miércoles, 15 de septiembre de 2010

Un día muy especial


Título de la fotografía: Retrato de un verano

¿Suceden extrañamente las cosas o las cosas nos suceden tal como somos, y entonces no puede concluirse más que los extraños somos nosotros, esos que sin preverlo, pero sí siendo conscientes, tomando decisiones que nos van encaminando, terminamos por construimos como arte y parte de aquello sobre lo que trabajamos? El perjuicio cognitivo que conlleva la situación a nadie se le escapa, pero no se trata de perjuicio en su estricto sentido, no malignea, ni daña ni limita, no menoscaba, simplemente abre otra dimensión a los efectos que sucesos acontecidos pueden provocar en nuestro estado anímico, emocional o simplemente ambiental, y diría que hasta a las causas, o al menos al análisis de ellas.
Toda la vida, o al menos casi una media, deseando ver un poemario mío puesto en papel, tatuado, bellamente tatuado habría dicho yo entonces, y digo ahora, con el nombre de una editorial en su portada, para al final, cuando esto sucede, cuando por fin sucede, pasarme desapercibido, completamente desapercibido el logro de la cuestión.
Psicológicamente, todos lo sabemos, la ilusión del empeño, del esfuerzo por el logro, se desarrolla y establece antes de la consecución del mismo. Es lo que nos hace movernos, avanzar, caminar, desplazarnos del antes al presente, del presente a lo que llegue. Y sin embargo no hacemos mientras trabajamos para ello más que quejarnos sobre cuánto cuestan las cosas, aquello que con altavoz o sin él persignamos con el nombre de "sueño" por realizar. Cuando si fuéramos conscientes de la realidad de nuestra propia existencia, tendríamos que sonreír y hasta reír con el alma abierta por la oportunidad que nos ofrece el tiempo de vida de poder luchar por lo que sea deseemos.
Cuando se obtiene, se logra, se alcanza lo anhelado, se acaba. La ilusión en sí finaliza. Es, creo que hasta fenomenológicamente, su propia idiosincrasia. Sin duda llegarán otras ilusiones, otros empeños, otros anhelos por los que seguir trabajando que conseguirán mantener viva la llama de la ilusión, inmediatamente llegarán; aunque cuando pienso en mí apostaría la cabeza a que se solapan, como las cartas que el hábil croupier logra extender unas tras otra sobre el fieltro verde de la mesa de juego, la mesa que no es más que el campo de vida.
Esta mañana me asomé a la página de Bohodón y allí estaba efectivamente, mi poemario, ya a disposición de cualquiera.
He tardado todo el día en poder hacer esta entrada, escribirla. Sigo sintiendo como esta mañana. Resulta muy agradable verlo ahí. Mucho. Sólo algunas personas contadas con los dedos de una mano saben cuanto le subyace, diría que como a cualquier libro que uno decida escribir e intentar verlo algún día publicado. Pero reconozco que debo sufrir una especie de desdoblamiento. Sé que lo escribí yo, y sonrío al pensarlo; pero al igual que esta mañana, cuando miro la página actual de Bohodón en la que a la vez que la miniatura de mi libro se han colocado también las miniaturas de las últimas novedades de la editorial, lo que me llena de verdad el alma de pura satisfacción es saber que en la edición de esos seis libros que tan primorosamente aparecen dispuestos he colaborado de alguna u otra forma. En unos más, en otros menos, pero con todos he tenido el privilegio de o simplemente verlos pasar por mis ojos o en otros verme a mí misma sudando tinta china con dolores de cabeza incluidos fruto del esfuerzo por intentar hacer las cosas lo mejor posible, sabiendo que tras cada libro hay un ser humano que igualmente se ha esforzado para conseguir una ilusión, para la consecución de un logro: VER LIBROS lanzados al aire de todos los ojos para que los que sean que lo decidan puedan leerlos.
Por eso esta entrada va introducida con esa "fotografía", esa es la imagen desde mi sentir de lo que de hoy hablo. Ese privilegio desde luego se lo debo al equipo humano de la propia editorial. La confianza que las personas que lo conforman depositaron en mí me ha permitido disfrutar de una de las mayores satisfacciones de mi vida. Es algo por lo que les estaré siempre profundamente agradecida.
Mi libro también vuela ya. No sé si es desdoblamiento o que las "cosas escritas" adquieren mayoría de edad. Son hijos del autor, sí, pero como con cualquier hijo llega un momento en que, naturalmente, ya lo contemplas como emancipado.
No, desde luego no me importará prepararle unas croquetas para que se las lleve a su casa. Al fin y al cabo un hijo es siempre un hijo por muy mayor que sea, pero como cuando parí al de mis entrañas de carne, siento que escribo para darle al mundo algo, lo mejor posible desde mí por poco que yo valga, y darle a ese hijo un lugarcito en el que poder vivir.
Ahora ya sí creo que es de verdad poesía. Dueña de sí misma y para quien la quiera. O va camino de serlo, ya tiene más posibilidades de llegar esos ojos que lo recreen, lo reconviertan, lo asimilen o lo desprecien.
Ojalá pueda parecer digno de, aunque sea, recibir críticas negativas. Para eso sí seguiré siendo su madre con altavoz, para aceptarlas.
En el fondo, más que en el fondo, en la base sólida y sincera que mantiene estas palabras que hoy escribo lo que percibo es que ese libro ya, afortunadamente ya, no me pertenece.
Será de quien lo lea.
Y eso sí, ojalá tenga muchos padres y madres, o hijos o nietos, o lo que sea.

Picando aquí se puede acceder a la página propiamente dicha, de donde he extraído las capturas de pantalla que me han permitido hacer el montaje que he resuelto llamar "fotografía" de esta entrada.

A very special day


Turkish smiles or the turkey's smile (and the little dog with the bright eye)

De levante llegan trayendo con ellas sonrisas, miradas y belleza.
Este medio tiene también sus grandezas, sus grandes grandezas.
Hará unos pocos meses, aproximadamente por Mayo o Junio, durante una de esas mis breves incursiones en facebook y dado que me suscribí a la página de la universidad de Sevilla porque mi hijo por aquel entoces andaba pendiente de examinarse para selectividad, me saltó un mensaje cuyo remitente no sólo no me sonaba a nada sino hasta un poco a guasa. "Sultán "algo" se llamaba. Ya sabemos todos las trastadas que este medio o la navegación por las redes sociales pueden ocasionar. Abrí con mucho "misterio" el mensaje entre intrigada y a la expectativa de a ver qué nueva "broma" me asaltaba, cuando comencé a leer un breve pero claro escrito (en inglés) de alguien que firmaba como lluvita (así, lluvia en diminutivo, o "sultán"). Entre mi parquito dominio del inglés (siempre he creído entenderlo bien, hasta hace exactamente escasos minutos) pude entrever que no era ninguna broma. Se trataba del mensajito que una muchacha de origen turco me dejaba porque me había visto "pasear" por la página de la universidad de Sevilla. En él me decía que era una (o varias, eso no me quedaba claro) chicas de origen turco que para septiembre planeaban viajar a Sevilla para proseguir sus estudios de filología hispánica en la universidad de esta ciudad durante el presente semestre. Estaban buscando alojamiento, piso, hospedaje. Tras cruzar con ella dos o tres correos y veindo que hacía una muy buena falta de dominio del inglés, decidí pasarle la pelota a mi hijo, no por nada, no, o sí, por todo, ...una es madre pero no tonta, ;)
Desde entonces todo lo por resolver  lo han ido solucionando, por lo visto, porque el caso es que anoche llamaron, o contactaron por messenger con mi hijo, no me acuerdo muy bien, para decirle que estaban hospedadas a escasas dos calles de este domicilio, ¡menuda sorpresa me llevé!
En fin, que las preciosas muchachitas, cuya abanderada a través de este medio se atrevió en su día a contactar con una desconocida en busca de cierta posible ayuda, o al menos guía para orientarse en su proyecto estudiantil, hoy me han hecho una visita, trayendo con ellas un gran ojo turco que preside desde este mismo momento la mesa central de esta casa, una cajita con riquísimos dulces provenientes de Ankara y sobre todo su simpatía, calidez humana y belleza.
Un soplo de cálido y rico levante para este cuarto que hoy se ha visto así de bien acompañado.
El cuarto, y el hijo de la del cuarto, claro, ;)

De izquierda a derecha: Ayge, Sultan (sí, lluvita), Mehtap y Gagla (lleva en la segunda "g" un guión superior que no puedo escribir con este teclado). En medio, mi hijo, Manuel, al que obligamos entre las cinco a sentarse en medio; en su honor hay que decir que él no quería. Ahora han ido a ver el piso y esta mañana ya han podido activar todos los líos de los móviles para poder hablar con sus familias...Sí, debo decir que me quedo mas tranquila sabiendo del buen intérprete y guía que las acompaña en todas las gestiones pertinentes.
Tengo seis meses para retratarlas, practicar el inglés de camino, y gozar viendo cómo aprenden el español. Estas cuatro desde hoy mis preciosas niñas turcas, mis cuatro bellezas. 
Este medio es que tiene sus ventajas, sus felices ventajas.

martes, 14 de septiembre de 2010

Canto derramado


Título de la fotografía: Canto solaz de pleno puente





Canto derramado


Haré y reharé,/
reconstruiré sobre la posible señal del olvido./
Habitaré ciertas cumbres pobladas/
de olivos, encinas y cañaverales./
Se desoja el horizonte por mostrarnos/
su rostro, que no es otro/
que el de sus espacios alterados./
Doy y doblo sobre sí y mí,/
vuelvo y hablo abierta muda boca/
poblando el suelo con palomas rosas./
Blanca la suerte golpea el aire/
con sus potencias de alma viva, fuego lento,/
cocinilla al baño maría/
en andar pausado y batiente, fresco arroyo,/
manantial salubre/
de dulces y sonoras fotografías que la propia rosa autoinmola./


Así, casi sin sol ni pausa,/
habito, huelgo, clamo y hago./


¿ Y para esto tanto derramarse?/
¿ Y para esto trocear tanto desmayo?/
¿ Y para esto, este espino hoyado/
tanto, tanta cima de cubiertas tempestades?/
Una solo flor de montaña desprendo de tu suelo, esta flor/
entre tanto descomune,/
entre tanto desvarío de rocas muertes y helados nortes./
Tanto sol desperdiciado,/
… tanto sol,/
tanto sol para nada./


Ya no sé de que se poblará este invierno,/
¿se pueblan de algo esos mudos cuentos?/
En esta hora de la buena muerte,/
¿qué más importa sino morir?/
Y esos inviernos que esbocé con mi garganta/
dibujarán sombras azules sobre el vaho nocturno/
que mi boca expele ciñéndose al vacío/
en esta/
nula, nula coyuntura./


Los maseteros me oprimen,/
circunvalan este obsceno recapitular en versículos cortos:/
¿qué será del sol si la noche se extingue?/
Soy tan de la tierra/
que me urge trasplantarte, llevarte por los aires,/
izarte a la penumbra estratosférica a salvo del celeste azul,/
que te derrames/
en el afán de la desorilla y el negro de negro flameante de la nada./
La nada por barrer y yo aquí sentada…/
pensándote,/
haciéndote solaz,/
haciéndote paz y volumen de este cerebro por no claudicar en el empeño:/
breves ángeles posados en/
forma de segundos sobre la piel arrugada de mis manos,/
…tus palmas tersas. Tu canto melodioso./


Soplo, soplo sobre ellas sonriendo/
cometas que iluminan mis cansadas pupilas:/
Tornan al sol estos parasoles./
Dormir, dormir bajo la lucha contra el desgobierno/
y las esquinas/
de este universo que todos sabemos redondo./
Aunque nos empeñemos en cuadrarlo./


Canto solaz de pleno puente./

Sofía Serra, 12 septiembre 2010

viernes, 10 de septiembre de 2010

Quevedo y las buenas muertes


 Título de la fotografía: Polvo de cenizas rosas

1. Esta fotografía conformará base conceptual, y es posible que hasta visual, para próxima novela que Bohodón Ediciones editará y publicará. Novela magnífica, por cierto. Me siento especialmente afortunada de que haya caído en mis manos para empezar a revisarla.  Además se sitúa por zonas humano-geográficas que me resultan familiares.
2. Desde hace unos días, tal vez alguna semana, tengo la conciencia, o intuición de haber terminado el poemario que comencé esta primavera.
3. La fotografía casi inmediatamente anterior  a ésta en secuencia temporal (apenas unos minutos) que me sirvió de base para iniciarlo (ahora sé que lo inicié) fue al menos subida a este blog el dos de abril del correinte. Todavía tengo que comprobar en los datos exif en qué día exacto la disparé.
4. Esta la hice sin subirla al blog porque no terminé de hilarla a ningún poema del momento. Su título hace re-creación de un verso que forma parte de un poema de un anterior poemario (este poema)
5. Anoche, en una de mis breves, por escaso tiempo que duran, incursiones en facebook en busca del "recreo" perdido entre tanta concentración en letras y fotografías, me topé con el archiconocido, pero nunca por más que se admire, del todo valorado, soneto de Quevedo.
6. Mi percepción de lo que es obra de arte siempre la he comparado con lo que sucedía con el famoso bichito de la película "Alien, el octavo pasajero" cuando saltaba del huevo al rostro de la víctima, sino que, a mí, la obra de arte me salta al pecho. Así, plas, tan efectiva como sonoramente. Algunas personas que bien me conocen pueden corroborar este dato.
Tampoco percibo dolor ni hay derramamiento de sangre, obvio resulta decirlo, no al menos físicamente como lo entendemos o visualizamos en nuestra mente. Tal vez sólo sangre rosa; la azul ya la destila la luz. La roja tiñen las amapolas y las flores de los geranios (y creo que hasta alguna falda). La verde por vivir.
7. Todo lo que muere o termina sólo pasa a otra vida...pero NO SOY CREYENTE, :).

Haré uso del quevediano soneto para señalar la muerte, es decir, el final, de la escritura de este poemario, que desde hace alguna semanas re-titulé dentro mía como "Los parasoles de Afrodita".

Yo sí sé por qué me resulta imposible creer en la magia,  en algún dios o practicar  religión al uso,  y también  por qué  sí del todo no me queda más remedio que hacerlo  en el hombre, así, en general, y en el Arte.

Dejo el poema de Quevedo a modo de lápida florecida, murete entretejido con rosas rosas y hojas verdes y vivientes, murete o muerte buena o buena muerte de algo para ser "lo otro",  alien, latin dixit.

Gracias, Toniko, por ponérmelo tan "a huevo".
Gracias Quevedo, no creo en tumbas como ya sabes, aunque te juro que cuando anoche te leí de nuevo pensé que si por mano incierta a alguien se le ocurre enterrarme en vez de tirar  al contenedor mi cuerpo como es mi deseo,  sólo querrían que tallaran en la lápida este soneto tuyo. Lo sé, un privilegio que una se autoarroga.


Amor más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo

jueves, 9 de septiembre de 2010

El hombre de hierro

El hombre de hierro

…Y este hombre de barro, ¿a dónde mira o a quién se parece?

Y allá vase el niño, de ambula/
torio en/
ambula
torio,/
de/
ambulando/
por las/
esquinas,/
toro contra/
burladeros y zarzales./
Mas fuerte prenda y corazón tan grande sorteó,/
jugó,/
y erró:/
Yerro trasplantado sin padre ni madre,/
a suelo,/
solo, sin ser ni lo que/
era/
errando./

Sofía Serra, Agosto, 2010
 
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