Extinción de ruina II
Habitantes somos
de un resto de palacio esparcido
como escombros de la luna,
como si ella hubiera ido derrumbándose
desde las alturas oficiantes
de la noche y su capa caída
de negro onanismo.
Blanco el eje y los cascotes
de caliza blanca se amontonan
bajo la lumbre también blanca
del hueco de su círculo
plano, todo es plano
en la noche averiguada
de silencio oscuro.
Porque para qué
hacer o seguir negando
náh eh pa'náh.
La luz finaliza
con un simple punto,
un punto final
.
miércoles, 25 de junio de 2014
Ana María Matute, ángel y diosa
Se me asemeja a una especie de ángel, una especie muy particular. La miro ahora de nuevo y la veo brillar como ella misma, quizás como ahora mismo está. Para mí no se ha ido.
A punto estuve de conocerla en persona, pero al final el acto se desarrolló a puerta cerrada, pienso que como correspondía, ella visitando un colegio que portaba su titularidad, su nombre. No pude disfrutar del honor (y alegría) de darle un beso por mí misma, pero a cambio, mi hermana, la maestra de preescolar que usa la poesía como herramienta de enseñanza, su propia poesía, le entregó de su mano uno de mis poemarios publicados.
¡Y cuánta belleza al verla ahora!
Pienso que no merecemos ni un dios ni una diosa, ni uno ni una que quisieran serlo siquiera. Aunque algunas lo SON.
(Esta fotografía la usé para una entrada publicada el 16 de Julio de 2011 en el blog "La fuente", que ya cerré y oculté hace bastante tiempo. La fotografía no proviene de disparo de mi autoría.)
martes, 24 de junio de 2014
Extinción de tiempo
Extinción de tiempo
Al final de estos años
y lentas paciencias poso
mi esperanza en Dios,
en el que no creo.
De un proceso artístico preciso
a la juventud del día que dicta
el cable sin medida del canto
de los vencejos y los mirlos
ya durmientes, ya cansados
de tanto ser oídos por mí.
Ni el paraíso posee nombre
de médula o lavatorio
de esquinas donde apoyarme,
abaratadme, por favor,
dioses y hombres,
abaratadme para que pueda
morir lejos de mí, sin carne,
sin espíritu, sin aire de mis días,
sin suelo, sin tierra
donde medirme, sin mente
que me barrene, sin noche
clavada en el entresuelo
de goma del momento
que no pasa ni sucede.
¿Hasta cuándo volver
aunque sea
para no tener que volver?
Al final de estos años
y lentas paciencias poso
mi esperanza en Dios,
en el que no creo.
De un proceso artístico preciso
a la juventud del día que dicta
el cable sin medida del canto
de los vencejos y los mirlos
ya durmientes, ya cansados
de tanto ser oídos por mí.
Ni el paraíso posee nombre
de médula o lavatorio
de esquinas donde apoyarme,
abaratadme, por favor,
dioses y hombres,
abaratadme para que pueda
morir lejos de mí, sin carne,
sin espíritu, sin aire de mis días,
sin suelo, sin tierra
donde medirme, sin mente
que me barrene, sin noche
clavada en el entresuelo
de goma del momento
que no pasa ni sucede.
¿Hasta cuándo volver
aunque sea
para no tener que volver?
lunes, 23 de junio de 2014
Extinción de ruina (Verboluz)
![]() |
AQUÍ, para verla en grande y sin marco. |
Extinción de ruina
La ruina se extingue, caen
los palos de arte mayor
como calla el soliloquio
del dragón de madera
con la nube
y el tronco-que-cayó,
estrépito en la noche
vaguada que no quise
transitar, permuta
el son de la tierra
en melodía audible
para el sonoro extravío
del hombre y su sombra señalante.
ya no hay árbol,
ya no dragón,
ya no hay dios.
Sólo asombra
el leve arrullo
de la claridad visible.
sábado, 21 de junio de 2014
Poblamiento
Poblamiento
Todo horizonte es siempre el vacío de un rostro.
(Edmond Jabès)
A todos los oídos silencio
con este secreto ya sellado,
de todas las bocas deduzco
la mudez, la controversia
analizada por tantos dioses
como jueces obsoletos,
el mísero canto del ronco
gravitar sobre el par de ojos
de tu frente, la corona nasal
de la mirada ciñe este rostro
que describe la línea
del horizonte que se aclara.
Ya no árboles enviados
hacia los arcenes del camino,
ya camino solo y despejado
con ambas orillas
semovientes que danzan
ligeras a la par que el trigo
encanece, ya maduro,
ya siendo él mismo
vello de la tierra
en este junio cansado
de sol y espera lenta,
el mes infantil del verano
que se abre como el camino
se abre ya sin márgenes,
sin orillas, a la vega
naciente de los hombres
tiernos, almidonados ya
solamente por sus rostros
amables, ya vacío el horizonte
de vacíos.
Todo horizonte es siempre el vacío de un rostro.
(Edmond Jabès)
A todos los oídos silencio
con este secreto ya sellado,
de todas las bocas deduzco
la mudez, la controversia
analizada por tantos dioses
como jueces obsoletos,
el mísero canto del ronco
gravitar sobre el par de ojos
de tu frente, la corona nasal
de la mirada ciñe este rostro
que describe la línea
del horizonte que se aclara.
Ya no árboles enviados
hacia los arcenes del camino,
ya camino solo y despejado
con ambas orillas
semovientes que danzan
ligeras a la par que el trigo
encanece, ya maduro,
ya siendo él mismo
vello de la tierra
en este junio cansado
de sol y espera lenta,
el mes infantil del verano
que se abre como el camino
se abre ya sin márgenes,
sin orillas, a la vega
naciente de los hombres
tiernos, almidonados ya
solamente por sus rostros
amables, ya vacío el horizonte
de vacíos.
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