partiré las tablas de la ley
sobre mi cadera, que es más fuerte
que tu dios y mi pudor
ahora llega la hora del recóndito.
cualquiera sabe donde estaremos,
pero recuerdo las lechugas recién sembradas
y sólo quisiera estar allí,
mirándolas,
tú con tu cerveza bajo el alcornoque
yo con mi tinto con casera
y las botas de agua llenas de barro
de haber andado los dos
en cuclillas enterrando
nuestros dedos que se rozan
bajo el blando légamo
y el sol
qué alegría la luz dorada
del sol
a cielo abierto
bañándonos como
si dos peces
iluminados
fuéramos
nacidos más allá,
durante ese sueño
que durmió el día
cuando vivía sumergido.
Sofía Serra. Diciembre, 2011