sábado, 13 de abril de 2013

La salud exacta II

La salud exacta II

Recuperar paisajes emocionales de la vida de una, paisajes gratos que fueron robados medularmente, es decir, arrancados, desentrañados a sangre y casi a fuego. Ésta es la otra forma de salud que debemos perseguir. Dar la oportunidad a la justicia poética: Este año bailaré con los mismos pies que me rebanaron.
Hace 11 años que no piso La feria de abril. Primero él murió un 31 de marzo, mi padre. Dos semanas después  no estaba el horno para bollos, sobre todo porque nuestros días en la feria (escasos, uno, dos a lo sumo, el resto, aprovechando las jornadas no lectivas para el niño, los aprovechábamos para escapar al campo) en los anteriores diez años se desarrollaban siempre en su compañía. Después llegó la debacle, los años duros como una condena sin que nada hubiéramos hecho para merecerlos, la extenuación al saberte trabajando, cuando todos se divertían, haciendo mil millones de tortillas de patatas. Allá, al otro lado de la barra por donde se servían, habíamos estado muchas veces felices, alegres moderadamente, disfrutando, con la compañía que elegimos, mis padres, y con nuestro hijo. Hoy trabajabas dentro de la cocina para poder mantenernos cuando vivíamos en el campo, mientras te llegaba o no la oportunidad de un nuevo trabajo.
La fotografía de la amapola que convertí en cartel de feria aquel año de 2005. La hice mientras tú te pasabas la semana a 50 kms de tu familia acostándote a las seis de la mañana y levantándote a las 10 del mismo día para comenzar tu jornada de trabajo en la feria. Haciendo tortillas de patatas. Tú con tu licenciatura en Psicología, tu master MBA y tu inteligencia y tus 47 años, tú haciendo tortillas de patatas para la feria, los siete días, dos años, dos ferias. Y tú sin querer que yo te acompañara en el esfuerzo.

La Feria, un paisaje emocional feliz más que me robaron.

Nunca he sido muy feriante, lo normal según las etapas de la vida. de pequeña con mis padres, abuelos y hermanas. Mi madre nos vestía a las tres con trajecitos de herencia de mi prima o alguno que pudiera comprar, como cuando acertó esa quiniela de 12 y ganó 40.000 pesetas de las de entonces. Fue en primavera. Le faltó tiempo para irse a la tienda de Luis a comprarme el traje que por entonces se llevaba. Después iban pasando de una a otra. Ya en La Universidad alguna que otra noche con los amigos. Sin vestir de flamenca.
Estrenar la Feria, un martes al mediodía, ése ha sido mi mayor disfrute en este tipo de evento donde todo lo demás (bullicio, gentío, ruidísimo, polvo, calor, vino, baile) consigue que, una vez disfrutado, pueda permitirme aborrecerla al menos por otro año más: saciada de diversión, cansada y normalmente con resaca.
Eso haré este martes de Feria de 2013. Recuperar lo que me quitaron hace 11 años. Recuperar lo que es mío. Poder nombrar Abril con farolillos de feria y no con las candilejas de las encinas.
La salud de poder nombrar como yo sé nombrar.
(Y zapatear con estos mismos exactos pies que aquel 22 de agosto de 2002 me cortaron la estulticia, la avaricia y la perversión del estado de Derecho protagonizados por mal nacidos con nombre y apellidos.)



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