jueves, 28 de marzo de 2013

Amanecer en Sevilla

(No sé por qué, siendo de hace tanto tiempo, me han entrado ganas de volver a subirla, la verboluz completa.)




Amanecer en Sevilla

Labrada ya la noche del estío
en este auténtico cántico de aluminio solidario
que seduce a la salvaje y trans-universal gracia
de todo lo flexible, mudable y eternamente temporal,
respira la adormecida de esta vela plegada tras el envite
del viento huracanado en el quicio de la puerta.
Son las manos providenciales del tiempo sobre mi espacio.
Quebrada termina su oración con un amén silencioso, amén
de furtivo ensueño entrevisto en los laureles de la azotea
de esta casa que es casa de todos:
Alma para no tener que nacer
y lograr morir sobre la utopía del canto habitado,
el cisne muerto redivivo,
el ave alada de la conciencia que, al volar,
espanta al espejismo de la lluvia sobre el lago.
No más que agua, agua embalsada y dulce,
agua quieta suspirando a través de sus brumas
por la aurora del canal que la encauce
mudándola en arroyo
hasta lograr ser río
o tal vez mar.

O ya, océano.

En todo caso, agua y más agua,
agua de marea, agua de viene y vamos:
Del agua muerta de los cisnes al agua edénica de los pelícanos.


(Sofía Serra, De Canto para esta era, 2009)

miércoles, 27 de marzo de 2013

Como mi sombra

Como mi sombra

el abrazo extendido y el pie
de la sombra muda (cuándo no,
nunca despinta) que invade el pie
mío como si fuera revés
de su cuerpo yo tan lejos
y tan cerca ave ufana
tú yo cuervo, o cuerva
que no sé, aprisiona las horas
o las engarza con su pico
intentando tejer collares
para el cuello enhiesto
del cisne
perfecto de la vida.

Y yo sólo busco pelícanos.

(Sofía Serra, De La clave está en los árboles)

martes, 26 de marzo de 2013

la huida

la huida

tengo una mosca tras la oreja
que me avecina
a la que llega, el rondó
reinante de prímulas
escenas pretendientes
de un cristal de laboratorio
que tú, tú, tú
abanderaste con la sábana
de los orgasmos huecos —tan vacíos
de sendas al éxtasis—,
nula vereda y puta comerciante
de vino (vino él, vino él)
al por mayor afán
que te embeba jamás
lograrás emborrachar
de grandeza.

me voy hasta nunca
a donde no existo
ni estoy ni so-y
vivo.

( Sofía Serra. De La clave está en los árboles)

La blanca paloma (o el rocío)

La blanca paloma (o el rocío)

va y se gusta venganeando
no sé si una parra
o la tal astarté que sembró
posaderas acá en las dunas.
De aquella vez a cuando
el viento la rastrilla,
el lujurioso encanto usa
polvo de arena entrecruzándose
con el azul dominante.

Algo me descuella
al verte venir.
la túnica con la que me vistieron
los pájaros hace aguas, se desnuda
toda ella la-
mentando la piel
que cubría.

comencemos por este debatir
en primera línea tu labio
me indica averiguarte,
sobre-salir dentro
de tu boca.

Que me bebas.

Sofía Serra (De Suroeste)

lunes, 25 de marzo de 2013

e-fluviales

e-fluviales

sus levas siempre plateadas,
algún ligero ven
a mi entredicho aquejado de
dolor animal —las plantas no lloran,
las plantas no lloran—, la belleza puesta
en prueba, belleza. No otra cosa
jamás tú vas
a venir hoy
ni siquiera a mi
centro nervioso
de viva techumbre
para derrochar
lágrimas o tejidos
hambrientos de mis huesos,
tan transparentes.
mi voz es otra serena
desprendida de sus alas
hasta poder caer en la minúscula
rendija de un tú que se me abre
a veces
allá en la esquina de la península
y el río y yo
tan ahogados
a penas
puedo d-oler.

¿Te llegan mis efluvios?

Sofía Serra (De Suroeste)
 
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