miércoles, 7 de noviembre de 2012

Suite de una noche de gozo, poema de Javier Sánchez Menéndez










SUITE DE UNA NOCHE DE GOZO

1
NO te presentas, noche, y yo te siento.
El espacio es tuyo
y todo lo posees.
Entre los bastidores, las ruinas
entre los corazones y sentidos
creces con los minutos y lo inundas
todo.
Porque noche es amor.

2
YA la palabra noche se entrega entre las sombras.
Ya la palabra noche es amor, es palabra.
Ya puede ser nombrada.
Su nombre arrastra todo cuanto venga.
Su nombre ahora soy.

3
TOdo lo que te he dicho, noche,
está bien, está completo.
Pero,
¿y mi noche, ¿dónde estará mi noche?,
¿me bastará su recuerdo?

4
LA noche es amor.
La noche es discordia.
El día es la luz y es la vida.
Sueño siempre su luz
y estoy con la noche.
Vivo siempre en la vida
y me mantengo en sombras de mi noche.

5
EL hombre es sólo hombre ante la noche
que guarda rigurosa los pronombres
y los esconde lejos: sin límites
ni éticas posibles.
El hombre ha de asentir ante la noche
porque es sólo hombre
ante la vida.

6
REinan en la penumbra las sombras.
Anónimo es el rito de ser nombrado solo.
Reinan los individuos calladamente
deseando la noche.
Por eso mi corazón te llama,
y también quiere ser protagonista
—hombre o sueño—
de la noche.

7
PUede llegar la luz
y romper la historia
de la noche.
Pero aún es tarde,
porque la oscuridad reina en silencio.

Puede llegar la vida
como hace siempre:
con voz baja entre gritos.

8
CAsi a la luz del alba
la noche es la más pura de las noches
y sobre la ventana
contemplo cuatro cielos sin estrellas.

La noches ya es la noche,
la terrible canción sin fin ninguno.
No hay realidad en la noche
y ya llegó mi vida, mi amor
y mi destino: siempre es claridad.


Javier Sánchez Menéndez (De "La muerte oculta" -1996-, en Faltas palabras en el diccionario. Poemas escogidos 1983-2011. Libros del aire)

martes, 6 de noviembre de 2012

La corriola del pozo

La realidad es esta:
sólo se quiere lo que no se tiene.
Con no estar es suficiente,
la verdad lo sabe muy bien,
sabe hacerse querer,
ella se oculta tras la mentira.
Somos unos asesinos
de nuestros propios deseos.
necesitamos matar,
es nuestra naturaleza,
nuestra forma de poder
seguir estando vivos,
de poder volver a desear.

La corriola del pozo

¿qué papel el del amor?
el del amor es la fuerza, solo
tan sólo por sí mismo
creado y creador
de todas las cosas
en verdad, en verdad nos dice
que sólo hay que usarlo
para que nuestra vida se haga
indecible, es decir, inefable
o infabulada.
No dicha.
No matada
por tanto
sino viva.

El mal de los sargazos,
el mar de los abrazos,
la santa onomatopeya
que libera blancas
y medias arenas del revés
dispuestas con un sol,
el dado para el suelo,
con un dicho, el dado
para el muerto
de hambre de amor de
no somos nada más
que ese cuerpo de cal
tornasolada con todos
los colores del universo.

y yo sin ti qué seré
si ni dios llega
a la doble entente
del aire y el fuego
que son la luz, la luz,
la tierra, nosotros
y el agua, el barro.

Con la luz y el barro
fabrico los candiles
de carburo hidrogenado,
esos que espantan a los alacranes,
esos que todas las noches
enciendo con una gota de agua.

siempre el agua,
siempre el amor
el que logra sacarla.

Sofía Serra ( de Los cabezos amarillos)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Paisaje de Verdad

No tengo muchas ganas de explicar ni de escribir, ni siquiera poesía, pero sí de dejar esta fotografía aquí. Llevo días queriendo hacerme con ella.
No se ven los cabezos amarillos. Estaban, están, justo enfrente de esa orilla, y esa torre. Esa torre albarrana, albarrana porque yo lo digo, porque es la extensión de una muralla que nadie conoce, esa torre mora, ese faro ruinoso, ese faro que aún sigue en pie, con su misma fortaleza y su misma debilidad. En ella se refugiaban los cangrejos, los erizos y tantas especies de bichos raros según mi nomenclatura de la época, y actual.
Nada ha cambiado. Todo permanece.
La verdad siempre es verdad.

Mi padre y yo en el loro



Los cabezos amarillos

Los cabezos amarillos

De los rizomas aguados
al venerable panorama
de los iris sumergidos
como aflora el manantial
desde la tierra hunde,
la llama vertical
del suelo de los cabezos
las peinetas de la playa
azul,
el blanco y el amarillo
solicitando un acebuche de sal
como las cañas verdes y dulces,
la arena de mi tierra y mi muralla.

Así fue aquel paisaje
donde me extendí ante tu vida,
o para tu vida, aún brotan
los siete colores terrenos,
la luz y el agua se encendieron a tu paso
para que yo recordase ahora.

Llega la lluvia a la playa
como llegaban desde el pueblo blanco
el cuaderno, los lápices,
la bombona de gas butano, la ciudad
y sus regalos, como si de las indias
vinieran,
y como india, de tan morena
como la torre que me guardaba.
No tan roca.
No tan alta.
Sí tan rota.
Sí tan permanente
en la orilla.

(Sofía Serra, de "equis")

domingo, 4 de noviembre de 2012

Paleografía (el sí)

Paleografía (el sí)
(poema documental)

He estado descansando,
cosiendo y descansando,
mirando la tele,
viendo películas y descansando,
reparando algún libro,
reparando en las luces de mis párpados
cuando mis ojos descansando
se han cerrado saliendo
a la calle conforme
me ha pedido mi cuerpo
descansando y calculando
la posibilidad de encontrarme
con un paleógrafo
tirando una centena de libros
a un contenedor, a las dos,
dos, de la tarde en Sevilla,
un sábado dos,
dos de julio: Una
entre un millón
de habitantes
que no tiene esta ciudad.
Pero acerté
y di con él.
“Libros que no sirven para nada”,
me ha dicho.
Yo he asentido con un SÍ
que me ha cosido
el descanso.

Sofía Serra (de La dosis y la desmedida)
 
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