sábado, 10 de marzo de 2018

Dos almendras



Almendra japonesa

Los restos y tanto frío
que me acosté a dormir
la penumbra del estómago,
lo que restaba y tanto frío
a dormir como si cielo
fuera el cenizo rojo y verde
de invierno que está triste,
muy triste con sus restos,
como las luces anglosajonas
bajo la niebla tan triste
como un suelo mojado
por la niebla,
algo sucio
nada puede
quedarse
asentado en él,
tan triste ese suelo
como la luz de las almendras
cuando se hielan y las hojas
de su árbol ya han caído,
ya han caído como las cortinas
del aire empujan mis brazos
como hojas caídas
hasta el suelo gris o verde
de la noche y el lamento frío
de la esperanza métrica
como ese fruto encerrado,
como esa cáscara dura
que no hay quien la rompa,
ni mis manos ni mis ojos, y quién,
qué si no debe romperla
sino yo, o yo dentro de ella.
Para qué, se pregunta el boreal
que la congela.

rumbo o derrota o victoria,
o intransigencia o victoria,
ser capaz, quizás solo
la nobleza del antiguo samurai
me delata. Con su espada
y su coraza.

(De "Los restos")

jueves, 1 de marzo de 2018

Sin nombre




Noname

De qué hablaré ahora
que ya no sé decir
nada porque todo
muero y vivo.

Dónde estás que hasta las piedras
cantan tu nombre, cómo,
cómo no sucumbir ante su límpida
melodía que atraviesa pulmones
de espanto cercenando, de un tajo,
cielos oprimidos por el peso
de un norte o un sur, un oriente
o un poniente centro se me centra
el amor entre mis pies clavo
la dicha, lo dicho
con tantas vicisitudes
que se funden en el olvido:
Vuela, vuela alto el pájaro entregado
al aire matutino, las hojas perennes
le devuelven el mudo devenir
de la luz entre sus alas, gobiernan
sin que ellas sepan ni sus músculos
adviertan el sistema nervioso
que las nutre de libertad,
paz para los hombres
de ancho vuelo amor
para amarse a ellos mismos
siendo solos siendo
mirlos, tórtolas, ruiseñores o buitres
poderosos que sobre el aire
caliente o frío clavan andando,
vuelan rotando la superficie de un mundo
sobre la que hoy camino
con estos pies ya desnudos:
Huelga el cielo, huelga la tierra
así como el infierno, huelga
el camino huelga estando sola
la luz y su paciente espera
a que el horizonte gire
para inclinarse o levantarse
según disponga ella, yo,

tú. Tú no tienes nombre.
Infrinjo sueño,
nido sobre hojas verdes,
obtengo suelo donde me poso
a pesar del llanto del rocío
del ciprés eterno extraigo
el supremo clavo con el que centro
el mundo sobre el que la luz
girar puede no olvidar
su ser
de cerca y dentro.

(De "Los restos")

miércoles, 21 de febrero de 2018

Conjurando a la lluvia



Noche iluminada

Así, sin imaginar la luz,
como un deseo batiente,
como abrigo en mí
tu amanecer de lobo joven
aullando alegre,
como la selva anudando el paso
de tantas vías que se extienden.

No cesa la noche de verter
lágrimas lloviendo el cielo.
Pero no las nubes grises, sino rosas,
no la tristeza roza el suelo
recio de adoquines. Sana
la lluvia haciendo
reír al aire como mi boca
se abre a la sonrisa blanca
de un día que aún no se conoce
ni a sí mismo.

Juegan las gotas a juntarse
para lamer la calle y las farolas
a divertirse vistiendo
de lamé dorado a las paredes.
Roto el silencio de la nube parda
canta el aire bajo el agua:
un infierno de alegría,
un cielo negro tan natural
como la vida misma asoma sus ojos
a mi alma también dorada,
llueve izando el día nuevo
con la escena satisfecha
de un sueño que canta
por bulerías mojadas
al compás de las palmas
de lo dicho y la dicha
presentida.

Con los barros y las piedras,
con el agua, con el aire,
con mis oídos
dibuja el cielo el suelo
que me ilumina y me hace,
si no más tuya, sí más blanda,
más fuerte, más brillante, más licuada
más alada con pies más bellos,
o sea, más de ti, más del cielo,
una especie de milagro
que solo acontece
al sonreír la noche
al sonreír a mi alma
que sonríe al futuro día
y la lluvia que él depare.

(De "Los restos")

viernes, 16 de febrero de 2018

Torres casi de arena



El adobe

Todo Barro Soy todo
tierra toda agua
y piedra.

Una calle
cualquiera que mira
se deprime como la derrota
de los amantes antes de enaltecer
su deseo ante el fuego.

Los fuegos de artificio no calientan,
la mentira del arte preside
nuestras pupilas y nuestros oídos.
La maravilla fácil convence
a la estrellas para retirarse.
Solo un soldado permanece
mudo ante la espera de su vuelta.
Permanece, él siempre permanece
en la sentina de la calle,
bajo el piélago de mirones
y adoquines, se compadece
de la torre: ella nunca puede
tumbarse ni doblarse ni ovillarse
a refugiarse a descansar
por muy de barro moldeable
que esté hecha. Cocieron
el adobe a fuego de infierno,
allí abajo, en la sentina de la calle.

Tú de piedra, tan dulce y tierno,
yo de barro, tan amarga
y nada dura todo blanda
me hace corteza
de hierro orinado:
Lloro como una enana blanca
a punto de ser
super-nova
de barro.

(De "Los restos")

lunes, 5 de febrero de 2018

Derribar muros



El muro florido

Y es que el muro se socava
tan lentamente pero se socava
como un jardín descubierto
por el índice que con su yema
blanda acaricia cada guijarro
de la argamasa tierna
que une a las piedras
que levantan la muralla.

Y a dónde irán tantas piedras
cuando nada las una salvo
el viento azul y salobre
de este descampado.

Soy un tú que se arrecia
combatiendo cada semilla
que siembro, no me quedan
dedos para escribir
en tu barbecho, retiro
cada piedra con la boca,
de tanto esfuerzo, mis dientes
se han destrozado, solo
me quedan labios, ya endurecidos
por el sabor del frío
de una primavera tan fría
como el silencio de norte
derrumbado, algo así
como el muro que se puebla
de verdina, hojas y flores,
como construido con palabras
a falta de manos
y de tierra y de luz,
o de suelo o de cielo
sin consuelo posible.

(De "Todo más claro".)
 
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