viernes, 21 de octubre de 2011

La granja

La granja

Va poblándose el sueño roto
de la dehesa lumen
con margaritas cada verde
menos abundantes.
Los cerdos se las comen
como tú las deshojas,
desfloras, mejor
y más correctamente.
Ciencia bienvenida
convida manos
bienhechoras
y justas.

trágalo,

un mundo paralelo
como ninguno,
¿cómo no rompernos
por la entrepierna?

Sofía Serra

Hibernación

(No soporto ver las imágenes de Gaddafi ensangrentado entre la muchedumbre. Me producen mucho dolor. ¿No sabemos hacer las cosas de otra forma?¿De verdad que no?)

(Correcciones Nueva Biología) 
LA OSA EN SU CUEVA

Hibernación
siempre hay soledad.
siempre soledad sólo tiene un nombre.
no sabías que el suyo fuera el tuyo.


Por las manos grandes y extendidas
desde donde vienes
y hasta donde vas,
tú, sin correspondencia
asomas al balcón que ennoblece
la luz del nuevo día
mientras tus aires no depuran
el oxígeno que nos alimenta.
Esta indignidad,
esta menoscaba contenida,
esta cornucopia pretendidamente lenta
que arrimas al caldero de pez hirviendo,
diluye lo que de hombre queda
sobre los adoquines.
Se más de lo que puedan darte las amapolas.
Esas estrellas rojas se me vacían,
se derriten chorreándome
sangre negra
como Carrie ajena
de vergüenza.

De qué estaremos hechos, pequeños dioses…

Habrá que ser vendedora ambulando
por las comarcales plegarias.
No sustituyo,
te asemejo al trino de la espiga
en el en-nortado cielo blanco y plomo.
Las densas noches socavan la montaña.
El frío y su nieve te ausentan.
Aquí en el valle se pierde algo que nada ofrece.
Aquí ya se fue el son de la despedida.
Aquí el soneto y su brisa
meditan cabizbajos sobre los goles
del espasmo del río contra el médano
que ahora te hiberna.

¿De qué estamos hechos, pequeños dioses?

Aquí, más sola que la una
entre la tarde y la herida.
Aquí, a uñas con la noche
sola en el tendido cero
de este a-coso de costra dura…
Me favoreciste tarde,
tan tarde, soledad,
que llegaste en compañía.
Allí, con la plena muerte de la flor.

Sofía Serra

miércoles, 19 de octubre de 2011

Higuera que renace, fuego que me hizo (Poema en Audio)

Para ir abriendo boca a Los parasoles de Afrodita para cuando lo tenga terminado de subir en su blog, el poema con el que se inicia, relacionándolo con la fotografía que ayer hice y publiqué en el otro (AQUÍ).
El audio. Lo cierto es que desde que lo terminé pienso en que me gustaría poder grabar todos sus poemas en audio, pero lo estimo empresa tan inmensa y difícil,  que no creo que sea capaz de llevarla a cabo. Tal vez, una vez que ya esté todo en el blog, poco a poco,  consiga ir llevándola a cabo.



Higuera que renace, fuego que me hizo

Higuera, amor, verde higuera soy,
flores son mis frutos,
sólo flores puedo darte,
sólo frutos dulces flores,
sólo dos, sólo
fruto y flor maná.
Fruto
y flor de ti, manjar
de luz.
Y sombra y perfume para tu aliento mis hojas.
Estas manos te acarician la boca con flor
de Abril, Junio y Agosto,
estío extenso
para extenuar tu sed, avivar tu fuego
de larga vida. Vida.

Higuera, higuera soy,
yegua libre en mi propia Cerca
me entrego toda en dos,
siempre, dos cosechas.

Ubérrima en higo y breva,
perfumo con sombra y verde
florecidos bajo el fuego.
Sin espera, siempreviva, verdeazul,
por fin colmada
palabra,
de amor.

Si hundo mis raíces en la tierra, ¿qué me queda?
Almanaque de hojas verdes
en el azul de borde amar.
Playa lenta, playa ancha,
tiempo anhelo, higuera verde agua
jugando a estampar arena contra las olas
bravas.
Tan lujuriosas, tan ávidas
de nombre.

Para mis ramas grandes, tu deseo,
mar de fondo, mar de hulla, mar negra mía,
mar de alma blandiendo espada
viento tan liviano,
y blanco,
vendaval de paz en la entraña sin la tierra.
Y sin raíces.

Ya no hay vida, ya sí sol
allá-aquí, lamento
ya sin eco,
sin células espejo,
ya sin las blancas hojas de los blancos árboles.
Como in albi, como en blanco.

Higuera soy.
Higuera con des-mayo
en el mar me deshago
en esta blanca noche, blanca.
Y verde.

Sofía Serra ("Los parasoles de Afrodita")

martes, 18 de octubre de 2011

La zorra

(Correcciones Nueva Biología)


La zorra


¡Chau, chau!


Me desubiqué de los sitiales
tan falsos como la juventud
precipitada en regueros de falta de aliento.
Yo quisiera saber desde dónde vuelven,
que vuelven y de vuelta están,
sin haber saboreado la tierra.
La tierra se mastica,
nutricia acumula
plenas y ganadas,
idas y vendidas sobre la piel de frío caucho
que ennoblece al gallinero
que abre su boca a la zorra.
Raposa, pobre y dueña raposa
de su prole, de su boca,
pobre y vida y discurso
de tantos soles,
tantas vías luces,
tanta inercia traída
al canto de la moneda
cuando se lanza al aire.
La zorra la sigue con sus tremendos
ojos pardos confundiendo
su destello con el del sol naciente.
Y medra con su aullido,
y me despierta, quiere despertarme:
Tú estabas aquí antes que yo,
me susurra,
canta por mi boca
con mis uvas y tu ira.


Ahora,
alguien que no entona.
Ahora,
alguien que abandona.

Sofía Serra

lunes, 17 de octubre de 2011

Árbol solo

árbol solo


Hubo un lugar
sometido
a mis piernas. (¿?)
tranquilamente dormito
en la espera del cuento inacabado.
solicitud y bienes acarician
mis hojas verdes, y yo, riendo,
entre los pájaros admiro mi floresta.
Tantas verdes hojas
y olor a madera,
tanta humedad
sobre el rocío con mi savia
como apacible compañera
de toda mi vida
suya ayudándome al sorteo
de los precipicios
de los juicios del leñador
y las tempestades abusivas
del mal previsto por la atmósfera,
las heladas y las hormigas
y los hábiles podadores,
y ni el amor me acuchilla
tatuando todos sus nombres
de verde puesto en vilo al filo
hasta el punto caído desde el nido
que cobijé cantando sobre el abismo
cuando el sol se me derramaba
en cada brazo, cada lentisco leñoso
o cada cruz y frío cuando
duermo silencios de desdén
o refresco de infantiles sinsabores y balanceos…
no hay penas, no hay penas
sólo de sola juventud
algo herida por el círculo
secante de la entrepierna enterrada.


Mas en este invierno
los rizomas ya adquieren
de nieve su secreto y mi savia
se concentra en los bajos
más bajos de mi canto.


se fueron hacia el otro lado
mientras yo concluyo
el Misterio sobre la tierra.


(Sofía Serra)
 
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