jueves, 14 de febrero de 2013

Amanecer

Amanecer

un océano de lumbre
en el extremo de mi boca
y mi sereno al mar
cuando lo tienes a pedido de tus ojos
de hombre o de tierra verde
como las libélulas que pululan aladas
y beben leche, tan blancas
como la púrpura
que te encumbra
dentro de mí,
nívea como el armiño.

de más está
que digamos
que sí a qué
o vino de más
y en la sobra
he continuado la caminata
marítima cuando te ibas
y te ibas tan lejos que ni las olas,
por mucho que anduvieran bajo el mar,
por más arrecifes y caracolas que arrostraran
en su paso,
—tantas barreras, tantos límites—
por más delfines que murieran arrollados
en sus remolinos,
—tanto dolor, tantas lágrimas—
por más que longitud y latitud
confluyeran en un solo punto
del uniforme geoestratégico:
tu ombligo moreno da la vuelta
al mundo de mi lengua.
Así se levanta el sol.

un insufrible acto de perdición,
sumisión y autoextinción:
el mar parsimoniándose
sobre la arena. Y tu belleza
de hombre contenido
en la palabra.

Sofía Serra (De Suroeste)

martes, 12 de febrero de 2013

el brezo y el hombre y el bramido

el brezo y el hombre y el bramido

      Siem-
bra el
brezo en un a-
brir y cerrar de hom-
bros la vida
brusca se dobla como el nudo del castaño qué diría el árbol qué
          esconderá en su hueco que la duda escapa verde
brava como el
breve día de un verano y su
brisa del momento qué diría el tiempo si tuviera cuerpo o
brocal hasta a-
brumarme, desear a-
brazar el
brete a-
brir aquel
bronco y
bruñido escondite de mi alma amorosa
brasa
breve
brillante a-
brojo de la
brutal conciencia del error, la
broma de la vida, el trampantojo del paisaje y mi
bramido.

Sofía Serra Giráldez (De La clave está en los árboles)

lunes, 11 de febrero de 2013

Los afilados días de invierno… los mejores días.

Los afilados días de invierno…
los mejores días.


Vivimos un presente atestado
de silencios y amarguras,
olvidando tanto sonido dulce
tanta alegría no importa
quien la taña, quien la viva
olvida tu tristeza y la mía
y nosotros
debemos alegrarnos
de ese olvido suyo.
tiñe el aire
otro universo
con signos cantores
que construyen
nuestro próximo día
alejado de ti, de mí
y de nuestra torpeza
de hoy.

Sofía Serra (De La clave está en los árboles)

domingo, 10 de febrero de 2013

cuentas de febrero

cuentas de febrero

por el bosque de los siglos
amén recita la comparsa:
somos uno.

Beberán hasta que muramos
entregados a la lluvia de un día de vuelta.
No somos más que dos
en la madrugada del mundo
opinando beneficios, destruyendo
la correspondiente distancia de tu brazo
al ademán caliente que desarma
cualquier homenaje cantado
al río y su música de piedras.
beberán uniendo justezas
entre la muerte y entre tú y yo
cuando hayamos muerto
brotarán las rosas como sarpullidos
en las ingles de la costa cuando tú y yo
acostados o tendidos no importa
tu mano sobre mi mano
y mi otra sobre tu mano
y tu otra sobre mi frente,
escanciados así dormiremos
como dos niños dos
seres al sol de la arena y las rosas
como aureolas de hielo
en cada fuego de febrero.

aquí un hombre
del todo apuesto
por sus gemidos y mi rosa
sobre su pecho
vengan las flores
porque los niños
a manojos y a pares
sólo descansan perdidos de sí.

aquí una mujer loca,
y tú, algún amor.
Pero no menos.

Sofía Serra (De Suroeste)

viernes, 8 de febrero de 2013

Una temporada en el infierno en el Suroeste

Alguien con Rostro de ángel
me Ilumina en mi particular
temporada en el Infierno.
Soy afortunada. Muy afortunada.
En la fe podría hallarse el motivo:
JC llega para traducir
el aire del estercolero
en purísima brisa
marina.

Dentro de algunos días, alguna semana tal vez, en cuanto termine la maquetación, saldrá en la ciudad de La Plata (Argentina) una inédita traducción de “Una temporada en el infierno”, la magnífica, genial y alucinante pieza poética escrita por Arthur Rimbaud allá casi en el último cuarto del siglo XIX. He tenido la fortuna de poder sumergirme en ella durante las dos o tres últimas semanas porque su autor, Juan Carlos Sánchez Sottosanto, ha tenido la generosidad de aceptar que se la prepare para la imprenta.

No se trata de un libro cualquiera. Sobre la obra original nada que yo pueda decir aportará. Sobre la traducción y el compendio que la acompaña, sí puedo contribuir: una introducción lo suficientemente amplia como para situar al lector cabalmente ante el texto y el estudio que va encontrar, la traducción, no sólo de la propia pieza en concreto, lo que de por sí ya da la medida de la envergadura del trabajo, habida cuenta de la complejidad poética y meramente lingüística del texto, sino también de un apéndice donde figuran previas anotaciones del poeta sobe la génesis del mismo, más un dossier de notas que hacen las delicias de cualquiera con afán de conocimiento o profundización en semejante obra, y donde además pueden encontrarse traducciones de algunos poemas de Rimbaud con comparativas con otras traducciones de los mismos, y que por sí solas ya merecerían figurar como volumen aparte. Si alucinante la obra de Rimbaud, por su mismo tono y fundamento, alucinante el trabajo del compilador y el traductor. Exquisitez poética y rigor científico llevados a su grado sumo se dan la mano hasta lograr conformar la obra que me ha mantenido, literalmente mantenido, alimentado, en estas dos o tres últimas semanas que llevo respirando las cloacas del mundo que vivimos.

Por desgracia, la forma en la que va salir, esto es, en una humilde, pequeña y amateur editorial, en completo blanco y negro incluida la portada, y sin ISBN, sí da la medida de hasta donde llega el hedor. Nada nuevo. El mundo editorial tan preñado de injusticia e ignominia como cualquiera, cuando no, más.

Ya el año pasado tuve la suerte de poder acercarme a su lectura. Iba a aparecer bajo el sello de Losada, pero ciertas “desavenencias”, tras, creo que unos cinco años de dedicación por parte de JC al trabajo, dieron con la publicación al traste.

Menos mal que con el poeta, el estudioso, el traductor, el literato no hay infierno que pueda. Humildemente, tal como el mismo tono de las anotaciones revela que se acercó a tan reverenciada obra, saldrá esta joya en papel.

Y yo, no niego que antes algo asustada por la responsabilidad que tenía en mis manos, no puedo ahora más que celebrar mi enorme fortuna, amén de seguir encomendándome a los dioses para que mi trabajo técnico pueda estar a la altura de lo que se me confía.

Si sólo alguien con rostro de ángel podía (re)-transmitir directamente desde el infierno creando uno de las tesoros de la historia de la literatura, sólo alguien cuyo nombre responde a las siglas de JC podía verter su caudal benefactor, porque el arte y el conocimiento siempre constituyen bondades, sobre el tiempo que actualmente estoy viviendo.

El año pasado saltó este poema tras su primera lectura. Pertenece al poemario que actualmente tengo en correcciones, Suroeste.

El otro río tan grande
(a JC Sánchez Sottosanto)


En esta intravenosa suspicacia
de tus caricias y mi risa, en esta
aquilatada salinidad que bifurca
mis ingles hasta romper aguas
en la dulzura del estuario abierto
en la medida que nadas
tan grande
como los dedos de las olas
como blondas translúcidas
de un vergel que avanza,
pampa
océano
campo
de mañana cálida
como una prímula
sentada al borde
de tu boca abierta y plata,
mi mar mío y sede tuya y yo
blanda, desleída,
i-letrada,
a-mórfica
eu-tópica
o miserable
u-fana-(l)
de sólo agua bañándome
en cada tú
tan grande
luz.

Sofía Serra (De Suroeste)
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.