viernes, 11 de noviembre de 2011

la-lili-put

la-lili-put
perdida en este asomo
de andróginos gulliveres




Y que ninguna salva
venga a pronunciarte,
a espantarme el alarido de tu nombre.
un corazón boca,
un estómago transferido,
una ausencia conjunta,
un hueco prodigioso
en el archivo de este vientre


durante el frío ascuas y el frío noche.


en la cadencia del alma
en las sedes de tu acceso,
en el vuelo del selenio sobre mis hombros,
la luz con dos velas que no enciendo
y el deambular reposado
de la yerba levanta tu paso
bienvenido sobre la tierra
húmeda y marrón
como un jazmín de otoño.


la bala perdida rozó
la esfinge de tu atajo
y yo ya no más fui.
Sólo aldaba.


(Sofía Serra)

jueves, 10 de noviembre de 2011

Canto de poeta loca

(Correcciones "El deshielo")
Canto de poeta loca


Demasiadas esquinas en esta plácida lumbre de otoño,
demasiadas para ser pobladas por el rocío.
Entablan diálogo con las verticales sureñas
almidonadas al hilo del puro jacinto y la escarcha,
descubiertas de arrobo, de senil jurisprudencia, de suertes ilegítimas.
Justifican por sí mismas a la apreciada lombriz
que bajo la tierra orea los otros páramos, 
los silenciosos, los horizontales, las jactancias.
Y ellas, demasiado sumisas.
Demasiado sumisas.


Y se quebró de nuevo el trampantojo:


Poema tras las últimas horas, poema tal vez
amarrado al ebrio verbo que presagiaba
la evanescente síntesis que el agua y las piedras levantan.
No hay lugar para el sobrevenir más que allá,
en la estera, ante la puerta del jardín de no sé qué delicias,
pequeñas suertes, el inabarcable entorno de la yegua sin errar,
los eternos circunloquios que hábilmente
aterrizan como ángeles de hielo
ante estos pies ya reconstruidos.


No atisbo el mar más que tras tu mirada,
no se evade de tus ojos la luminiscente,
sólo asomo de belleza cargada de ti
en el retorno de la marea que vuelve y que vuelve
acarreando de nuevo esta orilla,
estas arenas, estas piedras...
De nuevo piedras que se quedan
para vaciar el horizonte de rostros,
para poblarlo de penumbra agigantada
en el hueco de esta rima entre el sol y la tierra.


Y ya nada sirve, nada justifica tu envergadura
de piedra imantada más que el dorado que tu corazón proclama.
¡Corazón, corazón, ¿por qué pernoctas siempre sobre tu lecho de abandono,
de caudal abierto manando al borde del abismo?!
Cansar para doler, ésta será tu última tarea.
Como granada entre los alisios te recojo
y te umbro entre estos brazos tuyos, te acuno:
Duerme, duerme en tu llanto tu eterno soliloquio
de poeta extenso sin miedo al eco o al vacío,
al supremo reflejo del tú más tú en el todo.
La noche, que en esta suerte de otoño
se ha hecho más llagada, más justa,
aboga por tu propio desvarío de ser inconcluso,
de ser benévolo, de pobre cantor sobre las piedras,
las yerbas, las aguas claras y las azules aguas…


Si de la suerte a este abandono
va tan sólo el cauce ancho de este río,
que así sea, que no se seque el mar
por la ausencia del pequeño venero.


Sofía Serra, "El deshielo" (2009). De la trilogía "Canto para esta era"

domingo, 6 de noviembre de 2011

Pekinesa en adobo

(correcciones nuevo poemario aún sin título pero que ya va cogiendo sentido y forma)


Pekinesa en adobo




hablemos de honduras:
esta foto extraña
como tú mismo.
Ando solo ando
con las clavículas.
Ella trina vehemente
y anda, sólo anda.


luza ese circorama
y esa puerta sola
de paseo automarítimo
en verde y n(m)o-verte,
venir.


esas minúsculas y prescindibles autarquías,
el viento y el oeste uniéndose,
la nube y la montaña,
la altura,
la lluvia.
reciclaje.
beso a beso beben
sus reales salivas
se ven ven-irse.


(Mirad como desentrañan
las tripas algunos Hombres.)


esos son
ciertos-on
rojo entre
comillas


tú eres en el casto
idioma yo te hallo
hacia mi-y(ll)-oriente.


Sofía Serra

Flores de mayo




Que no canten los niños en Abril,
suicidarían a las flores.


(Sofía Serra)

viernes, 4 de noviembre de 2011

La ovípara



Correcciones Nueva Biología


La ovípara


Son los rostros los que escriben
productividades de larga espina
como la de la serpiente.
Huyo entre mis piernas
—aquella sierpe, aquella lozana sierpe—
que corretean llevadas
en volandas por colleras
de palomas torcaces.


presta a nacer
de una vez por todas
cuánto duele.


me balanceo
por consolarme.
U oxigenarme,
vueltos los ojos
en blanco hacia
mí del revés.


Sofía Serra
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.