martes, 12 de abril de 2011

Hace nueve años

(Hoy publico aquí la misma entrada que en el de fotografía. Éste es su lugar con sentido, la cabecera del cuarto claro)

Fue en febrero de 2002, la primera vez que entré en internet. Lo hice con una fotografía por delante, con algunas. Hace nueve años...nueve. Si viviera 90 años, que casi imposible es, este lapsus de tiempo signficaría una décima parte de mi vida...
Mejor puntos suspensivos, la reflexión que llega, como una escorrentía inmensa, necesitará tiempo para se puesta en orden.
Acabo de abrir el  cd donde conservo esas primeras fotografías. Al verlas ha sido imposible evitar sorprenderme más de la cuenta, algunas las recordaba, otras no. La visión de la primera me ha dejado casi maltrecha, NO TENIA NI IDEA. Tras nueve años sigo cantándole a lo mismo.
Comienzo con ella esta selección. No las re-revelo nada, tal como entonces disparaba y revelaba, conocimientos muy parcos, recién estrenada cámara digital, la dimage siete que me acompaño hasta el año 2007 (siete, otra "casualidad").
No sé si interesante o no, no sé si disfrutaréis. El "me apetece" no encaja en mis engranajes mentales, así que no sé bien por qué lo hago, a los nueve años. En ningún momento de los aniversarios anteriores se me ha venido esta idea, y no sé por qué ha llegado antes de cumplir la lógica del décimo aniversario, algo más comprensible...
Las "titulo" con el nombre que las guardaba.

Fuente

encina enferma

Amanecer

Amanecer  Sevilla

Autorretrato
Rosa blanca

Paisaje

Otra Pasión (de ésta pinté un óleo)

Cordero

Diente de León

Encina

Encinas

Ciruelo

Silene

Madreselvas y paisaje al fondo

La jorobada

Mantón de mi abuela

Manzanilla

Zinnia y mariposa

Paisaje retocado

Hojas de rosal

Parra Virgen

Rosa a contraluz

Salmón en blanco y negro

Lirio

Tórtola Sevilla

Encina

lunes, 11 de abril de 2011

Duele el dolor

Duele el dolor por más
que oigas los lamentos
los avisos
aluviaron alondras en los jardines.
Por más que lo señalen,
ellas me cantan siempre
como él.

Ni las amapolas ni
la senectud de la herida ni
la yerba verde ni el narciso.
Un único omóplato
cohabita en mi espalda
disparando contra
la ferretería de las articulaciones.
Si como Wilde me absuelvo,
responderé al diente de león
que no nace en primavera,
que sed salvaje es su nombre.

Sofía Serra, 11 abril 2011

domingo, 10 de abril de 2011

Venus sola al sol

Venus sola al sol

Voy a morir para nacer.
Voy a dormir para verte hacer.
Soy no sólo luz, Amor.
Soy la que soy sin ahuyentes,
soy la fuente viva que consumo y doy día a día
desde mis fosas nasales hasta mi matriz
colmada y anhelante de alma
labradora y bomba corazón que riega
las células con sangre y agua y sales
de mí
al extraerte, nula yerba, débil árbol
sin raíz de parte a parte,
de simiente inasible,
de sol-símil de sial alumbrado por los nifes expandidos
que cantaron por mi boca a tus ramas secas
de abandono, de ultraje por la interna tierra.
Tan alta te llego,
tan alta te abarco y te escarbo
con mis manos y con mi frente
de acero convertido en sangre madre,
que como Lobezno me integro y me revierto
en la que me subyace a todas horas,
gravitacional en mí misma, llena y correspondiente.


No con uno, sino con los cinco mil millones.


Como aurora, como aurora.
Como noche, como noche.


Como atmósfera bailando sobre el orbe
libre ocaso, libre alba soy y osadía
en esta tierra llena
de memoria y descuidos,
tan humana, tan caliente, tan salobre
que te saca de tus sales,
y que pasto de las llamas seas, por seco
y por semi-divino venido a menos:
yo peleo por lo que nunca abocas,
que no es fluir que no es verso es
llegar,
que sólo salgo,
¡sal!,
ceniza embriagada de vientos marinos 
con velocidad de presencia
cuando ellos permanecen.


Yo sólo amo Lo que sí puede nombrarme.

Sofía Serra, 2010

La luz de tu camisa

LA LUZ DE TU CAMISA

No me atrevo a decirte cuánto te echo de menos,
cómo se sostienen enjaezadas bajo mis pupilas estas pestañas que se anudan
ya a tu gesto,
común beso
sobre tu húmeda frente,
soñando bajo tu verbo que los días no terminan,
ni alumbran vistosas las farolas
hasta que tu mirada se posa sobre el nombre
escrito
en verso de la compañera que ocupa tu camastro.
¿Hablamos?
Servimos bajo el mismo mantel la leña que nos hogara,
alumbramos nuestra piel levemente indispuesta,
suscitada por la caricia invisible de tu mano
sobre la mía y mi espalda.
Pienso, bebiendo bajo tu cuello, que no quiero más luz
que la que desprende tu camisa.

Sofía Serra (2005). La presencia por la ausencia. Bohodón ediciones, 2010

viernes, 8 de abril de 2011

Muda

Muda

no sabes de qué hablas,
y así, al encuentro cruel,
cruenta boca, el estómago crudo
parlotea por los nudos
de mi boca tiempo aliento
de mí y un presente
no logra abrazar
o abarcar.


tendré que no decir al sol
en el hálito sin aviso de suelo,
en el implícito asomo al vacío
salto de mi estómago a la huella,
en el instante preciso en que la palabra
queda
sin habla.

Sofía Serra. Abril, 2011
 
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