jueves, 5 de mayo de 2011

El precipicio

El precipicio

Allí estaba ella, él entregado a la libertad
donando sus capicúas flores,
flores como orgasmos quietos,
arrítmicos, suspensos de lámparas
implícitas sobre el escenario.
La jornada partió el camino,
el camino se sostuvo colgado
de los dos salientes sobre el río,
el río fue un hilillo de baba
resbalando por la comisura
izquierda de tu boca.

¿Hasta cuándo dormirás
ahora que han encendido las luces
los vecinos y puedo contemplarlos
eliminando las huellas de su crimen?
Qué bello el río recorre
la calle al fondo
cristalina llego
me rompo y estarzo sobre los adoquines.

Adolezca de todos los gozos
con tu nombre mientras
no te averigües mientras
no te sane la solícita
costumbre de dormir al viento
del voyvén.

Tú y mi despedida de ti.
Tan lejanos vados.

Sofía Serra, Abril 2011

martes, 3 de mayo de 2011

"A un artista de las dos dimensiones" (en audio también)

Cuando lo he visto subido, me han entrado ganas de grabarlo en audio, así que repito entrada y la otra la borro. Hace ya mucho tiempo que no lo hago, creo que demasiado.



A un artista de las dos dimensiones

No son rosas, ni falta que hace.
Deberían inventar un nombre para este estado:
el estómago ancho, no cebado, la percepción
de otro que se asimila en tu sangre,
en cada célula, en cada vestigio del paso
del pensamiento
que es el que siente.
Conciencia.


...Que para la rosa
baste nazca la flor,
el vuelo de tus pestañas embarcando el cielo
en el dibujo preciso de la mirada.
Ni un traspiés, ni un sinvivir, ni un convenir.
Un tú y yo y la espera del sol
resbalando por la fuga del suelo.
Evidencia.


Y me sobreseo,
y me sobrevuelo por tu rondó del aire
rozando la curva de la hechura plana
que aproxima fiebre al acceso de tus dedos.


Así que el alba nació.
Blanco que no sé de dónde viene
ni hacia dónde me mueve.


Sí y no, que ya me confundo.
Sí y sí, que ya planea el mundo.


Fluir con una especie de condena,
llegar con cierto destense de las bridas,
quebrar, penetrar, desvestir…
Desprender este espacio que a mí sola entorpece.
Lograr aplastarme hasta habitar tus dos dimensiones.

Sofía Serra

domingo, 1 de mayo de 2011

Cae el cielo

(Sigo corrigiendo "Los parasoles de Afrodita")


Cae el cielo
Sus garras, fasces de hierro.
Mis dedos, suicidas pétalos.
¿Habrase visto tamaña torpeza?
¿Qué me reventará por dentro
cuando Ella se exhibe
engañando al hombre con el tiempo?


De la nada al silencio,
del blanco al trecho que nos aísla
disolviéndonos como sendas trazadas en el agua,
nos bebemos.
Calmamos así la agonía en la batalla por ser amados.

Cálmame, cálmame. Bébeme, bébeme.
Ábre-te-me-abre
este insufrible sordo batir de ensenada
contra su propio aliento
de lame y lamina arena
de color y piel de tu gemelo,
tu curva,
tu lado costero que me embate
al son del pulso caliente
de mar y combate,
de mar y su arrastre,
de mar y su agua, su lecho blanco, la cama
del mar con sed de hambre a mis venas,
a mi gusto, a mi carne, a mi alma,
a tu sal.

Cegada la paloma
se desoja por hallar el consuelo
que la encarne
en verbo puro de un cuerpo
vivo vagando por el suelo.

Yo hoy calle mi voz.
Yo hoy sume mi boca y tú
inspires y venzas y goces y sufras y llores y te entierres en la fecunda,
germines como el verde y florezcas como el pico del mirlo bebiendo del sol.
Yo hoy soy ya muerte de mí
y de las aguas y de los aires
y de la rama.
Ya hoy callo.

Callaré mientras vivas,
callaré mientras voy muriendo,
callaré ante ti, callaré, callaré, callaré... Cae el cielo.

...Y la palomas sangran... Ay, cómo sangran las palomas.

Mudad, mirlos blancos,
a otros lugares u otros colores,
que yo con mis plumas vuelvo a tierra,
que yo a mi cielo caigo.

De mis pupilas nacerán las flores, armas vestales
que empuñaré con mi miedo.
Vosotros, posados en el suelo emplomado
con sus pétalos, seréis mi armadura.
Ella sólo polvo seco
que moldearé con mis manos y tu lluvia.

Y beberé, beberé y beberé de ti.
Y hallaré tu llanto en mis párpados cerrados.
Y arrullaré esta ensenada abierta con la templanza de tu ansiado adviento.
Y revelaré esta fotografía sobre tu boca,
y tomaré de tus dedos,
y ensancharé mis caderas
como tú consumes de las curvas de este mundo
lloviendo en norte con las cosas serias.

...Somos tan ricos, ¡somos tan ricos!
En la tierra renazco.
Cae el cielo.

Sofía Serra, Mayo 2010

viernes, 29 de abril de 2011

Como el no

Como el no

Tú frente al mar y encerrado
en el frío luto
de los pasos de tu frente sobre las migas
y tú abierto y eterno no
socavando cada peso de la habitación
donde el pecho respira minucioso
ondeando el leve viento y tú
frente a ti entretenido
en tu boca tánatos del mundo
resecando los pequeños signos cantores
con ese daño como daño…

Eros fue convocado en la tierra y se ausentó.

Sorbe como la escabrosa causa
introduce sus venéreas raíces
extendiendo su vientre de odalisca
sin dolor apenas mas que una leve comisura una
apenas rendija por donde se escapa
sola y lenta mi de ser de ella
y me rehunde y me enhorca en su temblor
como si sólo fuera apenas roca el no
apenas humus reflejo apenas evaporado
grisú de sus sales…

Escribían negros texturizados
como si la piel y el sexo
y las caricias y el sudor y los besos y
y el lamento
y el consuelo y el dolor y el deseo
y el ombligo y mis ovarios
y la sangre la sangre la sangre
pudieran desmenuzarse en hormigas:
la marabunta.

Se ha pervertido El Grafos,
como si no los cuerpos
ni los huesos ni la carne,
como si no engendraran,
como si no él hubiera nacido:
Huevo huero tras tanta hemorragia.
Sin embargo.

Sofía Serra. Abril, 2010

jueves, 28 de abril de 2011

Al través

Al Través

Pequeños signos cantores
tan mínimos y desfallecidos
como la consigna asediada.

Al terminar, se deduce la escafandra o
la tensión arterial obstaculiza
los privilegios del paso de la sangre
libre por sus regueros de vino:

una prebenda y un pusilánime sentido
del estorbo. La juventud y la luz
sojuzgada por otros destinos,
paradisíacos o no, se sometieron.
Encontrar, más allá, agranda los ojos
de burra tiene los ojos, tan grandes y
francos como los de Platero.

La libre calma abierta a toda la duda,
la duda piedra perdida en el río,
la rueda en la quinta avenida borbotea
orgasmos a toda pleura.
Quejumbrosos soldados
quedan a medias
hundidos en el limo aceitoso
de la memoria y en el huérfano descuido
que se trabajan lentamente, se horadan, se inmiscuyen
entrambas
superficies por doquier, superficie fundamentada.

Al través
de un allá
hasta aquí.

Sofía Serra. Abril,  2010
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.