jueves, 8 de noviembre de 2012

La fe

La fe

una caña y un asterisco
en la muralla,
y el manantial se abre.

y se abrió
como un reguero
sedimentando
el arco iris en el suelo,
pies para qué os quiero,
se preguntaba la pintora,
yo, alfarera en mi recuerdo
y en la estancia de la caverna,
no necesito colores ni barnices,
son mis manos las que crean
un arco iris a la medida
del hombre en la tierra
amarilla como los cabezos,
mis cabezos, las peinetas
o los arcos de mis iris,
de mis luces.

como un reguero de gozo,
como un reguero de tierra
el amarillo suspende
mis desvelos y me hace dormir
llena de paz en la curva
de la playa tan gigante
se extiende el sol
por las arenas secas
y calientes, verdadera
huella del mar que me habla.
La vuelta y el regusto
de las olas, que saben
del retorno de todo
lo que al océano llega,
un río, un cuerpo de hombre,
un árbol, unas cenizas y hasta las cañas,
las medusas y los sargazos
ya tapizan de verde y rojo
la mejor orilla soñada,
las aguas se hacen vivas
modelando estanques,
a la medida, mi medida,
de pequeña no abarco
un mar tan grande
de mis ojos brotan
lágrimas como medusas
muertas. Construyo un jardín
a los pies de los cabezos,
un jardín soldado de amor
a tu pecho de hombre
bautizado como dios
por la torre que me guarda
que me guía como faro
del acervo de la verdad
y del sueño.

No necesito tener fe.
Se me comprueba
todos los días.

Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Los sordos

Los sordos


todo lo que se derrama
por las letras es que hace
mucha agua en la carne.

Quisieron gobernar
a golpe de palabra
y juicio gesticulando
con el paladar de sus fueros
remedando el vaivén
de los cuerpos enlazados,
como si pudiera abstraerse
el sonido de mi vagina
destilando sales,
lubricando el aire
como boca de pez ahogado
clamando por el oxígeno
del agua de tu lleno.
Quisieron completar
el coito interrumpido
por falta de sangre
en sus flácidas vergas,
y no pudieron, no pudieron
follar más que letra a letra
con sonido de silencio
de una pieza inmaculada.

Les pasó inadvertido
el grito de mi gozo
hecho son de tu baile.

La palabra sólo
para lo inefable.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

Suite de una noche de gozo, poema de Javier Sánchez Menéndez










SUITE DE UNA NOCHE DE GOZO

1
NO te presentas, noche, y yo te siento.
El espacio es tuyo
y todo lo posees.
Entre los bastidores, las ruinas
entre los corazones y sentidos
creces con los minutos y lo inundas
todo.
Porque noche es amor.

2
YA la palabra noche se entrega entre las sombras.
Ya la palabra noche es amor, es palabra.
Ya puede ser nombrada.
Su nombre arrastra todo cuanto venga.
Su nombre ahora soy.

3
TOdo lo que te he dicho, noche,
está bien, está completo.
Pero,
¿y mi noche, ¿dónde estará mi noche?,
¿me bastará su recuerdo?

4
LA noche es amor.
La noche es discordia.
El día es la luz y es la vida.
Sueño siempre su luz
y estoy con la noche.
Vivo siempre en la vida
y me mantengo en sombras de mi noche.

5
EL hombre es sólo hombre ante la noche
que guarda rigurosa los pronombres
y los esconde lejos: sin límites
ni éticas posibles.
El hombre ha de asentir ante la noche
porque es sólo hombre
ante la vida.

6
REinan en la penumbra las sombras.
Anónimo es el rito de ser nombrado solo.
Reinan los individuos calladamente
deseando la noche.
Por eso mi corazón te llama,
y también quiere ser protagonista
—hombre o sueño—
de la noche.

7
PUede llegar la luz
y romper la historia
de la noche.
Pero aún es tarde,
porque la oscuridad reina en silencio.

Puede llegar la vida
como hace siempre:
con voz baja entre gritos.

8
CAsi a la luz del alba
la noche es la más pura de las noches
y sobre la ventana
contemplo cuatro cielos sin estrellas.

La noches ya es la noche,
la terrible canción sin fin ninguno.
No hay realidad en la noche
y ya llegó mi vida, mi amor
y mi destino: siempre es claridad.


Javier Sánchez Menéndez (De "La muerte oculta" -1996-, en Faltas palabras en el diccionario. Poemas escogidos 1983-2011. Libros del aire)

martes, 6 de noviembre de 2012

La corriola del pozo

La realidad es esta:
sólo se quiere lo que no se tiene.
Con no estar es suficiente,
la verdad lo sabe muy bien,
sabe hacerse querer,
ella se oculta tras la mentira.
Somos unos asesinos
de nuestros propios deseos.
necesitamos matar,
es nuestra naturaleza,
nuestra forma de poder
seguir estando vivos,
de poder volver a desear.

La corriola del pozo

¿qué papel el del amor?
el del amor es la fuerza, solo
tan sólo por sí mismo
creado y creador
de todas las cosas
en verdad, en verdad nos dice
que sólo hay que usarlo
para que nuestra vida se haga
indecible, es decir, inefable
o infabulada.
No dicha.
No matada
por tanto
sino viva.

El mal de los sargazos,
el mar de los abrazos,
la santa onomatopeya
que libera blancas
y medias arenas del revés
dispuestas con un sol,
el dado para el suelo,
con un dicho, el dado
para el muerto
de hambre de amor de
no somos nada más
que ese cuerpo de cal
tornasolada con todos
los colores del universo.

y yo sin ti qué seré
si ni dios llega
a la doble entente
del aire y el fuego
que son la luz, la luz,
la tierra, nosotros
y el agua, el barro.

Con la luz y el barro
fabrico los candiles
de carburo hidrogenado,
esos que espantan a los alacranes,
esos que todas las noches
enciendo con una gota de agua.

siempre el agua,
siempre el amor
el que logra sacarla.

Sofía Serra ( de Los cabezos amarillos)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Paisaje de Verdad

No tengo muchas ganas de explicar ni de escribir, ni siquiera poesía, pero sí de dejar esta fotografía aquí. Llevo días queriendo hacerme con ella.
No se ven los cabezos amarillos. Estaban, están, justo enfrente de esa orilla, y esa torre. Esa torre albarrana, albarrana porque yo lo digo, porque es la extensión de una muralla que nadie conoce, esa torre mora, ese faro ruinoso, ese faro que aún sigue en pie, con su misma fortaleza y su misma debilidad. En ella se refugiaban los cangrejos, los erizos y tantas especies de bichos raros según mi nomenclatura de la época, y actual.
Nada ha cambiado. Todo permanece.
La verdad siempre es verdad.

Mi padre y yo en el loro



 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.