martes, 25 de enero de 2011

Los cotiledones

Sigo corrigiendo mis parasoles...bueno, los míos no, los de Afrodita...;)
Aquí va otro de ese poemario, "Los parasoles de Afrodita".


Los cotiledones

Fuente y albedrío libre de junto a mí:
ya sobrenada tu agua bañándome
desde mis manos que sobre ti han sudado.
Suerte-sal y urbano renombre del monte sobre el monte de Venus,
o sobre la colina del loco,
hacia esta orillas vivas de estuario
que se abre a la barra del río que me hace y renace.


Ay, amor, cómo destilan néctar
las flores de estas jacarandas,
altas, altas como los rascacielos.


Desde estos valles de verde amapola,
yo respiro exaltada sobre mi cadera unida
a tu alma cerrada de vértigo
a los dólmenes que sostienes con las puntas de tus dedos,
a los adoquines mojados,
al pilar-soledad de tus saltos sobre las vendas de seda de la droga blanda
de las carnes acicaladas de las diosas que no son griegas.
Solapando temblores, apisonando tu bomba-corazón
bajo las otras humanidades, las otras voces,
las vampiras de la celeste sangre.


Y todos abastecidos sin saber que el agua que bebemos
no proviene más que de un mismo pozo que no tiene nombre.
Mar eterno, mar sin orillas, mar subterráneo bajo la costra dura de
la nomenclatura.


Ya se yergue salvaje y sañuda el ave de la suerte. ¿Suerte?
Suerte nuestra de ser de Hombres.
Sino lleva otro nombre sin nombre de vida y marea, la vena
que nos atraviesa de parte a parte y no duele.
Ay, salvaje yunta, ay, clámide que te espera,
velo opalino a horcajadas sobre tu cintura.
Tanagra abrigada, ¿a qué esperas para desembarazarte
del telúrico manto de lino que te ampara?
Luce como la Venus de Milo, aun sin brazos,
luce cual estatua blanca de alma y
vida predispuesta a tornarte
en manca y grande esposa viva
del hombre y su tierra y su agua clara
que mana del pozo del que ya naciste.
¿Libertad manca?...libertad plena.


Cerrada la puerta de amapola,
viva no olvido que tras el paso de la corriente
de aire no quedan más que germinales nuevas semillas,
tartáricas visiones de quien anduvo soñando muerto
que duerme sobre la cama de su propia osamenta
clavada al suelo de sus necesidades.


Canto al poeta en paro, canto al de celeste sangre,
al derrotado ante la tierra,
ante los ojos de calvario del semejante.
Canto a la vida fecunda que adquiere nombre de vida
más allá de tus manos o los cotiledones de mayo,
canto serio sin sonrisa de risa: nunca ríes, poeta de ti.
Come risa, come vida, cómeme.
Cultiva mis lágrimas, lava mi ropa, revuélcame en tu cama.
Acoge en ti algo más que el nombre bajo el que te abrigas.


El poeta quiere estar sólo. ¿Qué le pasará al poeta?
El signo por sus alas o el saco desgajo
de su vientre descuartizado.
¿Qué le sucede al poeta que ni sabe ni contesta?
El poeta tiene que estar solo, ¿cómo puede vivir el poeta?


Poeta a más contra el viento, poeta a más contra la suerte que surte
poetas de más y más voz contra la mansedumbre
y las vieras de peregrino hacia el lugar que ya sabemos.
Que no es Dios.
Sólo libre y pendenciero contra su alma,
el poeta nace más allá de la entrepierna madre o las almenas que amilanan
la sombra de las nubes bajo tu cielo, bajo tu cielo,
hunde tus hombros en el poder de la mies,
llora al nacer, que así cantaremos
con tu soplo los que nos pudrimos, los que morimos, los que abaratamos este silencio
en estos míseros cantos de gozo travestido.


Ya ves cómo abro esta risa a caudales de dos manos llenas
de aire va, agua viene, tierra fértil, fuego mío,
sentencia a sangre de poeta abrasada en viento,
no más que ente divergente ya sin voz, aún sin flores y sin llanto:
no más que dos cotiledones abiertos al sol de mayo.

Sofía Serra 2010

1 comentario:

  1. Estos cotiledones los veo, bajo "Tus/Los parasoles de Afrodita", esperanzadores y preñados de futuro, y a ti te veo "metida" en estos versos, siendo tú misma.

    Abrazos telúricos.

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