miércoles, 9 de septiembre de 2015

Primitiva


Primitiva

Me queda poco sobre que pensar,
un solsticio de animosos cantores
se apiña en torno a las manos
rezadoras, orantes a salvo
de la nieve que golpea
desde el abeto solo
en algunos países del norte.
Serpentean
el cuervo y la herida.

nematodos, Némesis,
frenólogos y otras lindes.

efectivamente nos quedan cuatro días.
efusivamente andan inquietos
a ese lado del mundo
los expatriados como tú y yo
quedamos solos
ante el vecino
que no se movió, no se mutó
en zíngara salvaje y tierna
del zaguán de su puerta.
y me entrenaré en sonsacarte la herida
hasta que no quede más
que albas puntas de un doméstico
desaire de geometrías
apestantes, volutas de la radioesfera
que suministran tus cabildos gozos,
esos que la penumbra sostiene
sobre mi cabeza para no destocarte,
para que siempre acontezcas
aunque yo ya muera,
aunque tú ya mueras
o ambos muramos
ojo a ojo, diente a diente,
de rabo a cola en el otro descabello,
el de las pieles rojas
y verdes.

Descombatir el desvío hueco
y absoluto dejamen
de las cosas.
Denostar aunque no te rías,
perpetrar y subsumir,
contrincar.

En rojo y verde me siento
sobre la tierra, me hundo
en el barro y camino a cuatro
suelas o lados que vuelan alto.
No necesito padres para sostenerme,
me basta el duro suelo
de tu mente y el tierno vello
de tu brazo que enciende el sol,
tú, fuliginoso hombre cuadrado
con verde nuca transparente,
eres mi auténtico amor,
con todo los inconvenientes
de mi verdadero amor,
incluido el desgarro
de mi roja pulpa.

Los goces, para los civilizados.

(De "El hombre cuadrado").




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lunes, 7 de septiembre de 2015

Pelícana (poema con coda)

Pelí-cana

Vejada, dormida, traída
del espanto a las agostas
sienes de la rota quijada
, espléndida insomne
bajo las pestañas de las abejas,
esos lícitos parangones,
la iluminación se extravía
por los juncos y las estrellas
con su azul de simiesco espejo
hendido por las hondas sendas
del blando y subrepticio porvenir.
Obstarán a la redundancia
de la esfera colgada del cielo,
bola inmensurable sobre
la aglomeración del engrudo
entre párpado y párpado
de la mirada de la noche
caso de que se acotasen
las bandadas de esclerótico
plumaje vendidas a tu frente
desde tu volumen de mórula inversa.

Grandilocuente ave marina
con estómago de hielo,
derrítelo y regurgita:
Si alguien conserva la cordura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.

coda (poema en 3-d)

si alguien conserva la armadura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.

si alguien conserva la abertura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.

si alguien conserva la cordura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.

Foto del día 7 del 9 de 2015



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sábado, 5 de septiembre de 2015

Rosa de Siria

Rosa de Siria

Siria en contrapunto de rosa.
El alfanje rompe
El arco entre aquel tiempo
Y el nuestro y el arbusto
De flores y su suelo cubierto
De almas gemelas que lloran.

La paradoja temporal.
Nos encontramos al vernos
Muertos.

(De La exploradora, Ciclo Suroeste.)

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viernes, 4 de septiembre de 2015

Purificación

Purificación

cualquiera sabe
lo que dirías si en tus esquinas
y en tus dóciles sombras pudieras hablar
como el centelleante avispero.
santa faz de mi tiempo enquistado
y hoy grande y vivo santa
penumbra de la fe
en dioses
de pan
de oro,
karma, bendito karma.

Llega y me alumbra,
si una vez
fuiste, dos serás
por dos veces hermosa
la conquista del lugar
deshabitado por la falta
de mis ojos ya cerrados
que la olvidan,
esa circunstancia pasajera
por la que qué más diré yo
que cómo no querer verte,
cómo no hablar
de este preludio asombroso
de fantasía gratis
aunque me aboque
la costumbre del silencio
de hacer pausa y olvido.
Yo te quiero, amor mío,
sin nombre.

A pesar de que amé,
computé el quebranto
de tu mejilla
como si me hubiera caído
por la baranda,
el celaje deslizado
sobre la azotea azul,
tan perenne y vacía
que no me explico
quién ha podido escribir
sobre sus paredes.
algo así debió suceder
el primer día de después de la historia,
un arma inservible,
la letra en el vacío,
las gargantas blancas
ya no existen
salvo en mi centro,
las colgaron como bombillas de colores
al lado del platanal auténtico
que vive de hambre
y de amarillo
la-vanda de
mis fiebres,
qué haré yo
sino llorar por mí sin ti.

la rosa blanca se desmelena en dos:
nacen la tiara y la corona,
el alto y el bajo río,
los geográficas,
las verdaderos.
mi hándicap se ha vuelto mi ventaja:
a mi otra parte, he llegado tan tarde…
Y tan más viva.

Convertir la debilidad en fortaleza:
sola se ha hecho ella sola
transmuta
la arena
en agua mis pies
en la grama mojada
cuando tu refresco llega
como el quemador de velas
de sal del Himalaya,
un fabricante de iones negativos
que purifican el aire de mis neuronas.
voy a descansar estas vértebras
en el sofá entre el té,
las dos onzas de chocolate
y el recuerdo de tus palabras
o lo que escribes o piensas o chapurreas
como los periquitos del vecino,
qué más da,
así, aunque tú
ya no estuvieras,
el humo de tu escape
plantaría verdes en mis fosas
y yo te distinguiría
entre toda la niebla todas las nieblas,
todas las nubes y los mohos
de cualquier mendrugo de pan
que perpetrara un sonido más acuoso
que el de tu oído en mi mejilla
cuando, corazón sembrado en la tierra
de los arriates, mis ojos auscultan
la plenitud de tu pulso,
esa sangre corrida
por los cauces raigales
de la tierra y yo,
la zahorí verde y roja,
con mi traje de india
ululando como el búho:
Ven aquí conmigo
hasta donde yo llegué
cuando aún no existías,
no eres hijo ni tuviste padre,
compañeros somos
a partir del ayer y el hoy
un uno hacia delante.

(De "Solenostemon")


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jueves, 3 de septiembre de 2015

Septiembre

(Creo que tengo escritos poemas que nombran a todos los meses, me he ido dando cuenta poco a poco a lo largo de estos años de escritura y correcciones. Iré etiquetándolos para ver si consigo una especie de pequeña antología, o anuario.)

Septiembre

La paz se aposenta
como hada sin cuento
ni moraleja.
En la soledad descansa,
enemiga encubierta del mundo
y sus arpegios.

silbe la acetona del aliento
que yo me rasgueo confundida
entre las torres en 3D y las viñas doradas.
Los adioses no labran la vendimia,
ellos levantan uvas recitando
el diapasón del vino del mejor año.

la milonga y el cigarro,
el merengue y el palo de nata,
el mosto y el cubata que no pruebo,
el sabor del terciopelo —mío, es sólo mío—
en mis neuronas busca
y anida corcovado
mullendo los afilados cantos
de las piedras de tus riñones.
Excretar y presumir
sales facticias de ubérrimas gramas:
la urea labra de verde
el vejamen de la tierra
y su osadía
y mi posible olvido
de ti.


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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.