jueves, 19 de enero de 2012

La hija (La cocina de Loli)

Tal vez esté algo más callada estos días por aquí. Voy a ponerme  a arreglar el blog de cocina que dejé hecho hace ya "la tira" de años, por eso lo tengo actualmente desenlazado.
Este es:

A lo mejor a algun@ os interesa conocer recetas de tradicional cocina sevillana. Garantizo su fiabilidad, ;).
Lo tengo hecho unos zorros, en redacción incluso, hacía las entradas sobre la marcha y cuando no sabía casi ni cómo se editaban, pero creo que merece la pena dejarlo apañado.
Dejo este "dgfbetvsvhfyt" (es tan corto que no me atrevo a llamarlo poema) que forma parte del poemario "Nueva Biología" para introducir este blog de cocina:

(Correcciones Nueva Biología)


la hija


menudo callo comportamos.
Mamá, guísalo,
anhelo poder digerirlo.


Sofía Serra (Nueva Biología)


;)

Nota: Allí podrán encontrar la típica receta sevillana "Menudo", que, la verdad, tengo la sensación de que es casi idéntica a la conocida como "Callos" en Madrid (nótese el cambio en el uso de una forma verbal, si entráis podréis entender a qué se debe...;))

miércoles, 18 de enero de 2012

Los cotiledones

(Correcciones "Los parasoles de Afrodita")

Aprovecho esta entrada para decir que la editorial Baile del sol me ha asegurado por dos veces su interés por publicar este poemario. Saldría para el año que viene. Lo escribo en condicional porque aún no he firmado nada y queda mucho tiempo.
Este poemario, aunque pienso que es de los más bonitos que la poesía se ha dignado en querer hacer salir de mis manos, es muy complejo, por sus poemas, claro, también por la idea de su tema sobre la que  se fue pergeñando. En realidad es un intento de reivindicación del eros personificado en la figura de Afrodita,  una especie de pelea mía porque todos fuéramos capaces de ponernos en el lugar de ella, que tanto ofrece y sobre la que tanto se pervierte, se usa  fraudulentamente, sus sufrimientos, sus batallas y su necesidad de hallar paz y hasta cobijo (parasoles).
Pero como digo es complejo, la mayoría son poemas muy-muy extensos, con ritmos endiabladamente dificiles, creo que gana por completo cuando el poema lo recito, no por mi voz o mi capacidad (escasa) para recitar, sino porque al menos puedo así transmitir el ritmo y tono originario desde el que nacen, que sí es muy particular, mío, una amante de la música, el ritmo, sevillana, medio africana y encima con conocimientos musicales porque anduve en mi niñez y adolescencia estudiando en el conservatorio, o sea, todo se me junta rítmicamente  en este poemario.
En cualquier caso, aunque terminado, no dejo de darle vueltas, sobre todo a esos poemas más extensos, así que subo este con nueva revisión (décimoquinta según mis archivos tras seis anteriores de estructuración).
Este poema en particular es importante en ...bueno, mi poética, porque es cuando por primera vez consigo nombrar algo que se convierte en clave de toda mi concepción del arte, esa "costra dura de la nomenclatura" sobre la que tanto abundo siempre, incluso fotográficamente.



Los cotiledones


Fuente y albedrío libre de junto a mí:
ya sobrenada tu agua bañándome
desde mis manos que sobre ti han sudado.
Suerte-sal y urbano renombre del monte
sobre el monte de Venus,
o sobre la colina del loco,
hacia esta orillas vivas de estuario
que se abre a la barra del río que me hace y renace.


Ay, Amor, cómo destilan néctar
las flores de estas jacarandas
altas, altas como los rascacielos.


Desde estos valles de verde amapola,
yo respiro exaltada sobre mi cadera unida
a tu alma cerrada de vértigo
a los dólmenes que sostienes
con las puntas de tus dedos,
a los adoquines mojados,
al pilar-soledad de tus retozos
sobre las vendas de seda de la droga blanda
de las carnes acicaladas
de las diosas que no son griegas.
Solapando temblores,
apisonando tu bomba-corazón
bajo las otras humanidades, las otras voces,
las vampiras de la celeste sangre.
—Y todos abastecidos
sin saber que el agua
que bebemos no proviene más
que de un mismo pozo
que no tiene nombre.
Mar eterno, mar sin orillas, mar subterráneo
bajo la costra dura de la nomenclatura—


Ya se yergue salvaje y sañuda
el ave de la suerte. ¿Suerte?
Suerte nuestra de Ser de Hombres.
Sino lleva destino sin nombre
de vida y marea, la vena
que nos atraviesa de parte a parte y no duele.
Ay, salvaje clámide que te espera,
velo translúcido a horcajadas de tu cintura,
tanagra abrigada, ¿a qué esperas para desembarazarte
del telúrico manto de lino que te ampara?
Luce como la Venus de Milo, aun sin brazos,
luce cual estatua blanca de alma,
predispuesta a tornarte
en manca y grande esposa viva
del hombre y su tierra y su agua clara
del pozo desde el que ya naciste.
¿Libertad manca?... Libertad plena.


Cerrada la puerta de amapola
viva, no olvido que tras el paso de la corriente
quedan germinales nuevas semillas,
tartáricas visiones de quien anduvo soñando muerto
que duerme sobre la cama de su osamenta
clavada al suelo de sus necesidades,
mis anhelos.


Canto al poeta en paro,
canto al de roja sangre,
al derrotado en la tierra
ante los ojos torturados del semejante.
Canto a la vida fecunda que adquiere nombre de vida
más allá de tus manos o los cotiledones de mayo,
canto serio sin sonrisa de risa: nunca ríes, poeta de ti.
Come alegría, come vida, cómeme.
Cultiva mis lágrimas, lava mi ropa, revuélcame en tu cama.
Acoge en ti algo más que el título bajo el que te escudas.


El poeta quiere estar sólo, ¿qué le pasará al poeta?
¿El signo por sus alas o el saco desgaje
de su vientre descuartizado?
¿Qué le sucede al poeta que ni sabe ni contesta?
El poeta tiene que estar solo, ¿cómo puede vivir el poeta?


Poeta a más contra el viento,
poeta a más contra la suerte que surte
poetas de más y más voz contra la mansedumbre
y las vieras de peregrino hacia el lugar que ya sabemos.
Que no es Dios.
Solo, libre y pendenciero contra su alma,
el poeta nace más allá de la entrepierna madre,
en las almenas que amilanan
la sombra de las nubes bajo el cielo, bajo tu cielo,
hunde tus hombros en el poder de la mies,
llora naciendo, que así cantaremos
con tu llanto los que nos pudrimos,
los que morimos, los que abaratamos este silencio
con míseros cantos de gozo travestido.


Ya ves cómo abro esta risa a caudales de dos manos llenas
de aire va, agua viene, tierra fértil, fuego mío,
sentencia a sangre de poeta abrasada en viento,
no más que ente divergente ya sin voz, aún sin flores y sin llanto:
no más que dos cotiledones abiertos al sol de mayo.


Sofía Serra (Los parasoles de Afrodita)

martes, 17 de enero de 2012

Iconoclaussum

(Apunte para una posible futura Crítica, ;):
He ido percibiendo durante este largo año abundante en correcciones que compongo de distinta forma estilísticamente hablando cuando los poemas son, digamos para entendernos, más conscientemente autobiográficos o autorretratísticos. No abundan, pero en los ejemplos que he ido recogiendo se hace visible claramente, aunque no sé si solo será percibido por mí.)


(Correcciones "El muriente")


Iconoclaussum

(basado en dos iconos, uno que elegí, otro en el que me inscriben)


Con Los Beatles aprendí hambre.
Inglés también.
Cuando mataron a John lennon
en 1980,
lloré por la terrible injusticia:
Alguien who gave peace
a chance
moría víctima de la violencia.
Después me fui desenamorando de Paul.
Lentamente,
sin decepción.
Hoy sólo queda él.


With the beatles, separados
antes de mis trece años,
yo tan tarde siempre tarde tan yo,
supe de los corazones solitarios.
Nunca fue mi preferido,
aunque           mi siempre torpe-mente
cuando           buen arte encuentra
donde             le corresponde ubica
dentro             suya,
allá, en(la)cima de la colina
de la loca en lo más alto.
Debe de ser que he escalado demasiado,
yo, que padezco del mal de altura,
yo, que no le encuentro sentido a ese deporte
con cadáveres congelados como fotos finish,
hoy encuentro mi fotografía
en esa obra maestra del arte pop.
Sargenta pimienta nací
sin saberlo
encriptada
en las polichinelas de los circos ambulantes.
La morsa me acompaña.
He costumizado mi uniforme,
el de la banda de los corazones solitarios.


No importa que digas que me amas.


¿Qué tipo de estómago
bombea un corazón solitario
que no hay hambre que lo sacie?
Corazón sin anatomía que lo sustente,
como los que pintó Frida
suelta de su cuerpo,
enlazados ellos en el aire,
sin huesos —ya juntos, ya siempre juntos—
o con huesos rotos, rota ella
sin aparato digestivo,
sin siquiera colon irritable,
sólo oídos para despeñarse
ante la visión de su propia boca
corazón, corazón solo
sólo hueco para el hambre,
sólo palimpsesto de un autorretrato
antes de morir muerto de mudeces,
antes de salir salido de ingles,
¿qué boca puede alimentar
un corazón solitario
sino la que inventa
una autista de su música
para evitar el desequilibrio
del mal de altura?


Quemé naves y me incineré con ellas
para nunca/siempre –es LO mismo- volver a la orilla.
Corazón suicida,
corazón suicida,
corazón suicida.


Sofía Serra (De "El muriente")



domingo, 15 de enero de 2012

El perdón

El perdón
Vini vidi vincit.


                         Aún
sin poder
               contar con
saber si


sobre tu boca pasean los galgos
liberados del miedo del invierno,
los alcatraces recorren veloces
las plumas de la nieve tundra
callando en el mar.
me pregunto si la sal
derrite las menudas pestañas
que te separan del alumbre.


servicio de mensajería externa,
¿a qué con-vida el recurso de tu boca?

(Sofía Serra) 

sábado, 14 de enero de 2012

De orfandades, poema de Juan Carlos Sánchez Sottosanto

Un poema que anoche publicó Juan Carlos Sánchez Sottosanto que me conmovió por completo nada más leerlo. Sintetiza su poética mis siete años de vida en el campo. Allí llegué  recién huérfana de padre y viví casi huérfana de madre, sintiéndola envejecer en la distancia sin poder hacer casi nada por vivir junto a ella la naturalidad en los ciclos de la vida, lo que tan importante resulta para la psicología humana. Y para rematar, con esa soledad impuesta a la que nos obligan las acciones  crueles y malvadas de algunos de nuestros semejantes. En definitiva, huérfana de ser humano, huérfana de los semejantes, efectivamente como el poeta remata, desahuciada.
Y cuando un ser humano se siente así, desahuciado, sólo le queda la tierra como con-suelo.

No hay geografías en la poesía, no cuando un Poeta la re-crea y le canta. Los poetas también necesitamos a los poetas, a otros que canten por nosotros.

De orfandades

Poco a poco me voy tornando huérfano.
La orfandad es esperada y esperable,
pero siempre arriba inesperable
como la noche súbita en eclipse.

Y hay hoy las orfandades que de puro pretéritas,
lo fueron siempre, y la ausencia entonces,
es inútil llorarla: ¿quién recuerda
las púrpuras de amnios y placenta?

Pero las otras, promiscuas, paulatinas,
son aquellas que dan vuelta los zodíacos,
el meridión, el septentrión, la mácula
de la muerte por mácula de vida.

Y así a quien acunó hoy acunamos,
y así a quien protegió hoy vemos, tristes,
nuestras falibles manos tan en vano
intentando dar fuerza en la caricia.

Y el candor que un lecho o un recodo
nos brindó con piedra y con certeza,
arenisca es hoy, y escurre lenta,
y no hay límites seguros en el páramo.

¿Quizás el resignarse tornaríanos
libres como el chaparro, aislado
árbol pampeano que, superviviente,
olvidó la semilla,
olvidó a los hermanos,
olvidó que fue un yuyo trasplantado,
y resistió al desborde y a la seca,
y adapticio al paisaje, se conforma
con los verdes ocasos y los astros
que –felizmente- son los mismos?

Ni la pampa ya me da seguros.
¿Dónde está el sauce barrenado?
¿Dónde el fachinal que desecaron
y sembraron de rostros y de casas?
¿Dónde el roto camino, pura arcilla,
dónde el río de prepo encorsetado
por cauces de artificio y ultrajado
por puentes, acueductos, carreteras?

Madre pampa, tan solo vuelves madre
en tu feroz canícula de enero,
en tu feroz helada junio-julio,
en tu viento de polen de septiembre.

En la costra cuando el agua falta.
En el miasma cuando el agua sobra.
Pero de esa orfandad me libras, cruenta,
y no tornas los rostros devorados.

Como Uranos o Cronos, más que Gea
o Rea, devorante, tierna y sádica,
ahondas en las frentes las arrugas,
ahondas en las frentes los alzhéimeres,
y en tu seno recoges a los muertos,
anónimos o en pampa evanescente;
toda te cubres, al fin, de indiferencia:
lo mismo los guanacos que los indios,
los venados, los huincas, los matungos,
los asesinos y los asesinados,
las lápidas de mármol,
las fosas de NNs.

Al cabo tú también te sientas huérfana.
Tu demiurgo creador no dio bondades.
Te hizo mar, te hizo tierra, te hizo arena,
te hizo fósiles y luz y vendavales,
y ciclones y trombas y amasijos
del fuego con el agua, de la piedra
que llega hasta ser tamo, e invisible.
Invisible tu dios e indiferente.
La orfandad fue tu madre, y madre huérfana,
¿qué otra cosa criar que desahuciados?

(Juan Carlos Sánchez Sottosanto, 2012)
 
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