domingo, 1 de diciembre de 2013

Cultivo hidropónico

Cultivo hidropónico

ella

¡qué bien llueve!
qué bien lo hace todo el agua
tan sonora y rica,
mente sin ordeno
y mando tan libre
sin imposibles,
como ella sola,
sin
embargo
qué perfecta y bella
sabe amoldarse,
encauzarse sin sufrir
deterioro ni ella ni sus ellas,
siempre suya y de todos,
siempre una y millones,
¡el agua clara!


él

descanso y arcano hueco
para que él pueda
sentarse si lo desea
reposar sobre el agua
clara:
dorada emerge la roca
liviana y nube que construye
la hermosa cueva donde descansa
viendo acostarse la luz en el techo
y las sombras en el mar
sin oleaje.

sus ojos se cierran como dos banderas
a punto de quemarse, de hacerse fugitivas
del camino de estériles esmeriles,
las raederas clavan sus romos
dientes en la roca dura y fría.

Mas tú eres un mundo
tierno, nuevo y libre.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Neonato

Neonato
Decididamente estoy
hecha de hambre.

I

Me voy yendo como si un canto
ritual se amortajase, momificado
el aire que le hace el eco.
Absolutamente contraria
a la idea, indispuesta con
el enemigo y el amigo,
renegada, re-negada,
reniega el viento
que me regala:
es el vaivén de locos.
De los locos.

Que todas las insalubres
parcas residentes en tu cerebro
mueran con la voz del canto
nupcial de aquel que no nació.

Gracias a la palabra.
Gracias a la palabra Es
neonato.

II

En el inicio todo
fueron dificultades,
tu aliento y la falta de sustento,
la sensación de amargura que se descuelga
por tus mejillas,
pómulos rasos, sendos
páramos rosados, fundición
del cobre anulando la muerte.
Quién puede contra la muerte,
si es lo que somos. Muertos
desde que nacemos, moribundos
batientes contra la esquina
del fin de un mundo
que despreciamos.

Sin embargo, en el inicio todo
fueron dificultades.

Posteriormente llegó el ala
de la justicia, posó su venda
sobre tus ojos y alargó
un minuto el estallido primaveral
de tu primer llanto. Nació
la ausente. Se desvaneció
el origen. Todo fue vida.

Regurgitó en el pico
de la cría la cigüeña,
y cantó tableteando el cielo.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Desquiciada

Desquiciada
Qué es la puerta, ¿cierre o abertura?

la voz de la imprimación
me proporciona puertas
vueltas del revés. Sujetan
los candados las bisagras,
se cierran y abren
al pairo del viento
de ningún sentido
norte o sur. Por el este
sale el sol
en un mundo redondo
y volumétrico.
Pero, ¿y en el plano
de la puerta meditabunda,
de la puerta siendo?

se alabea ante tanto
vaivén en el vacío.
Sin cabeza urde
a golpes sobre ningún quicio.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Pampa eleusina, un poema...

... cuyo autor, Juan Carlos Sánchez Sottosanto, me concedió el privilegio de dedicarme al escribirlo.
Quizás, rememoro ahora, cumple sueños que una tuvo de adolescente y que luego olvidó: que un buen poeta la tuviera aunque fuera mínimamente en cuenta a la hora de inspirarse.

Pampa eleusina
                           a Sofía Serra Giráldez, musa sevillana.

Mistagogo divino,
de áurea piel quemada por el sol,
mistagogo de bronce: dame luz.

Si tu rostro conserva la afilada
dulzura y acritud con que recuerdo
tu paso por las calles, el camino
fácil harás.

Al menos al principio:
procesión hendiendo la alameda,
embriaguez del aromo y de los tilos.

Ayunaré si quieres,
libaré a los dioses y a las diosas
–recordaré a Deméter y a Perséfone–,
entre estos campos del lino y del maíz.

Y en la fecha prevista
me hundiré en las riberas del Atlántico,
portando el cochinillo.

Y después, si elegido
estoy entre los puros,
descenderé a los antros
bajo el auspicio azul de tu mirada.

Andaré en las tinieblas,
pero a la hora
de la epoptē entornaré los párpados,
y pediré a los dioses y a las diosas
–recordaré a Deméter y a Perséfone–
que no me baste la visión.

Más bien, que el paso
continúe a las charcas y a los rostros
fangosos de la Tierra.

Y separado ya de tu mirada,
mistagogo divino, piel de bronce,
me hundiré en el Orco de la pampa:
los dioses me dirán el sitio exacto.

En la postrer vigilia,
tu recuerdo arriará los miedos
al demonio Zupay, y ante las machis
del portal, lloraré junto con ellas
un mundo fenecido.

Debajo estarán los muertos
rasgando las vihuelas, y los cantos
me hundirán otra vez, hasta los sitios
desde donde regrese sólo en sombra.

Visitaré los campos en otoño,
y el resto dormiré bajo la greda,
la arcilla, las arenas
del mar sagrado que se alejara un día.

Mistagogo divino, piel de bronce,
recuérdame a los dioses y a las diosas
–no te olvides de Deméter y Perséfone–
en tus plegarias.

(De Medición de la pampa. Imagine Clouds Edition, 2013)
 
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