De lejos, llegas desde tan lejos,
y tan certero en mi herida clavas
dolor
cuando sólo había hueco
y plasma ya, agua lenta sin ambages,
marea baja.
Aquí bandera o isla,
allá en tu recuerdo,
que es aquí dentro,
un soldado en alguna cueva
bajo la manta de piedra.
Lía un cigarrillo entre sus dedos
mientras yo intento acariciar una mejilla.
¿Con qué nombrar lo que nos separa
si a este arrastre que me suma y me abandona
añado mil gotas de lluvia desvirgada,
(ya con tierra donde engendrar)
morrenas y riachuelos de cantos estriados que avanzan rodando con estrépito?
¿Cuánto habitáculo celeste nos corresponde?
mientras más caminas
hacia delante
más se acerca la memoria
desde atrás
en el borde del precipicio.
Y el mar
brota desde la sima.
Se resquebraja esta lasca
como agrietó esta frente
tu mirada vítrea de soslayo,
de ni un atisbo de tu latido
que ya no bate.
Suelto y al mar.
Así te fuiste.
El soldado permanece liando su cigarrillo en la cueva.
Se ahueca la tierra y yo enmudezco.
Conquistó el alba como
conquistó la bandera en Iwo Jima
mi soldado,
corazón, verde y extracorpóreo corazón.
Sofía Serra, Enero 2011
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Ese otro lado, a veces, está tan cerca, que aunque "objetivamente" es mayor la distancia, "subjetivamente" lo sentimos más cerca.
ResponderEliminarAbrazos
Yo creo que si lo sentimos así, más cerca, es porque objetivamente también lo está, :)
ResponderEliminarMuchas gracias, Ilkhi
Muxu (ésa sí la sé, :))