta
La cebolla es un muy efectivo purgante.
Que lloren.
Pero que no digan que escriben poesía.

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