miércoles, 13 de abril de 2016

Y los lilas volvieron



Que vuelvan los lilas

Como las lilas de ultramar.
Así me posé sobre la yerba
cercana a tu estanque,
convertí cañas en siringas
hasta inundarte
de ti. Canto y taño.
En honor de las letras me hago sangre,
despedazo cada labio por ver
si al nombrarlas consigo oír
el descanso. Anhelo el otoño
sin que haya nacido el verano.

¿Y si me dejas en reposo?
No morirás aunque duerma,
la luz se hace luz sin el tiempo:
hay algo más.
En el vacío interestelar
coexiste la anti-materia,
¿por qué yo no puedo auto-extinguirme?
Ser capaz de perpetrar deicidio
contra estas cansadas manos,
estos pesados brazos más tuyos
que míos: deja que duerman.
Al parecer, sólo el aire me mantiene
viva, ventana y lumbre,
al parecer, el sonido no ondea
sobre el agua, puerta y límites.
Al parecer, los lilos florecen
sólo una vez al año.

¿Qué tal si me permites apoyar la cabeza
aunque sea en la nube de espinas?
Ahuyentarme. Dejarme en paz de mí.
Auto-ventilarme en un sol,
en una punta,
en un nítido y exento atisbo
del negro sobre el blanco:
¡Puff!, y permitir...
No ser.
Auto-inhibirme en el altar
de las lilas abiertas a lo que sea.
Al blanco.

(Los parasoles de Afrodita. Ed. Baile del sol.)




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martes, 5 de abril de 2016

Cuatro descartes lluviosos



1. Llueve obedeciendo el cielo
mi deseo de humedad.

2. dormir junto a la ventana,
desear transformarme
en una planta o una piedra
a quienes —son personas,
ambas son personas—
el agua alimenta o limpia.

3. dormía al llover tan solo el suelo:
Que el amor recorra las calles
y caliente la tierra con su agua
celeste —cae del cielo, ella cae del cielo—.

4. todo cambio de estado
implica un cataclismo. la lluvia,
aunque caiga suavemente,
destroza el cuerpo del aire,
agujerea la atmósfera.
¿No le dolerá a ella toda
esa metralla atravesándola?

(De "Los cabezos amarillos")

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lunes, 28 de marzo de 2016

Los cabezos amarillos


AQUÍ se pueden ver más fotografías referentes al poemario y al mismo paisaje

Los cabezos amarillos

De los rizomas aguados
al venerable panorama
de los iris sumergidos
como aflora el manantial
desde la tierra hunde
la llama vertical
del suelo de los cabezos,
las peinetas de la pleamar
azul, el blanco y el amarillo
solicitan un acebuche de sal
como las cañas verdes y dulces,
la arena de mi tierra y mi muralla.

Así fue aquel paisaje
donde me extendí ante tu vida,
o para ti.
Aún brotan
los siete colores terrenos,
la luz y el agua se encendieron a tu paso
para que yo recordase ahora.

Llega el mar a la playa
como llegaban desde el pueblo blanco
el cuaderno, los lápices, la bombona
de gas butano, los cuentos y sus regalos,
como si de las Indias vinieran,
y como india tan morena
como la torre que me guardaba.
No tan roca.
No tan alta.
Sí tan rota.
Sí tan permanente-
mente en la orilla.



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viernes, 18 de marzo de 2016

El lugar

El lugar

evadir a la palabra de su gasto,
anclarla al nivel de las posibilidades.
somatizar verbalmente,
pensar con mis dedos en tus labios.


allí estoy, el verde y el gris
del asfalto es mi plano,
miro mis botas y pienso
en las encinas sobresalen agujas
intermedias hincos
de palo untados de almizcle
venden mi alegría
a todo el que llega
a mis manos dispuestas
a obedecer
el salto desde la valla
subo a la piedra
madre oteo
qué será de mí
sino en ese templado horizonte.
lomas azules sueñan juntas
con mi recreo,
el descanso de un alma
al llegar al humilladero
de la desdicha.

pensativa inútil la paloma
me mira aunque yo no la divise.

es que no ha nacido
para la palabra sino
para unirse
a tu pecho
con el mío.



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viernes, 11 de marzo de 2016

Los jaramagos


Los jaramagos

Qué sola y triste
queda la mentira
cuando la verdad
la oculta.

A pesar de pesares
como tú, nos florecen
vejigas en las plantas
, leviatanes escondidos
como pequeños duendes
que nos hacen las cosquillas
necesarias para poder seguir
continuando vivos
maltrechos, o tú, sino,
porque la penuria de tu sino
es el menos de ti,
y no importa hallazgo
si bebo del manantial.

Ellos admiten dádivas, generosas
pulsaciones sobre el terreno frío
de la mula andante y negra.
Ella aplasta con sus herraduras
las flores amarillas cultivadas
erróneamente como especia.


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