domingo, 28 de julio de 2013

SER-LO

SER-LO

una ciudad completa
se vacía en las manos de la tierra,
en sus costas y en sus valles,
en las laderas de las montañas
jugando a ser niña o tal vez
obús que desvincula a la roca
de su magma y su raíz
permanece siempre activa
horadando. Mensajes que el mar
nos trae a la vez que culmina
su paso. Porque el mar
acaece y se sucede, pasea
contemplando cómo
la marea se le viene encima,
y hubo un día
en que dejó de ser
dios para ser
nuestra cloaca,
¿y no, no significa
eso ser dios,
ser-Lo?

EL PP, RAJOY Y LA CONTRA-ÉTICA

Los odio, con toda mi alma y mi corazón. No sólo han sido capaces de quitarle la alegría a este país sino también de llevar la tristeza y el dolor hasta sus máximas consecuencias. Y siguen. El PP, la derecha, la puta derecha española, llevada al poder, ¡por tantos españoles! Por activa y por pasiva. Inocentes, inocentes esos españoles. Ignorantes, la mayoría. Indecentes, muchos. MUCHOS. Y siguen, y siguen, y siguen. Provocando dolor, y provocando dolor irreparable de por vida, sin consuelo.
Si equivocarse puede resultar fatal, pero humano, peor es decir, ¡yo no he sido! Humano, sí, pero indignante. Resumen en sí mismos la contra-ética. NO demonizo. Son humanos. Humanos con poderes que les han sido otorgados.
Ya es la segunda vez. Galicia, desastre, tragedia y PP, y Rajoy. RAJOY ¿Hasta cuándo?
Hasta cuándo vais, sí, VAIS, a seguir permitiendo que ellos NOS GOBIERNEN.

martes, 23 de julio de 2013

Los parasoles de Afrodita ya bailan con el sol


 (Baile del sol, 2013)

(Por cierto, salgo para el campo hasta el domingo. Allí nacieron, allí se abrieron los parasoles por primera vez un año de 2006, desde allí arrancó este libro en abril de 2010. Acaban de llegarme. Afrodita es sabia, Afrodita es Poesía.)

Prosificar

Prosificar

Aún no estoy preparada para escribir en prosa. O hace tiempo que la dejé atrás, no sé bien.
La “cosificación” que implica la prosa, la ralentización en el pensamiento para acoplarlo al discurso escrito me impide dar el salto, hay un escalón más allá que la escritura de la poesía me proporciona, un lugar en paz. La prosa no me permite llegar a él. Es como si mis ruedas patinaran, se recrearan en el barro sin llegar a ningún lado.
Allá por los 20 años recuerdo que comencé una novela, cuando iba por el segundo capítulo tuve que pararla, terminaba llorando por percibir lo que sentía el protagonista, un varón, inventado más o menos. Y de ahí no paso. Escribir prosa lo comparo al hecho de escuchar música, me “relata” las emociones, no consigo traspasar el umbral, tan sólo me quedo, con-mocionada en uno espacio anterior. Tal vez mi propia psicología demasiado empática (sin que esto lo nombre como virtud, la virtud está en saber cuidar de uno mismo, en hacer fácil la vida a tus seres queridos) se riñe con ella. Escribir poesía me permite como una racionalización, como un si no escribiera yo, una especie de “alejamiento”, la conceptualización, la liberalidad en el hecho de las expresiones verbales (ausencia de explicación), la abstracción, me abocan hacia ese espacio que necesito para poder vivir en paz sin dejar de percibir o vivir. Esto me otorga conocimiento, mis ruedas avanzan. La prosa se queda aquí.
La prosa es discursiva, la misma palabra la delata, dis-curso, rompe el curso, o lo frena, que conceptualmente es lo mismo; aunque no el que entendemos como lógico o racional, a simple vista, sí detiene el otro, el que yo entiendo como verdadero, el “curso” del río sin sombra ni cauce de Canto para esta era.
Actualmente, no me interesa la prosa a no ser en su vertiente ensayística. Ni escribirla, ni casi leerla (tras Proust, nada).
Aunque sé bien que lo que no cuente yo, no será relatado por otro.

lunes, 22 de julio de 2013

Habitante

Habitante

Se aclimatarán,
nos aclimataremos
al cambio brusco
de la vuelta de su curva
y la sien.
Es una esfera menos redonda,
pero su pabellón matizado
ondea los colores de la utopía.
El cieno y el negro blando,
la metamorfosis que sufre
la huella de su redonda efigie
de planeta invertido,
pues, ¿a quién se le ocurre
diseñar una figura convexa
para posarnos a todos sobre ella?
Mejor cóncava, así habríamos
cabido redundados geométricamente,
por cielo, las coronillas de los habitantes
de las antípodas, el sol iluminaría
la tierra desde los pies, el suelo
sería transparente y el mismo planeta
habría tenido que desarrollar
una fuerza centrípeta.

siempre en el límite
del nife nos posaríamos
sobre la de hoy atmósfera,
poblaríamos de pájaros
y nubes la densidad
del núcleo de ayer.

Si un mundo cambia,
si un planeta cambia,
¿por qué no yo?
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.