martes, 12 de noviembre de 2019
Colchón de rosas
El colchón
Coincidiendo la decadencia
de esta civilización con la de mi propio cuerpo,
no puedo más que felicitarme
por mi enorme tino: qué celebrarán
los posteriores sino mis propios años,
qué celebraré yo sin un después
que me esparza sobre la tierra
de mi huerto, mi jardín, sino
mi propio vivir sobre mis muertos
que todos los días piso
y de vez en cuando mezclo
con las piedras que me sostienen
en mi propia decadencia sobre su muerte
y la caída de todo un tiempo de los hombres.
Gorros de invierno, para qué os quiero,
si aún la lluvia no ha ametrallado
el aire, la tierra, mi tino que os cose
sin haber podido limpiar las ventanas
que al jardín se abren.
Para después, me digo,
sin un después.
Muertos vivientes en mi propio suelo
me calientan. Muerto viviente
un tiempo que hace aguas
tal como yo entre mis piernas
sobre mis muertos y las semillas
se abren sobre el lodazal
amoniacante. Al final, sin el después,
construyo un jardín con toldos de plástico
para eternidad y salud de los mares,
un jardín con rosas de tela
para que mi caída se amortigüe
con mi propia decadencia
y la de nuestro tiempo.
Las hinchadas huestes
y la mezquina suerte,
la tierna tesitura
y la mordaz y madura
manzana de la muerte
de un mundo sin por-
venir o manzanos que devengan
paraísos. Y yo ya me tumbo.
Que otros muerdan. Yo me duermo
ya sin hambre.
(De "Momentos estelares")
lunes, 11 de noviembre de 2019
Aún somos mayoría
Ayer fuimos los tres a votar, como normalmente lo hemos hecho siempre. Al ir a coger las papeletas para el senado, una señora mayor, con cierto aspecto ligeramente moderno, algo dejada, hermosa en carnes, pelo ligeramente sucio recogido en un moño, llena de abalorios del cualquier mercadillo y chal de ganchillo de colores, le preguntó a mi hijo que qué tenía que hacer para señalar el partido que fuera, si tacharlo o qué. Mi hijo la ayudó indicándole que solo tenía que escribir una cruz en las casillas correspondientes. Como lo hizo allí mismo sobre él montón, y él aún no había cogido las nuestras, hubo de esperar, así que pudo ver qué partido señalaba. Exactamente a VOX. Con cierta gracia, me comentó después que si se lo llega a imaginar (¡inimaginable por el aspecto "progre" de la señora!), le habría dicho que dibujara unos corazoncitos, como los "likes" de las redes sociales. Al menos así hubiera sido un voto nulo. Esta mera anécdota nos abrió los ojos.La única forma de luchar contra el fascismo al que han votado casi cuatro millones de españoles es luchar contra la ignorancia. Hace tiempo que sospechaba que España es un país de derechas. De ahí ese permanente desencuentro que padezco desde siempre con mi propio país, pero lo de anoche me abrió los ojos del todo. Ese fascismo "votado" es una ideología transversal. A él han ido parar antiguos votantes de cada uno de los partidos democráticos y hasta antiguos abstencionistas. Ya al fascista no se le distingue por su aspecto ni por su posición social ni económica ni por su edad. Solo por la falta de cerebro (y eso, no se percibe a simple vista). Han encontrado su nicho en el espectro del Parlamento. El resto de los partidos, y con él todos los demócratas españoles, debemos pelear porque exactamente sea su nicho, ideológicamente hablando, y a ser posible cada vez más pequeño, hasta ahogarlo. Dejarnos de simplezas, ser racionales, velar porque el demócrata español no se sienta ninguneado sea cual sea su pensamiento o creencia vital. Lo advertí alarmada cuando el 15M (aquí lo dejé dicho, en este blog, y me llovieron palos y hasta bombas, que sí me dejaron maltrecha). Y lamentablemente no me equivoqué. De aquellos barros, estos lodos. Pero al menos ya tenemos localizado, esta vez de verdad, al enemigo. Al fascismo. Ya sabemos dónde está. Ahora a pelear todos contra él, provenga de donde provenga. Dejarnos de ironía, dejarnos de reproches, dejarnos de intereses partidistas. Pelear por la democracia española como exactamente hicimos durante la transición. Aún somos mayoría.oOo
jueves, 7 de noviembre de 2019
Ya a la venta "Los cabezos amarillos"
El chocolate no se vende. Me plagio a mí misma, que no a la poética, porque ella siempre es justa. El chocolate no se vende, pero este libro de poemas sí se vende ya, como es de esperar y de recibo. Aquí, y en ese enlace que dejo abajo, podéis adquirirlo en la misma editorial que lo ha publicado, Ediciones en Huida. De más está decir que también se puede encargar en cualquier librería ofreciendo los datos precisos.
https://www.edicionesenhuida.es/producto/los-cabezos-amarillos/
Iré publicando datos sobre su próxima presentación.
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miércoles, 6 de noviembre de 2019
Dos momentos
El momento
Sólo sucede
que cuando se rompe un vaso,
mi propia risa me duele
y soy yo la que recoge
hecha añicos la alegría
que la provocó ahondando
en las arterias del conocimiento
de la lumbre plana
sedo bacanales de hambre,
luego huyen como aves voraces y sedientas
de ombligos llenos de agua:
la tierra, la tierra madre
es la coyuntura de esa escarpada linde
que me vio. Creo que nacer.
pero qué más da el momento.
La piedrecita rueda
por la cárcava arenosa del cabezo
de mimbre y cristal, la tierra amarilla
me cobija en su seda de lumbre
y hace décadas que aprendí a pintar
los colores del arco iris
con mis ojos fijos en el arroyuelo,
pequeño y mínimo
arroyuelo de agua dulce
que se deslizaba hacia el mar.
Y la torre albarrana en el mar
como ancla del mismo mar,
blandos tus lomos de piedra
y de aroma del cañaveral
que endulza
mis dedos, las manos:
nos damos las manos
junto a la orilla.
(De "Solenostemon". Donde ya se anuncia el siguiente poemario, "Los cabezos amarillos", que será publicado en breve por Ediciones en Huida.)
domingo, 3 de noviembre de 2019
Desde "Los cabezos amarillos" hacia la clase política
Escrito "al margen" mientras componía Los cabezos amarillos, poemario de mi autoría que en breve publicará Ediciones en Huida.
Desde "Los cabezos amarillos" hacia la clase política
Os he vuelto a leer, he recapitulado tratando de dar con ese camino donde podría haberme desviado. Pero no, no hay desviación, estoy donde estaba, donde tengo que estar, donde mismo comencé, sino que con más hecho, que es lo que me ofrece la dimensión del avance. Lo que soy y pienso os lo debo. Debo seguir, no estaba equivocada, todo lo que lanzasteis al mundo ha ido impregnándolo, así como a mí. Pero necesito avanzar, igual que el mundo. Y encontré un modo de contribuir a ese avance, mi herramienta es la poesía. Escribirla, hacerla con lo que tenga a mano.
serán los oídos.
sino las gargantas.
Despertarme llorando a Kant, por no haber perdurado, no haber calado en el Hombre.
Los cabezos amarillos siguen su curso
caminan sobre la arena
y yo con ellos.
Debo mover alguna ficha, aunque sólo tengo una oportunidad, o ella me tiene a mí. Pero me desespera no saber qué lleva dentro de su bolsa esa “oportunidad”.
Leer a Kant y volver a reencontrarme con el ideal de Hombre con el que sueño, todo es lo mismo. Sueño, pero ¿es que es tan difícil de comprender y llevar a la práctica su teoría política? Para nada. Cultura, sólo hace falta cultura. Es el único camino.
La clase política ha desviado su camino en cuanto que el ciudadano (del que también forma parte los individuos que en determinado momento hacen de políticos en el supuesto de un estado republicano al modo que lo describe Kant) no ha terminado de ser consciente de cuál es su papel. El estado se fundamenta en la existencia de la persona y el establecimiento de un pacto entre ella y el resto para hacer posible la coexistencia de sus derechos innatos: la igualdad y la libertad de cada uno. Ese pacto es la ley, que emana del derecho, del derecho del hombre a vivir con sus derechos innatos, de la justicia para consigo mismo, que no es otra cosa la clave del Derecho, y del derecho de cada hombre a que ninguno, puesto que todos iguales (igualdad), ponga en peligro los derechos del otro. A través de esa ley emana el concepto de estado: estado, situación de un conjunto de hombres que deciden vivir bajo una ley común que los vincula y obliga a la vez que garantiza su vida individual (libertad) y comunal en paz e igualdad. Luego el estado deriva de la misma necesidad y deseo de cada individuo de poder vivir en libertad e igualdad conforme a sus derechos. Luego el estado, la pervivencia de ese estado que garantiza el derecho de todos, es responsabilidad de cada individuo, de cada persona, no importa en qué papel le toque vivir su desarrollo como persona, como si es variable a lo largo de su vida.
La persona que ejerce de político es tan ciudadano como el que más. El ciudadano nunca puede olvidar su papel como tal, puesto que entonces el estado se pervertiría. Y esto es lo que constantemente se olvida por parte tanto del votante como del elegido para representarlo.
Sólo es necesaria la conciencia, y la consciencia, para que el sueño del estado universal pudiera ser declarado de facto. Y ambas sólo pueden adquirirse mediante la extensión del conocimiento. Cultura. Cultura es el conocimiento del ser humano. De lo que somos.
Educación.
No, no me había desviado.
Kant, apenas años después de la revolución francesa, la supera rompiendo con el despotismo ilustrado. Parece como si su pensamiento la obviara abstractamente, y congruentemente, puesto que la revolución francesa no fue más que continuación del anterior régimen, sino que, pervirtiéndolo, de tal forma que lo llegado por mucho que acabara con ciertas injusticias sociales, no podía ser positivo per se. Toda revolución sociopolítica parte de una perversión, por muy buenos instintos que la impulsen, puesto que actúa sobre lo malo o detestable revolviéndolo, no dándole la vuelta, que sería la subversión. Y no es ese el camino para el progreso (el de la perversión), entendido este como el mejor desarrollo del potencial humano en base a adquirir una forma de convivencia que garantice los derechos innatos de todo hombre.
Otra vez cultura, educación, adquisición de conciencia de cada individuo de que el otro tiene los mismos derechos que uno mismo. Y que es deber de cada uno velar por los derechos del otro, en cuanto que cada persona, cada ciudadano es parte no ya necesaria, sino fundacional de ese estado.
Debemos comenzar por renombrar las cosas. No existe la clase política. Existe la función de representantes, y en un estado todos podemos serlo. La política es algo serio y nos atañe a todos, independientemente de nuestro papel en el estado que entre todos hayamos creado.
Todos somos “la clase política”.
Ahora ya puedo seguir
sellando pactos con el diablo
que me permiten casar con él
y con dios a la vez que permanezco
célibe, aislarme y centrarme
en la huida.
oOo
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