domingo, 4 de noviembre de 2012

La porquera

La porquera

La realidad es que de tu boca nacen margaritas,
así que los cerdos disponen
de comida abundante durante mucho tiempo.

¿cómo no va armarse de amor
alguien que devana el mundo
entre almejas y bellotas,
luces y alacranes, tro-
pezón y puerta
blandiendo el alba?

soy la más creyente de los mortales.
Mi dios es mi bandera,
a imagen suya me tejió
junto a los lodazales irisados
del manantial de los cabezos
amarillos.

Exacta neocirugía de verdes
tú, eres quien yo vivo
sin sobre
saltos,
sin sobre
agudos, los bajos
inundados
paz a paz,
sin palabras.

mi dios es el más común
de los mortales,
el que no habla.

(Sofía Serra, De El hombre cuadrado)

sábado, 3 de noviembre de 2012

Soy pedófila

Soy pedófila

Abomino de la palabra pedofilia. Es la nomenclatura más horrible que esta costra dura  ha logrado crear. Hoy se castiga la pedofilia, es decir, el amor a los niños. O sea, dándole la vuelta, hay que odiarlos para ser buen ciudadano, para no ser contemplado como potencial o de hecho delincuente.

Inventen otra palabra, por dios, por respeto al amor, a los niños, al idioma griego y a nosotros mismos. Por ejemplo: pedofobia, del griego paidos y fobia.

Nunca me han gustado especialmente los críos. No soy de esas personas, ni de esas mujeres, que se vuelven locas con ellos. Por eso sólo he tenido un hijo. No quería más. Como ya comenté alguna vez en este blog, cuando mi hijo era pequeño y las amigos o conocidos me veían relacionarme con él,  y haciéndosele evidente la categoría humana de mi hijo, educado, alegre, sociable, inteligente, risueño, listo, cariñoso, noble, serio, sano física y mentalmente, sobresaliente en casi todos los aspectos como ser humano, siempre terminaban diciendo lo mismo, : "es que te gustan mucho los niños, Sofía... así, claro", como diciendo que así, gustándome los niños, era fácil lograr un portento como hijo. Y yo, realmente escandalizada porque he odiado toda mi vida esa actitud por la cual un niño tiene que caer bien porque sí independientemente del carácter del chaval, lo decía muy claro: "no me gustan los niños, me gusta este, que es muy distinto".

Los niños son para mí personas, ni más, ni menos. Sólo y tan sólo más pequeñitas que otras mayores, con menos años de vida, ergo, con menos experiencia. Hay que protegerlos, ayudarlos, cuidarlos hasta que sepan hacerlo por sí mismos, y EDUCARLOS es decir, ofrecerles la sabiduría de la experiencia y del conocimiento adquirido por los que tenemos más años de vida para que puedan ir aprendiendo por sí mismos. Sólo y naturalmente.

Según la tónica tendencia del mundo en que vivimos a los niños no hay que amarlos, es decir, no hay que educarlos, ni ayudarlos a criarse, ni velar por su salud mental, espiritual y física. A los niños hay que odiarlos para que se te considere un buen ser humano.

Yo amo a los niños, lo siento. Luego soy pedófila. Incrimínenme, júzguenme y caiga sobre mí todo el peso de la ley que no saben crear. Yo amo al ser humano por su potencial, y los niños, las personas más pequeñas, son la metáfora de él.

Del tabú se nutre la locura de este mundo. Del miedo. De lo perversamente ocultado. De la tergiversación de las palabras . De la perversión. Del mal uso de nuestra herencia también. De la ignorancia. De la puta ignorancia.

Ese es el mal que hay que atacar.

Ese es el único mal, el que ciega los ojos de un ser humano que podría ser estrella de luz al menos en el mundo.

Este medio potencia tanto la ignorancia y la demencia como la culturización y la iluminación de las mentes aún oscuras, sean o no sean pequeñas.

Me quedo con lo bueno. Como cuando hace hace años en un foro de fotografías en que se consideró que una de las subidas por un compañero debería incluirse en el apartado de “desnudo” tan sólo porque retrataba a chavales (10, 12 años) bañándose en el mar, es decir, aparecían torsos desnudos, chavales jugando y chapoteando, haciendo barbaridades propias de sus edades. Entonces defendí el derecho de ese autor a que esa fotografía fuera considerada dentro de la categoría de lo social en vez de la de desnudos. Automáticamente pasé a ser pedófila. Ante la burrería dominante, con perdón de los burros, evidentemente decidí irme de aquel foro (ojo digital, para más señas). Detesto tratar con animales de dos piernas y un cerebro con capacidad de homínido homo sapiens sapiens.
Pero nadie lo supo. Unos mean en lata y otros en paja, eso sí lo sabemos.

Este post viene a cuento del comentario dejado por una persona en la anterior entrada, poeta, malillo, al que siempre he tratado bien, aunque no me une a él nada especial (ver comentarios míos a sus poemas en Crítica feroz hace unos meses, aunque tampoco recuerdo haberle dejado muchos).

Queda la ignorancia prohibida en este blog. Absténganse dementes o ignorantes
(e hipócritas).
Por la salud mental y la educación de las personas más pequeñas que nosotros.
Por el futuro de ellos.
Por el futuro SANO de toda la humanidad.

(Por cierto, ahora que caigo, UNICEF es pedófila. Les sugiero se hagan con un filólogo entre sus directivos, alguien que vele por el nombre de un organismo que cuida de los derechos de los niños, alguien que pueda denunciar en su nombre esta nomenclatura asociada ignorantemente a lo execrable.)

La esquina opuesta

La esquina opuesta




Anoche sostuve un querubín entre los brazos, Murillo habría disfrutado pudiendo plasmarlo en alguna de sus pinturas. Tengo hermosas sobrinas con las que puedo hacer lo mismo, pero una es muy pequeña aún y la otra apenas se deja. No es arisca, es suya. Cuando se relaja al cabo de las horas, sí sonríe. Necesita saber que confía. Piensa. No sé qué me sucede pero siempre me encuentro en la esquina opuesta. Ayer tuve a un niño en brazos pudiendo disfrutar al hacerlo. Y no es mi sobrino. Y yo no soy como mi sobrina. Sonrío, aunque no confíe. Soy tuya. Pienso. Siento.

Anoche mi hermana y yo comenzamos a aprender a tocar el piano. Alegre y casi bacanalmente, regadas con pacharán y oloroso. Todos los años de conservatorio (y suplicio, leve pero hondo) que padecimos para hacernos con el manejo de la guitarra al menos nos han servido para poder identificar fácilmente las notas en las teclas. Lo malo es la clave de fa, sí, la clave de fa, la mano izquierda. Quizás deberían habernos dejado beber cuando tuvimos 10 o 12 años.

Anoche vistieron a mi hijo de Nuevo. En estos años no ha habido derroche, dicen todos los “buenos”, pero yo aún no entiendo cómo una persona puede vivir con doscientas camisas en su ropero y después no tener para pagar a sus trabajadores. Claro, llega el momento en que deben tirar ropa para no morir asfixiados; y vivir del sueldo de los empleados, que no tienen para comprar ropa para sus hijos.
Pero entonces mi hijo se viste.
No entiendo, aún sigo sin entender
cómo puede decirse:
en estos años no se ha derrochado.

No, todo lo que se hace en la esferas políticas y administrativas de los organismos autonómicos y europeos no está mal hecho. Puede que lo despidan pronto por los recortes, eso sí estará mal hecho, sólo si sucede. Mi hermano es ingeniero industrial de la rama de química y ha estudiado y trabajado toda su vida desde su profunda creencia: las energías limpias son la solución. Viaja, viaja mucho desde Andalucía, desde Sevilla, hasta Helsinki, Suecia, Yugoslavia, Polonia, EEUU, a donde lo envíen, a Bruselas, desde el Sur. Trabaja por aquello en lo que cree y tuvo cuatro madres. Yo lo eduqué. No, no puedo decir que todo lo que se haga en esas esferas a las que no solemos tener acceso esté mal hecho. No puedo, la coherencia me lo impide, el pensar. Yo creo en mi hermano, yo lo crié.

Ayer me llegaron los libros. El día de los difuntos nunca ha sido fecha de mal agüero en mi subconsciente, y ayer, una vez más, se me confirmó esa intuición. Mi hermano nació un dos de noviembre. Mi hijo un ocho, mi sobrina mayor un doce. El mes de los muertos siempre ha sido en esta familia el mes de la vida. Mi padre en cambio murió una madrugada de resurrección. ¿En cambio?
Esquina opuesta. ¿Esquina opuesta?
Esquina opuesta.

Querubín, música, medida, coherencia, Sur, amor, vida.
Un nombre.

Pensar.
Sentir.
Intuir.

Poesía.

(Sofía Serra)


viernes, 2 de noviembre de 2012

Artemisa: la perdida por el arte

Artemisa: la perdida por el arte
Me da lugar a poco
de mí

No soy nada virtual,
ni algo ejemplar
siquiera,
mi res es natural,
soy un ser vivo
creciente y decreciente
como la luna misma
o la vida que en mí
no piensa.
Ella mengua
haciendo y deshaciendo
yo.

Sofía Serra (De El hombre cuadrado)

jueves, 1 de noviembre de 2012

Salir a flote

Salir a flote

Me arropo en tres palabras
buceando, nadando fuerte
tirando de tus piernas,
llegar hasta donde tú
no quieres,
que es el fondo,
la pelvis plana
de la tierra pisando
fuerte, dar
la patada,
subir,

expulsar el aire
que nos quede,
arribar al viento
del Sur
desde este norte.

(Sofía Serra, de "equis")
 
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