que oigas los lamentos
los avisos
aluviaron alondras en los jardines.
Por más que lo señalen,
ellas me cantan siempre
como él.
Ni las amapolas ni
la senectud de la herida ni
la yerba verde ni el narciso.
Un único omóplato
cohabita en mi espalda
disparando contra
la ferretería de las articulaciones.
Si como Wilde me absuelvo,
responderé al diente de león
que no nace en primavera,
que sed salvaje es su nombre.
Sofía Serra, 11 abril 2011
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me gustó. la primavera nutre y actúa como anti-inflamatorio o me lo parece
ResponderEliminarPues más me ha gustado a mí tu parecer, Jorge, que hasta me gusta más el poema y todo, fijate tú,... :).
ResponderEliminarLo que siempre decimos, las cosas no son hasta que otros ojos no las ven...
Gracias
Un beso, Jorge