lunes, 10 de agosto de 2020
"Suroeste" y "Los cabezos amarillos" toman ya aires buenos
El otro río tan grande
(a JC Sánchez Sottosanto)
En esta intravenosa suspicacia
de tus caricias y mi risa, en esta
aquilatada salinidad que bifurca
mis ingles hasta romper aguas
en la dulzura del estuario abierto
en la medida que nadas
tan grande
como los dedos de las olas
como blondas translúcidas
de un vergel que avanza,
pampa
océano
campo
de mañana cálida
como una prímula
sentada al borde
de tu boca abierta y plata,
mi mar mío y sede tuya y yo
blanda, desleída,
i-letrada,
a-mórfica,
eu-tópica
o miserable
u-fana-(l),
de sólo agua bañándome
en cada tú
tan grande
luz.
(De"Suroeste")
viernes, 7 de agosto de 2020
martes, 28 de julio de 2020
Sobre mi primer amor y su reencuentro
Parménides fue mi primer amor que eres tú
es que necesito rei-
vindicarte.
si estás ahí
fue
porque tú y yo
así lo quisimos,
nos convino en un modo
esta especie
a nuestro modo
de hijos futuros de caínes y abeles
en sus encuentros de hienas
que solas miraban,
qué solas miraban
las leonas que se acercaban,
los leones que descansaban,
ellas llevan las mismas tetas de mi sexo
ellas llevan los mismos te(s)tos de tu sexo.
Yo no amo a las hienas
injustamente,
en nada injusto te amo, hombre
recio, simbiosis
de La Costra en mis sienes.
Mas sí te necesito
en mi pecho unido
a mi cerebro.
Ella es la enemiga que creamos.
Y ella me ha robado
lo que más quiero
lo que más deseo,
lo que necesito,
a mi compañero en la vida
de esta física tesitura.
Qué te habrá robado a ti
Ella.
No importa seamos
más o menos, Dios
diría si existe más allá
de los claveles y las fuentes.
Pero este lugar de presente,
siempre el sitio,
anhela su justicia de tiempo,
como ya te dije algún día,
nuestra compañero.
Y en él, si tú no hablas,
no hay luz que brille,
eje que la decline
o sombra que la represente,
fuera lo que dijera Platón
y todos los que tras él
malinterpretaron.
es que yo me quedé allá,
junto a los presocráticos,
a la intemperie
en nuestro
al final
primer
encuentro.
(De "Los cabezos amarillos")
Se puede adquirir AQUÍ |
lunes, 20 de julio de 2020
Tortura
Un poco, o un mucho, como un marino erizo del revés, así me siento con mis líos poéticos, entre los que incluyo la fotografía, y este exponerse y este no saber ya qué hacer con tanto hecho ya para nada, ya para nada y si seguir escribiendo ya para qué, ya para qué. ¡Y lo malo es que ya hace ocho meses que de pronto aborrecí el vino y es que sigue sin apetecerme nada! Y en estos páramos achicharrados no hay forma de encontrar agua salada que cure mis heridas, ni espuma, ni brisas marinas. Pero sí claveles y mi casa, y los tomates del huerto, y mi intimidad de ratos de lectura y de costura, y el cariño desmesurado de los perritos, y las trastadas de las gallinas cuando se escapan, y la alegría al ver llegar a mi hijo con su coche ya suyo, ya no dependiente de horarios fantasmales de autobuses ni de sus sentimientos de culpabilidad porque el padre lo trasladara, ya solo él y sus querencias y apetencias, con su libertad en sus manos, ya suyo. Y suya, de la poesía, es la condena que me martiriza un día sí y otro también. ¿Cómo leches conseguiría desprenderme de esta tortura?, ¿cómo lograría volverme del derecho? Cómo, ¿cómo?, ¡¿cómo?!
Los erizos del revés
en este mundo oscuro
hasta los invitados
pasan hambre.
(Just the wind
like the wine.)
solo el viento como el vino
que enarca las cejas de la vida,
solo el sendero de agua y conchas
que cansino se desliza
entre la raíces quietas
de los matojos abrazados
y los cañaverales abiertos
al sereno de la noche.
sólo el suplente
martiriza los erizos
volviéndolos del revés
sobre sí mismos,
sólo la roca los acoge
en sus cárcavas navajas
consolando sus desconsuelos
al viento como el vino
abriéndolos, al agua
salada. Ella sana
los sinsabores fríos
de cada púa clavada
en el interior de sus mejillas,
de sus gargantas, de sus todo
estómago solo
de carne amarilla
y viva y fe-
haciente.
No tan ausente
"La presencia por la ausencia" es un libro ya descatalogado. Fue el primer poemario que me publicaron, 2010, (a cambio de mi trabajo durante todo un verano en la misma editorial) y el cuarto que escribí (2005-2007). Hoy lo he reabierto, porque tras tantos años, siendo yo misma consciente de sus fallos casi desde el mismo instante en que lo tuve en mis manos (exceso de puntuación, exceso de adjetivos, un como siempre excesivo en mí), me daba un poco de vergüenza "propia". Pero ahí está mi voz, la voz poética. Y una voz muy potente, sí, muy potente, no me duelen prendas al reconocerlo, aunque escueza a muchísimos. Todos sus errores, muy fácilmente subsanables, no deberían haber provocado el infierno de voces contrarias que levantó en su momento y que tuve que vivir tras mi irrupción en el panorama poético "internaútico". Ahora me he propuesto revisarlo y corregirlo, adaptarlo al conocimiento que la experiencia poética me ha regalado. Así comienza:
Canción
Alguien me tocó el alma el otro día, alguien,
con la tierna almohada de su voz ensoñadora.
Alguien suscribió mis versos,
reinventó la luz sobre la tierra, que ya caminaba ominosa,
anduvo abriendo puertas mientras, oculta yo,
mis manos temblaban.
Antes, cuando abría mis párpados a la luz cegadora,
los amaneceres cabalgaban por la orilla de este verbo que no
es verbo
es verbo
sino margen acotado carnalmente.
Se cerró el mar.
No me acompañó entonces el Poeta.
Ni el mirlo sostuvo con su canto mis roncas lágrimas.
Ni siquiera la primavera, que anhelé tiempo después,
llegó a bañar los atardeceres con el perfume de la niebla.
Antes, mucho antes, dormía en la tierra recordando
el verde trampantojo de la encina,
y yo, yo, bailaba al son de los tambores de las fiestas
humanas.
humanas.
Cuando me quedé muda,
no me cobijó el Poeta.
Ni la lumbre, ni la hojarasca fértil.
Bajé al infierno de todas las vidas.
Hablé para llorar.
Rodé para existir temblando
acunada por el frío en la cruz de todos los huertos.Antes, tiempo eterno antes,
saltaba sobre las piedras con mis zapatos de rosas
generando vida, esperanza y muerte... ¡feliz!
Una y sola entre las de mi especie
albergaba en mi cóncava realidad todas las esperanzas,
todo el alimento de la tierra.
Ahora, más allá de las sombras,
permanece siempre abierto el horizonte
que nos avanza el sol en su homenaje tardío
a la belleza de Lo Sin Nombre.
Camina, rueda mía, camina,
llévame por tus senderos de perdón y olvido,
que el polvo que levantes sea mi clámide en la espera.
Muéstrame en tu devenir el movimiento sobre el mar, las
almas, la luz.
almas, la luz.
Adelántate y alienta.
Camina por mí para que, cuando renazca,
las encinas continúen dibujando caracolas
en el aire con sus candilejas de abril.
("La presencia por la ausencia". Bohodón ediciones, 2010.)
("La presencia por la ausencia". Bohodón ediciones, 2010.)
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