(Correcciones de "El muriente")
Cool
cool, cool, cool,
con esta nirvana curva
nerveas sobre mi vulva
viva quiebra
mis espinas paladares
enarbolados gimen a contraluz.
Desde hace unos ciento veinte años, influí.
quemaron paredes,
ardieron barros desde
la calle, qué bien vivo
oyéndote en mis pechos.
Radicales libres barridos de la faz
de la tierra, así tan densa surge
la profiláctica labor de la cebolla,
cruel navaja de alientos.
Verso tus rizos.
Todo cool para enlatar,
todo ya para enlutar.
Agua desleída
en los subsiguientes
párpados de la escalera.
Conocimiento, sólo tengo
tu voz y mi pregunta.
Non habemus poetas,
sólo sombras huidas
y algunos cuerpos.
Sofía Serra
viernes, 23 de diciembre de 2011
jueves, 22 de diciembre de 2011
Prontuario internaútico: sobre el lenguaje poético
Extraído de una conversación en tuenti, me la ha pasado mi hijo a ver qué me parecía. Una mera conversación entre tres chavales amigos, un estudiante de Derecho, otro de Filología y otro de Ciencias Políticas, edad, 19 años.
Pocas veces, salvo en brillantísimas locuciones de filósofos o estudiosos de reputación y prestigio indudable, he visto que alguien se acerque tanto a la definición del lenguaje poético y del Arte en general. O dé en el clavo. Y no, no es poeta el que habla, al menos, escritor de versos.
Yo creo que hay una ligera confusión acerca de en qué consiste definir algo. Definir algo no es reproducirlo perfectamente, eso es imposible. No es posible duplicar la realidad en su totalidad, meterla en un vehículo de comunicación, y lanzarla a los cuatro vientos. Toda definición es imperfecta, por naturaleza. Hay quien dice que cuando se nombra, se mata. Ahí es donde entra la importancia del receptor del mensaje, para pulir en algún aspecto, no en todos, la imperfección de la definición.
El lenguaje discursivo, a mi entender, acaba quedándose corto cuando lo comparamos con la "autodefinición" que la realidad hace de sí misma continuamente. Por una razón tan sencilla como es el paso del tiempo necesario para describir o definir, y el necesario para que la realidad sea percibida: percibir un momento plasmado por escrito puede llevar 5 minutos, percibir el mismo momento en la realidad lleva exactamente la duración de ese momento, que para el que lo percibe acaba siendo cero.
En esa línea, la importancia, y creo que verdadero punto fuerte, del lenguaje poético es que es capaz de acercarse a ese "tiempo cero", al mismo tiempo que provoca en el receptor la percepción cuasi-completa de ese momento que recoje. Merece la pena señalar que desde el punto de vista discursivo este tipo de enunciados comunicativos son los más "imperfectos", puesto que son los que dejan más "espacio en blanco" en la descripción del momento.
Tal vez sea eso lo que caracteriza al arte: la capacidad de hacer percibir al otro un momento de forma casi perfecta, a partir de un lenguaje discursivamente muy imperfecto (espacios sin información discursiva). Si esto es así, de aquí podría venir la necesidad de que el receptor sea mínimamente humano, que tenga un mínimo común con lo humano (o mínimamente inteligente, pensando en otras civilizaciones) para que ése tipo de enunciados, los artísticos, funcionen como he dicho. Abstrayendo el concepto un poco más: quizás sea necesario, para que el enunciado artístico lanzado por un emisor funcione como vía comunicativa superior a la discursiva, que el receptor tenga un mínimo en común con ese emisor. Es de esperar que cuanto más en común tenga, mayor será la efectividad del enunciado. Quizás sea por eso que el lenguaje artístico sólo funcione a la hora de hacer percibir en el otro momentos intrínsecos a la especie en la que se encuadre el mínimo (o máximo, según el caso) que emisor y receptor tengan en común, y no pueda utilizarse a la hora de la mera descripción empírica (relación con universalidad del lenguaje poético).
(Manuel Távora Serra, estudiante de segundo de Derecho)
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Sembrar lechugas
Sembrar lechugas
ahora llega la hora del recóndito.
cualquiera sabe donde estaremos,
pero recuerdo las lechugas recién sembradas
y sólo quisiera estar allí,
mirándolas,
tú con tu cerveza bajo el alcornoque
yo con mi tinto con casera
y las botas de agua llenas de barro
de haber andado los dos
en cuclillas enterrando
nuestros dedos que se rozan
bajo el blando légamo
y el sol
qué alegría la luz dorada
del sol
a cielo abierto
bañándonos como
si dos peces
iluminados
fuéramos
nacidos más allá,
durante ese sueño
que durmió el día
cuando vivía sumergido.
Sofía Serra. Diciembre, 2011
partiré las tablas de la ley
sobre mi cadera, que es más fuerte
que tu dios y mi pudor
ahora llega la hora del recóndito.
cualquiera sabe donde estaremos,
pero recuerdo las lechugas recién sembradas
y sólo quisiera estar allí,
mirándolas,
tú con tu cerveza bajo el alcornoque
yo con mi tinto con casera
y las botas de agua llenas de barro
de haber andado los dos
en cuclillas enterrando
nuestros dedos que se rozan
bajo el blando légamo
y el sol
qué alegría la luz dorada
del sol
a cielo abierto
bañándonos como
si dos peces
iluminados
fuéramos
nacidos más allá,
durante ese sueño
que durmió el día
cuando vivía sumergido.
Sofía Serra. Diciembre, 2011
Internet ya no es lo que era
A partir del día 24 de este mes, es decir, el próximo sábado, dejaré todos mis blogs sólo abiertos para invitados, o sea, los cerraré al público. Si alguien desea seguirlos sólo tendrá que enviarme su cuenta de correo a mi dirección, para poder activarle el permiso. Aviso también de que eliminaré los que tengo activados tan sólo por mera precaución, para no darlos por sobreentendidos, para que cada posible invitado decida.
Como titulo esta entrada, internet no es lo ya lo que era. Siento desmoronarse su espacio utópico y convertirse en un lugar poblado por burócratas y mentes pasivas además de adoratrices de todo aquello con lo que no comulgo. Antes de que se me desmorone entero, prefiero parar, cerrar al menos a medias y darme un tiempo para pensar.
domingo, 18 de diciembre de 2011
La palabra dada
La palabra dada
Compaginar
la salud de los mortales
henchidos de vértigo
sobre el precipicio de la retama
—esa que, abandonando la dehesa,
sentó sus reales en mi mesa—,
¿puede acaso cada rama
de sus elucubraciones instantes,
sueltos y me llevo suelto
y quito, suelta página
y te deslumbro a vela salva
y llama y superficialmente?
Venerar tantos quistes, tantas agujas en el cielo,
tantas grietas en la tierra, tanto secano soportado,
tanta helada desmoronando los aceites
de mis ungidas raíces y sus temblores…
Redoma de versos. Palabros
rescindidos y quincallas
que cuelgan de los andarines dedos
tiritantes bajo los guantes de goma.
… qué frío de mundo
paralizando a cada parte
de uno; y aflorarte.
Y revocarte.
(Sofía Serra)
Compaginar
la salud de los mortales
henchidos de vértigo
sobre el precipicio de la retama
—esa que, abandonando la dehesa,
sentó sus reales en mi mesa—,
¿puede acaso cada rama
de sus elucubraciones instantes,
sueltos y me llevo suelto
y quito, suelta página
y te deslumbro a vela salva
y llama y superficialmente?
Venerar tantos quistes, tantas agujas en el cielo,
tantas grietas en la tierra, tanto secano soportado,
tanta helada desmoronando los aceites
de mis ungidas raíces y sus temblores…
Redoma de versos. Palabros
rescindidos y quincallas
que cuelgan de los andarines dedos
tiritantes bajo los guantes de goma.
… qué frío de mundo
paralizando a cada parte
de uno; y aflorarte.
Y revocarte.
(Sofía Serra)
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