Panóptica
Escribes tanto víveme,
cércame, móntame
ilusiones cerebrales,
anteojeras concubinas
a la ojeadora debilucha
que me usurpa, se sienta
a horcajadas sobre mis hombros,
y calma y amortigua
otros vaivenes, otros dioses
en versículos para mi oído
izquierdo su estribillo.
Y allá llego sin más señal
que la bisectriz de mis ojos,
que sólo aúllan al frente.
Panóptica presbítica
de juzgado
de guardia
contra mí.
Después he tenido
que hallar otra vez
el sitio otra vez
el mito otra vez
el tú.
Sofía Serra (Correcciones de El muriente)
jueves, 21 de junio de 2012
lunes, 18 de junio de 2012
Pasantía (La sombra)
Pasantía (La sombra)
y si ni el sol ni la tierra
llueven a medida de los gustos
de cada uno o dos
o en la tierra
no hace lluvia o agua
acorde con lo sentido
por ambos
manifiestos
mutuales
y si no se enteran
de nada recíprocamente vecinos
o separados
cuando nube
o cuando tierra
cuando sol
y cuando agua, sin embargo,
nace el verde.
Y siguen sin enterarse,
o integrarse.
Sus lugares me declinan.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
y si ni el sol ni la tierra
llueven a medida de los gustos
de cada uno o dos
o en la tierra
no hace lluvia o agua
acorde con lo sentido
por ambos
manifiestos
mutuales
y si no se enteran
de nada recíprocamente vecinos
o separados
cuando nube
o cuando tierra
cuando sol
y cuando agua, sin embargo,
nace el verde.
Y siguen sin enterarse,
o integrarse.
Sus lugares me declinan.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
La conquista de aquella península
La conquista de aquella península
Mi voz me llama y tu recuerdo
acude sexto y múltiple
sentido de las sendas en el agua.
en él bajocabe y con y contra
las preguntas estarcidas
sobre la peña del muérdago.
los indios hacían felices
a las calaveras mutilando
el silencio de las lenguas
locas. Sus pies planos y los arcabuces,
hilos de plata para mis ojos
tu pelo negro enredado
con el hambre de verte.
Tierra entierra las manos
en la ínsula que arrasa cementerios.
Suenan bajas y densas
las cuerdas del gentío anudado
a la boya del sol de poniente.
mis oídos revientan de verdes
llamas que mueren solas
a manos de las trabajaderas
de los hombros.
Sol y un murmullo de dioses
sobre el agua,
su avenida inútil.
me habrás dejado soleada
por el peso de tu honroso
suelo, las conquistas plateadas
desplazan girasoles por armaduras
y espadas, bastos y copas que
yo no sé empuñar, ni lamento el oro
de mi patria, la líquida sonrisa
de La espera-da para encalar
las paredes del sueño.
Estamos debatiendo horas
Cercanas a la futura y
Florida península.
Sofía Serra (De La exploradora)
Mi voz me llama y tu recuerdo
acude sexto y múltiple
sentido de las sendas en el agua.
en él bajocabe y con y contra
las preguntas estarcidas
sobre la peña del muérdago.
los indios hacían felices
a las calaveras mutilando
el silencio de las lenguas
locas. Sus pies planos y los arcabuces,
hilos de plata para mis ojos
tu pelo negro enredado
con el hambre de verte.
Tierra entierra las manos
en la ínsula que arrasa cementerios.
Suenan bajas y densas
las cuerdas del gentío anudado
a la boya del sol de poniente.
mis oídos revientan de verdes
llamas que mueren solas
a manos de las trabajaderas
de los hombros.
Sol y un murmullo de dioses
sobre el agua,
su avenida inútil.
me habrás dejado soleada
por el peso de tu honroso
suelo, las conquistas plateadas
desplazan girasoles por armaduras
y espadas, bastos y copas que
yo no sé empuñar, ni lamento el oro
de mi patria, la líquida sonrisa
de La espera-da para encalar
las paredes del sueño.
Estamos debatiendo horas
Cercanas a la futura y
Florida península.
Sofía Serra (De La exploradora)
viernes, 15 de junio de 2012
Bailando con-suelo
(El desconcierto es la semilla de la poesía, el estado mental que debe poseer al poeta justo antes de acercarse a la sabiduría del poema. Es el límite, el espacio sin lugar, el blanco, el “in albi”, el la nada.
El desconcierto abruma y la bruma es poesía Todo lo que sea descorrer el velo nos sobrecoge “pre”. Pero nada hay que podamos hacer contra el hecho de ver. El viento siempre nos tumbará. No hay vuelo ni gozo. Es natural. Un estado natural, como el hambre, Como el dormir, como el reír o el llorar. El desconsuelo. El desconsuelo es el arma del poeta, su pica en Flandes. Si la clava, nace la verdad.)
Bailando con-suelo
Y este pecho mío,
este giro venido a mayor vuelo,
este cubrecama,
esta solana vuelta,
este canto de gaviota
afinado en el diapasón
de los aullidos de los lobos:
esa luz licuada bajo la sonrisa blanca.
Yo no te buscaba, Amor. Busca cielo
y busca barco el agua:
Y el barco viró girando sobre sí
compartiendo sino
con el tren que vino y fue.
Yo no te buscaba, el torbellino
arrima sello al destino
y desvela el nombre de muerte
en la fotografía quemada
del tiempo sin consuelo.
Has llegado lentamente,
pero has dado la vuelta a la vida.
… Si ya ves que no te vi venir
despacio, en pausa mis ojos
o tal vez cierta ausencia
de sagaz aplomo para estas cosas,
céfiros que los llaman, y yo,
verdades las he aullado siempre.
… Si es que no te vi llegar.
Sí que soplé templada,
desde el natural de mis pulmones
a la flor desnuda que abre
cosecha bajo el suelo.
Sí, vuelta a vuelta cintura asomada.
Sí, al pretil de la tuya.
Dicen que sólo puede explicarse del revés,
mas ya hace algunos siglos
que la jardinera regó collares,
y decenas de años que artesonó
el techo con sus iris muertos
abiertos a la bruma, a la niebla...
Y aquel sin consuelo llegó rodando
hasta sus pies como perla transparente.
Pero por el suelo, por el suelo avanzó girando.
Hasta los nudillos de pie con el puño en alto
la eterna lobezna se irguió y ahora pregunta:
¿Queda alguien puro en este mundo?
Nudillos, no tengo a nadie.
Nudillos, no quiero nada.
Nudillos, todo doy:
Matriz longeva pare puños de alegría
ensartada nudillo a nudillo
en el collar de las perlas licuadas
que germinaron allá en la tumba.
Más este con suelo, este consuelo
que desdice ya mi palabra antigua.
Sofía Serra (De Los parasoles de Afrodita)
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