jueves, 27 de marzo de 2014

Sembrar lechugas y disparar misiles

Definitivamente me he convencido: lo más útil que puedo hacer en mi vida es sembrar lechugas. Claro, que como al inconsciente o imbécil de turno le dio por soltar hace un par de años a todos los conejos que criaba, ahora no hay dios al que le dé lugar a coger un simple pimiento. Hacen su agosto en primavera los ávidos herbívoros, que como si no dispusieran de hectáreas rebosantes de yerbas (de todos los colores y sabores), les da por comer en plan "delicatessen", un bocadito acá, otro acullá, y todos certeramente dirigidos contra la exacta plantita que a una le da por sembrar. "Dirigidos contra", sí, son misiles contra mis mínimas ilusiones, misiles que lanzó el inconsciente de turno que piensa que todo el mundo dispone de capital para poder cercar un huerto con malla a prueba de bomba. Bombas son los puñeteros conejos, bombas lanzadas por el egoísta de turno.
Así que no me ha quedado más remedio que sembrarlas en una simple jardinera.
Y mientras veo pasar a conejos como zollos, tan gordos y bien criados como un gato doméstico y capado. Un día acorralé a uno en el barranco con la escopeta de plomillos, pero como pesa más que yo, no conseguí atinarle. Voy a sacarme la licencia de caza en cuanto pueda, pero una licencia para poder disparar misiles. Contra los conejos no, contra la puñetera inconsciencia.



Sembrar lechugas

partiré las tablas de la ley
sobre mi cadera, que es más fuerte
que tu dios y mi pudor.

ahora llega la hora del recóndito.
cualquiera sabe donde estaremos
pero recuerdo las lechugas recién sembradas
y sólo quisiera estar allí,
mirándolas,
tú con tu cerveza bajo el alcornoque
yo con mi tinto con casera
y las botas de agua llenas de barro
de haber andado los dos
en cuclillas enterrando
nuestros dedos que se rozan
bajo el blando légamo
y el sol
qué alegría la luz dorada
del sol
a cielo abierto
bañándonos como

si dos peces
iluminados
fuéramos

nacidos más allá,
durante ese sueño
que durmió el día
cuando vivía sumergido.

(De El hombre cuadrado)



miércoles, 26 de marzo de 2014

Amor de hondos y bajos fondos

Amor de hondos y bajos fondos

Al menos sirve el querer más.
Amor de bajos fondos,
sí fue fácil:
éramos Amor.

El amor es una calleja cierra
de donde sólo se sale
con los pies multiplicados
por delante.
Nada tenía, nada me quitaron
los vendavales delinquieron
a cuchilladas juntas en cada costilla
y las ingles cercenaron buscando la general
de mi aorta acampando en nuestro vasto pecho:
entre mi frente y mis plantas
te ubiqué regurgitando mi sangre sana,
sola abasto, sola mísera la dádiva
de los periódicos y los herrajes
que sobre tu regia mente y mi cóncava cabeza
depositaban los hunos de la noche de afuera.
Vándala la risa de las ciudades y de las otras hormigas,
¡esa marabunta que nos asesinó cuando
nos atrevimos a dormir sobre los cartones
que defenestraron!... Tan generoso fue
su tirar la casa por la ventana.

Yo creo que aún andamos expiando,
callejón arriba, callejón abajo,
el crimen sin escena, sólo
por no desahuciarla, sólo
por no dejar vacía esta calleja
cierra a un lado del mundo.

Canción

(Continúa ofreciéndome "datos" este poemario del que ya casi renegaba.)

CANCIÓN

Alguien me tocó el alma el otro día, alguien,
con la tierna almohada de su voz ensoñadora.
Alguien suscribió mis versos,
reinventó la luz sobre la tierra, que ya caminaba ominosa,
anduvo abriendo puertas mientras, oculta yo,
mis manos temblaban.

Antes, cuando abrías tus párpados a la luz cegadora,
los amaneceres cabalgaban por la orilla de este verbo que no es verbo sino
margen acotado carnalmente.
Se cerró el mar.
No me acompañó entonces el Poeta.
Ni el mirlo sostuvo con su canto mis roncas lágrimas.
Ni siquiera la primavera, que anhelé tiempo después, llegó a bañar los atardeceres
con la niebla empapada en perfume.

Antes, mucho antes, dormía en la tierra recordando
el verde trampantojo de la encina,
y yo, yo, bailaba al son de los tambores de las fiestas humanas.
Cuando me quedé muda,
no me cobijó el Poeta.
Ni la lumbre, ni la hojarasca fértil.
Bajé al infierno de todas las vidas sorteadas.
Hablé para llorar.
Rodé para existir temblando, acunada por mi propio frío en la cruz de
todos los huertos.

Antes, tiempo eterno antes,
saltaba sobre las piedras con mis zapatos de rosas
generando vida, esperanza y muerte...¡feliz!
Una y sola entre las de mi especie
albergaba en mi cóncava realidad todas las esperanzas,
todo el alimento de la tierra.
Ahora, más allá de las sombras,
permanece siempre abierto el horizonte luminoso que nos avanza el sol
en su homenaje tardío
a la belleza de Lo Sin Nombre.

Camina, rueda mía, camina,
llévame por tus senderos de perdón y olvido,
que el polvo que levantes sea mi clámide en la espera.
Muéstrame en tu devenir el movimiento sobre el mar, las almas, la luz.
Adelántate
y obliga a pervertir el siniestro don de la matanza oblicua.
Camina por mí para que, cuando renazca,
las encinas continúen dibujando caracolas en el aire con sus candilejas de Abril.

(La presencia por la ausencia. Bohodón ediciones, 2010. (escritura: 2005)

La vida en nueva

La vida en nueva

algo ha sucedido en el alma
de un hombre moreno
y su sonrisa descabellada
que me mata, algo ama,
algo ríe dentro de su vida
que me alegra vibrar
los párpados de mi risa
aflorando la novedad en el bálsamo
de los labios rosas y tiernos
como gajos de mandarina
que han tomado el sol
en la arena blanca de mi playa.

algo me prende
la vida en nueva.

la niña cuadrada, ya cuadrada
en los brazos de sus olas
de su madre el mar
gobierna sus esquinas
sin embargo y a pesar
del pudor que nace.
Ríe cincuenta años
después temblorosa
ante los amarillos cabezos.
no sabe
si la amparan
o la asustan
aún.
distingue
hoy.
Aquellos cabezudos
y aquellos ojos sendos
sin ojos que la miraban
mientras su madre la bañaba
en el mar de las olas rientes,
porque los cabezudos
sólo aparecieron
en la arena del mar
muerto y roto.
No existen ya.

medio siglo le ha bastado
para descubrir el pozo de estrellas
entre las rocas que escondían
a los cangrejos, a los erizos del revés
y a su hermana haciendo el indio
como hoy ella misma suele hacerlo
siempre, pero valientemente
sumergirme y nacer
a la transparencia de tus manos
acariciándome las ingles:
es el agua del mar que todo lo limpia,
como la Belleza anida en el lunar
de tu piel, púdica piel hoy
mi barrera
y mi sometimiento conforme
a mi amor
a tu libertad.

martes, 25 de marzo de 2014

Entrevista capotiana en el blog de Toni Montesinos

Toni Montesinos tuvo la generosidad de hacérmela hace escasos meses y hoy ha tenido la gentileza de publicarla en su blog "Alma en las palabras".

AQUÍ puede leerse.


 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.