martes, 20 de mayo de 2014

La ausencia y la presencia

La ausencia y la presencia

La encina I

se hacen transparentes
venga sino dulce
a la lengua del verte
y mover tu venir
como un río de estrellas.
así la luz diabla de tu entredós
luces flamea la bandera
de espigas del campo de trigo
en abril y sola la encina
sujeta el suelo al ras
de la tierra cimentando
el cielo alimentando
el futuro
pan.

La encina II

Sin interferencias salvo
la de la esquina
donde la torre que
cómo hila, cómo afina
sus cuerdas de luz rozando
la encina ya se me figura
un tierno echador de lombrices
a la tierra, que
cómo oréase, cómo ablanda
la suya muerte que sola
existe en los agujeros iracundos
del gusano de las mil cabezas.
sonríe al aire,
porque el aire reconoce
las sonrisas de la tierra
evadiendo y duplicando
lo que ella modela, la raíz
elevada al hueco del lleno
del aire que el aire esculpe
hasta que se hace el doble:
el tronco y la copa
de la vida la raíz
omitida.

La encina III

El repertorio
anula cualquier objeto
de apatía.
cerca y lejos.
las ventanas se cierran
caldeando los interiores
de tantos hombres vagos
por el mundo deambulando
y yo qué soy, qué soy sino
tan puro y sola quijada
de boca anulada,
de boca adamita,
de boca dolorida.
enquistar, así nacen
los secretos, la piedra injusta
sobre los dientes, la lentitud
del coma profundo
de mi tronco.

lunes, 19 de mayo de 2014

Oración excretora

Oración excretora

Señor, estoy deseando dejar
este mundo, no a mis seres
queridos, no, ni a los árboles
ni al cielo, con nubes o despejado,
ni siquiera al invierno tan cruel
para mis manos, tampoco
deseo perder de vista a las flores
ni a mis perras, ni siquiera
a la mala película de televisión,
o, menos aún, al libro que tengo
sobre la mesa. Pero, sinceramente,
Señor, sí tengo mucha necesidad
de dejar este mundo ya
en las manos de quien lo posea.
No deseo pelear más
por lo que en realidad no es mío,
allá cada cual con su propiedad,
el piso, el negocio, la empresa,
el automóvil, los hijos salidos
de madre, de cauce, quiero
decir, la ironía —las flores
ya te he dicho que no, ellas
no se visten de sarcasmo
ni otras negaciones—, el prestigio,
las ventas, los noes, los imposibles,
las incapacidades en suma
el desconcierto palpable
de tanto mono bajado
de los árboles.

Te los nombré casi en primer lugar,
ellos son la clave de este infortunado
azar que en vez de mona
me ha hecho mujer, hembra
de una especie que no sabe callar
ni trepar por el cuerpo
de su semejante. Rasca, rasca,
quítote las pulgas o las liendres,
te hago mimos con mis labios
de homínida asilvestrada, hecha
cuero de un municipio, de una
civilización que hace aguas
duras o blandas y no,
no sabe llevar pañales.

Señor, llévame contigo
a las nubes redondas y verdes
de mi selva o a las dunas
cuadradas del desierto,
al hielo de los polares mares
o al fuego de las chimeneas
de los volcanes, al pasado,
al futuro o a mi presente,
pero no me dejes más en manos
de su tiempo, que no es mío,
que no, que yo aún sé trepar
por el pecho de mi amado,
que yo aún sí sé despiojarlo
desnuda a la luz del sol,
pedirle que me lo haga
y no avergonzarme
de mis pelos enredados
entre las ramas y las hojas
o caídos sobre el suelo
de allá abajo que ellos pisan
y construyen para no caerse
al abismo.
Y yo sólo me fijo, sólo me fijo,
y no quiero imitar lo que hacen.

Y si no, si no me llevas,
cúrame estos lacrimales
si es que quieres
que pueda seguir mirando.
Si es que quieres
lo que pasa
sobre un tiempo
que no es mío.

Ni Tuyo.

domingo, 18 de mayo de 2014

La inteligencia y la flor

La inteligencia y la flor

Los pensamientos que nos llevan
a las acciones. Hazte la idea,
todo será nada, como exactamente
el fósil amarillo que puedes
desmenuzar entre tus dedos.

El Nautilus no es hoy polvo,
el alma deja huella indeleble
en la otra y la espiral
nos arma de sabiduría
que hasta para besarnos
sirve.

Éramos dos
cuando nos bautizó
el silencio.
Tú no te llamabas.
Y yo tampoco.
Aparece la palabra justo
en ti a salvo en mí.
Como uno.

Como en mis fotos.

sábado, 10 de mayo de 2014

El alma desterrada

El alma desterrada

El corazón no duele,
pero a cambio
el cuerpo desaparece.

La sangre me hierve
y cuando llega a su natural
condensación por el frío
que me rodea, me chorrean
las lágrimas, agua y sales
como la urea que al matojo reverdece,
el poso es tierra donde
el cañaveral germina y crece,
mas estoy
a revienta calderas
y el barco de vapor
busca el otro motor
de aceite y gas
que me suprima
de esta artificial suerte
de esperar sobre margas azules
cuando los amarillos
me destilaron
los siete colores del arco iris,
me explosione y, convertida
en masa humeante y celeste
intangible,
vuele por los aires
hasta mi padre marítimo
una vez
él también se condense
en olas de salinas
y reales y blancas
tempestades, no importa
si pequeñas o grandes.

Todo ha ido aumentando
como la marea sube
y los girasoles
que me alimentaban justo
cuando te oí, crecieron.
Ahora su amarillo
ya tiñe el lugar del encuentro,
del que nunca he salido.
Nuestra es la bandera del exilio
interno y la verde playa
amplia y sola.

Salir de donde no estoy
para llegar a donde mismo
soy, que no soy más
que tú o yo
o el mundo que odio,
pero del que formo parte.

Ni siquiera la tormenta, con su gran poderío,
puede decir a las nubes: ¡no soy vuestra!

No mates los días que te quedan por vivir.

jueves, 8 de mayo de 2014

Rosa de Alejandría

Rosa de Alejandría

en el tiempo justo
de momento, en su estallido,
la obcecación, en el justo
tiempo de la bifurcación ——comienzo
para desandar lo aprendido.

Manifiéstate como una rosa,
sálvame de Alejandría
y su biblioteca en llamas.
O mejor, quémame
como si yo tu
manifiesto fuera
en blanco.
 
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