martes, 22 de noviembre de 2011

Estomatología

(Correcciones "El muriente")


Estomatología


I
Digieres no saber
de qué hablas, y así,
al encuentro cruel,
cruenta boca, el estómago crudo
parlotea por los nudos
de tu lengua tiempo aliento
de mí y de un presente
que no logro abrazar
o abarcar.


II
cuánto completo
y cóncavo hueco convoca
no poder digerir
mi propio estómago:
hablar.


III
tendré que no decir al sol
en el hálito sin aviso de suelo,
en el implícito asomo al vacío
salto de mi estómago a la huella
en el instante preciso
en que la palabra queda
sin habla.


(Sofía Serra)

lunes, 21 de noviembre de 2011

"Venus sola al sol" en audio

Respondiendo a un deseo que Rafael me dejó explícito, dejo aquí el audio de un poema que hace poco subí.

Espero no defraudar mucho tus expectativas, Rafael, porque difícil es de verdad. El próximo poemario que escriba en plan "cantos" juro que lo haré ciñéndome al  cuatro por cuatro o compás de compasillo y con diccionario de calle por delante, para traducir lo que de mi mente salga a lenguaje fácilmente "decible" fisiológicamente, o sea, pronunciable (no sé si "cantable").

Es hipermejorable, no soy declamadora... vamos, ni mijita, pero, bueno, ahí va, por ti...



Venus sola al sol

Ven usada a morir
Voy a nacer
para no morir.
Voy a yacer
para no dormir.
Soy no sólo luz, Amor.
Soy la que soy sin ahuyentes,
soy la fuente que consumo y doy día a día,
desde mis fosas nasales hasta mi matriz
siempre llena y anhelante de alma labradora
y bomba corazón que riega
las células con sangre y agua y sales
de mí al extraerte ya, nula yerba, débil
árbol sin raíz de parte a parte,
de simiente inasible,
de sol símil de sial alumbrado
por los nifes expandidos
que cantaron en mi boca a tus ramas secas
de abandono, tanto ultraje en la interna tierra.

Tan alta te llego,
tan alta te abarco y te escarbo
con mis manos y con mi frente
de acero derretido en sangre madre,
que como Lobezno me integro y me revierto
en la que me subyace a todas horas,
gravitacional en mí misma,
plena y correspondiente.

No con uno, sino con los cinco mil millones.

Como aurora, como aurora.
Como tarde, como tarde.
Como atmósfera bailando por el orbe
libre ocaso, libre alba soy y osadía
en esta tierra llena de memoria y descuidos,
tan humana, tan caliente, tan salobre
que te saca de tus sales,
y que pasto de las llamas seas, por seco
y por semi-divino venido a menos:
yo peleo por lo que nunca abocas,
que no es fluir,
que no es verso, es
llegar,
que sólo sal-go!,
¡sal!,
ceniza embriagada de marinos vientos
con velocidad de presencia
cuando ellos no están ausentes.

Yo sólo amo Lo que sí sabe nombrarme.

(Sofía Serra. "Los parasoles de Afrodita")

Rosas rojas en el mar (soy sevillana, ¡ea!)

Hoy me ha dado la poesía Yahoo. Luego algun@s se preguntarán que por qué me siento como una extraterrestre la mayoría de las veces, no hay más que ver esa manchita roja al suroeste del país... y encima, con los semejantes tan lejos.

Dos rosas rojas en el mar

Y no hablo de siglas. Sólo de colores y su significación ideológica.
Dentro de la frustración siento la alegría de la RESISTENCIA y el orgullo de ser SEVILLANA.

Y no hablo de patrias, sólo de la belleza de las cosas, de la justicia de las cosas, de la poética.

¡EA!

(Imagen extraida de la página de yahoonoticias. Leyendas y marco añadidos por mí)

domingo, 20 de noviembre de 2011

Primitiva

Primitiva


Me queda poco sobre qué pensar,
un solsticio de animosos cantores
se apiña en torno a las manos
rezadoras, orantes a salvo
de la nieve que golpea
desde el abeto solo
en algunos países del norte.
Serpentean
el cuervo y la herida.


nematodos, Némesis,
frenólogos y otras lindes.


efectivamente nos quedan cuatro días
efusivamente andan inquietos
a ese lado del mundo
los expatriados como tú y yo
quedamos solos
ante el vecino
que no se movió, no se mutó
en zíngara salvaje y tierna.
del zaguán de su puerta,
y me entrenaré en sonsacarte la herida
hasta que no quede más
que albas puntas de un doméstico
desaire de geometrías
apestantes, volutas de la radioesfera
que suministran tus cabildos gozos,
esos que la penumbra sostiene
sobre mi cabeza para no destocarte
para que siempre acontezcas
aunque yo ya muera,
aunque tú ya mueras
o ambos muramos
ojo a ojo, diente a diente,
de oreja a rabo en el otro descabello,
el de las pieles rojas
y verdes.


Descombatir el desvío hueco
y absoluto dejamen
de las cosas.
Denostar aunque no te rías,
perpetrar y subsumir,
contrincar.


En rojo y verde me siento
sobre la tierra, me hundo
en el barro y camino a cuatro
suelas o lados que vuelan alto.
No necesito padres para sostenerme,
me basta el duro suelo
de tu mente y el tierno vello
que de tu mano enciende el sol,
tú, humeante hombre cuadrado
con verde nuca transparente,
eres mi auténtico amor,
con todo los inconvenientes
de mi verdadero amor,
incluida la ruptura
de mi verde roja pulpa.


Los goces, para los civilizados.


(Sofía Serra)

La lluvia (Poema de Borges)

La lluvia


Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.


Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.


Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto


patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.


(Jorge Luis Borges)
 
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