Si me hubiera dejado llevar por el enfado o la frustración cada vez que se me ha perdido algo hecho a lo largo de estos doce años (refiriéndome tan solo a trabajos en el ordenador) y hubiera decidido parar por ello mismo, no habrían sido escritos casi dos decenas de poemarios ni hechas no sé cuántas miles de fotografías, ni publicado algún libro mío y no sé cuántas decenas de los demás tampoco.
Para que luego el editor amigo me diga que mi poesía no encaja en su isla porque parece que está hecha "a trocitos". Cuando aún recuerdo una leyenda que encabezaba este blog que es solo parco reflejo de mi constante trabajo: "Este blog no es un escaparate de lo hecho sino un continuum del haciendo". Nunca me ha molestado que no le gustaran los poemarios que le he ido enviando. Jamás nuestra amistad y sincero cariño se ha visto alterada por algo tan nimio, tan relativo. Pero una interpretación así me lleva a pensar que no sabe leer entonces, y entonces, entonces, se me caen los palos del sombrajo. Yo no amo a las personas, sino a sus actitudes y aptitudes. Si no hay coherencia, no puedo amar. O sigo amando con todo el dolor del mundo. Porque me pueden los afectos.
O para que contemple cómo la editora amiga, a la que le diseñé su sueño, a la que le acerqué mis poetas buenos y queridos, para la que me llevé maquetando dos joyas durante el tiempo más doloroso del duelo por el fallecimiento de mi madre, solo ha estado chupándome hasta los huesos hasta el punto de tener que decidirme a renunciar a publicar Nueva Biología en la misma editorial que yo ayudé a crear. Ahora un diseño transmutado se pasea por estos mundos. Un adefesio. La gente cree que las tipografías se eligen al azar, que la posición de un título o una imagen en una cubierta no influyen en la armonía, que da igual unos milímetros más allá que acá. Que las horas de trabajo sobre una imagen o una portada son por puro gusto. Que un libro se hace por arte de magia. Sin esfuerzo ni conocimiento, mucho esfuerzo, mucho conocimiento.
Quizás mi único problema es que aguanto demasiado.
O tal vez que los demás aguantan, soportan, muy poco, y, así, necesitan comer de los demás.
O probablemente, que apenas nadie sabe leer.
Y así me siento, así estoy, así me han dejado, chupada hasta los huesos.