miércoles, 1 de abril de 2009

A quien pueda interesar



Soy ama de casa, licenciada de grado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, esposa y madre, también hija. Estos ejercicios son los que resumen mi condición como ser humano. Si alguien me preguntara qué es "lo que soy" me gustaría poder decir que "Sofía", llana y simplemente, sin etiquetas que me cataloguen salvo la de mi propio nombre elegido por mis padres, pero a la vez con el perjuicio que supone en la sociedad actual el hecho de no preasignárselas cada uno, ya que favorece que los demás te asignen cualquiera que en realidad no corresponda a la propia esencia de una.

Fotografío y escribo tal como leo, cocino, coso, bordo o quito el polvo de los muebles de nuestro hogar, con todo lo que soy, si bien es cierto que algunas actividades del ser humano, aquéllas que pueden relacionarse con el manido concepto del ser artístico, me proporcionan un camino más directo para la exteriorización de aquellos pensamientos y/o sentires, en resumidas cuentas, percepciones del exterior filtradas por mi propia conciencia, que pueden ser tildados como más complejos desde el punto de vista de la inteligencia y la sensibilidad humanas.

Fotografío tal como compengo poemas. También escribo alguna prosa, pero reconozco que las dos primeras técnicas me facilitan un acercamiento mucho más intuitivo a esa interiorización (necesaria para toda exteriorización) de la realidad. Y entre la fotografía y la escritura de la poesía no distingo, pues soy cada día más consciente de que lo que hago en fotografía no es más que componer metáforas visuales, mi camino habitual a la hora de expresarme hasta en cualquier conversación coloquial.

No suelo fotografiar a personas porque no me gustan. Siempre me he considerado algo misántropa, a la vez que reconozco en mí una gran capacidad para los procesos afectivos. Tal vez por ello mismo surge la citada misantropía, que por supuesto no excluye un acendrada creencia en el potencial del ser humano, pero sólo contemplado así, en general (de algo deben servirme mis estudios anclados en la Historia del ser humano). Queda de esta forma salvada la contradicción que podría contemplarse de convivencia en mí del hecho de la misantropía y esa gran capacidad afectiva que poseo.

He realizado bastante retratos de personas, sé hacerlos, pero cada día llego más la conclusión de que no me gusta realizarlos, salvo los que se refieren a mis seres queridos, y creo intuir el porqué de esta cuestión. Cuando fotografío, es decir, cuando hago click con la cámara y posteriormente revelo, en el ordenador, como la técnica digital actualmente precisa, suelo acercarme a la percepción de una forma tan clara que a veces hasta me asusta. Veo mucho más allá de lo que físicamente es visible. Esto me produce verdadero desasosiego cuando lo que obtengo como resultas de ese proceso de fotográfico es lo que comúnmente tratamos como personas, ya sean indivíduos o grupos humanos. Vuelvo a ver lo que ya sé que no me gusta, vuelvo a reafirmarme en el porqué de mi misantropía, obtengo constatación fehaciente reflejada en una imagen.

Como no creo en los procesos mágicos que algunos adscriben al hecho fotográfico, pongo un filtro por delante, que es el del respeto por cualquier ser humano en particular,  simplemente por el hecho de serlo, sin conocerlo o conociéndolo, y de esa forma me niego a re-contemplar una realidad para mí, pues parto de la base que por mucha intuición o inteligencia perceptiva que pueda poseer, no soy nadie para "prejuzgar" o analizar a través de la visión que mi fotografía me permite a cualquier ser humano en cuestión.

Así de esa forma, mato dos pájaros de un tiro. Por un lado me ahorro el malestar que me provoca contemplar una y otra vez visiones de seres humanos, y por otra cumplo con mi ética que me dice que el ser humano es demasiado valioso como para que cualquiera, yo soy cualquiera, se permita bucear libremente en su interior.

Por otro lado, y un nivel más pragmático, y dado el hecho de que publico mis fotografías en este medio, me ahorro los consabidos conflictos que actualmente, y sobre todo por desconocimiento de una legislación que es clara en el asunto, pueden provocarse con la supuesta visión de indivíduos fotografiados. Y aquí me refiero al hecho sucedido en mi blog sobre la semana santa de Sevilla. Ya allí, si lo considero oportuno, describiré la fotografía en cuestión, que por petición expresa de un espectador he accedido a retirar, cuando, por todos debe ser sabido, la legislación ampara mi derecho a exponer una fotografía realizada en un lugar público y con motivo de una celebración pública (un desfile de los armaos de Sevilla en su Fiesta de Semana Santa). Cierto es que la fotografía recoge rostros particulares, uno de ellos con conocimiento expreso del retratado, pero no es menos cierto que esas personas están exhibiéndose en público, por lo cual, cualquier ojo humano tiene acceso a su visión.

Sin embargo, ayer la retiré porque por ahora he decidido anteponer el cuido por evitar un perjuicio, creo que casi inexistente, pues la fotografía reflejaba actos de los más inocentes, a un ser humano, que mi derecho a velar por mi obra o mi trabajo.

Se trata sólo de una anécdota, desde mi punto de vista, pero refleja muy bien el estado casi psicótico al que ha llegado la sociedad actual a la hora de saber distinguir entre derechos y deberes de cada cual, de tal forma que el cuido por la intimidad adquiere tintes casi terroríficos, pero que hablan muy a las claras del continua ignorancia que la mayoría de los ciudadanos poseen no ya en cuanto a legislación, sino lo que es peor, en cuanto a la ética de las cosas. Abunda la casi promiscua contemplación de los supuestos derechos personales olvidando, y casi prostituyendo a la par, el hecho de que en cualquier tipo de sociedad democrática la existencia de un derecho conlleva también la existencia de un deber. No tenemos derecho a todo, por mucho que los más ignorantes se empeñen en exigir ellos mismo a los actuales estados. No tenemos derecho a poseer un piso en propiedad, no tenemos derecho a poseer un audi, no tenemos derecho a poder irnos de vacaciones cada verano, no tenemos derecho a impedir que alguien me fotografíe, me mire cuando estoy en un lugar público, realizando actos puros o impuros, que eso ya dependerá de la conciencia y la ética de cada cual.

El supuesto estado policial en el los más agoreros dicen que vivimos pienso que, más que implantado por unas supuestas incursiones del estado en los actos individuales, viene favorecido por la actitud casi paranoica de una gran mayoría de indivíduos que son capaces de hasta enfrentarse a sus semejantes en virtud de la defensa de unos derechos a los que no tiene lugar, sobre todo habida cuenta de que en esa mayoría, siempre se puede contemplar el incumplimiento de sus deberes, no ya con respecto al estado, sino lo que es peor, con respecto a aquellas reglas que,  bien por los colectivos más pequeños a los que se adscriben, bien por vía de la ética natural de las cosas, les son reseñados en su lista de débito con respecto al resto de los seres humanos.

Aclarado esto, seguiré abundando en mi forma de fotografiar, por si a alguien puede interesarle, tal como dice el título de esta entrada.

Uso programas de edición, ignorantemente conocidos por una mayoría desconocedora de la realidad fotográfica como programas de retoques, para el factible revelado de mis fotografías, porque si no sería literalmente imposible extraer de la cámara las fotografías disparadas. Uno, actualmente que tengo a mi disposición una cámara más avanzada que la que estuve usando hasta hace un par de años, aunque ya dada la velocidad en los avances técnicos ha quedado también "antigua", para poder extraer los archivos tipo RAW. En ese programa suelo ajustar sombras y luces y tal vez luminosidades por color para lograr encontrar lo que sea que vaya buscando. A continuación, y en este mismo proceso de revelado, paso el archivo en formato tiff a otro programa de edición en el cual suelo ajustar colores, a veces tratar alguna capa aparte, siempre buscando lo mismo, logro de encontrar las luces y sombras que a mí particularmente o me agradan o me hablan. Cuando alguien escribe un poema con palabras nadie le pregunta por qué utilica determinado vocablo. Es algo que el mismo poema "dice", cuando está bien escrito, claro está, y cuando está bien leído. Con mi fotografía sucede lo mismo. Unas veces estará mejor escrita que otras, habida cuenta de que no somos máquinas y el proceso artístico está sujeto a unas variables que nadie somos capaces de controlar, por suerte.

También suelo usar un filtro que me ayuda a resolver mi mirada en los desenfoques o enfoques, normalmente éste de cara a presentación de la fotgrafía en un medio como éste.
Nada más.

No suelo desvirtuar la realidad para nada, no me gusta hacerlo, a menos que lo pretenda por cualquier juego que se me ocurra, pero en esas fotografías son evidentes y hasta, suelo dejarlo explícitamente señalado, bien mediante palabras, bien mediante evidencias visuales.

He abierto esta entrada con esa fotografía porque es claro exponente de lo que explico. Sé que cualquiera, y en un simple vistazo, muy simple, también muy ignorante, y también muy tendencioso, puede aliñar su comentario, siempre interior, con un "esto" lo ha hecho con el photoshop, y por esto me refiero al espectacular juego de desenfoques que se aprecian en la misma, que hasta simulan parecer efectos de clonación de imágenes.

Sin embargo no resulta así. Sé que cualquier verdadero experto fotógrafo, que no famoso precisamente, puede apreciarlo.

La espectacularidad a la que me refiero es sólo la realidad misma y se ha conseguido disparando justo en el mismo momento y espacio en el que VI que la sucesiva interposición de ramitas y yerbajos favorecían esa visión.

Después sólo la he revelado buscando como siempre unos mayores matices entre luces y sombras así como, en este caso, una ligera saturación de los colores más leve viñeteado alrededor, porque ESA es la foto que en mi interior había.

Fotografío lo que tengo cercano, lo que tengo a mano. Hoy son plantas, mañana, pueden ser alambres (como lo fueron en su momento), pelotas de tenis o edificios.

Hoy escribo sobre flores, mañana puedo hacerlo sobre tejados.

Cualquier referencia externa sólo será el vehículo a través del cual mi interior podrá manifstarse, porque yo lo deseo así, porque creo en que la comunicación entre los seres humanos es el único camino viable para el entendimiento, y para que esta suceda, alguien tendrá que echar el primer cable, y yo lo extiendo a través de un poema verbal o un poema visual como la mayoría de las veces resultan ser mis fotografías.

Por si a alguien le resulta de interés.

lunes, 30 de marzo de 2009

Primer misterio eleusino



Tú caminas por encima de los mundos.
Pasos con pasos desprovistos hasta de huellas,
vanas señales de tu permanencia instantánea sobre ayeres.
Vuelas olvidando veletas,
flemas de soles abrumados por las corrientes
vespertinas y matutinas
que residen en las circunstancias
pasivas de los aconteceres.

Ni más tú, ni más yo, salvo la unión.
De emblemas y consignas
aprehendidas voluntariamente
como cuando
las amapolas ocultan su trino
para que no enloquezcan
con sus rojos clamores
las miradas ingenuas.

Súbita y permanentemente
el ocaso abriga tu memoria.
Ella pelea por no pervertir
la  elocuencia del cauce continuo
de la vida que duerme y que vela.

Ahora que resucitas, decido abandonarte.
Antes, cuando morías, te acuné.

Y quedó dormido anunciando tu renacer,
como paradoja sistemática del lenguaje inextinguible.
Estamos solos,
mas recíprocamente inmiscuídos.

(Sofía Serra 30/Marzo/2009)

martes, 24 de marzo de 2009

La Pilistra


Posábase discretamente sobre las esquinas de los umbrales, como si con sus aladas hojas pudiera mover el aire para saber flotar sobre el viento, ella, que tanto gustaba de las suaves mecidas en las corrientes,
uno tú, otro yo,
ventanales abiertos, siempre velados por la sombras de las persianas que olían a tierra.

Vestida de verde, ahuyentaba al frío desencuentro entre la piel humana y el cemento,
serenando los juegos que las niñas dibujaban al son del frescor de la escalera durante el verano.

Jamás la tocaron los dedos de la luz del sol.

Quiso, sin embargo, ser anciana fértil.
Pasando las décadas, otorgó carta de naturaleza a su emblemática función de ser vivo, componiendo algunas flores que, ahora comprendo, fueron preconocidas por las risas alegres y los brillos adormecidos de las largas tardes del estío.
De un siglo.

(Sofía Serra 24/Marzo/2009)

sábado, 21 de marzo de 2009

Luzazul (Felicidades, Poesía)

Comprobación (exitosa) de experimento científico-empírico-fotográfico-filosófico, y hasta pragmático, sobre cómo la poesía es el único camino posible, y plausible, para determinar la verdadera naturaleza de las cosas.
Nota de agenda de la científica-empírica-fotógrafa-filósofa, y nada pragmática, y aún menos dogmática: Dése esta comprobación como regalo a la Poesía el día de la celebración mundial de su efeméride, o sea, hoy mismo, ¡ya!, envuelta en papel de terciopelo azul con lazo de seda atado en forma de palíndromo





¿Comprueban cómo no es la poeta la que pinta las sombras de azul?. El color del pequeño, humilde, pero coqueto entresuelo doméstico así lo atestigua, acompañando de esta forma a la verdad de las sombras en su testimonio.
Siempre injustamente criticadas, y hasta vilipendiadas groseramente, las sombras nos demuestran su sincera generosidad, su transparencia, la mentira que subyace a la aseveración de que en ellas no es posible contemplar la realidad. Pobre Platón si levantara la cabeza, (¿o tal vez resultaría más afortunado nombrar a Aristóteles?)... Sea como sea, han tenido que pasar, ¿cuántos? unos dos mil quinientos años, algo menos, para darnos de bruces con la sinceridad del ser de las sombras. Ni entorpecen ni ocultan, sino todo lo contrario. Cristales sutiles inmodificadores iluminan al ojo humano para así poderlo hacer veedor de la luz.
Son, en definitiva, el único referente visual con el que se puede analizar a la Renombrada, y por tanto, conseguir determinar una de sus más preclaras características, su peculiaridad cromática, que tal como se demuestra también en la siguiente fotografía, resulta ser de color azul.

lunes, 16 de marzo de 2009

En el nombre del padre


Tarde de domingo.
Patio recién acicalado por prever el disfrute de las bonanzas primaverales que se avecinan.
Padre, no hay más que uno, el que pueda dibujarse a través de su presencia con la luz encuadrada.
El hijo, en luz abierta.
La estancia, llena.
 
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