Mostrando entradas con la etiqueta La dosis y la desmedida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta La dosis y la desmedida. Mostrar todas las entradas

miércoles, 26 de septiembre de 2012

No hay sombras bajo la noche

No hay sombras bajo la noche

Además el sentimiento de justicia, hasta una completa ausencia de sentido moral, me era desconocido. En el fondo de mi corazón estaba totalmente entregado al más débil y desdichado. (Marcel Proust) 

Lombardas y geminadas
tus ventanas jugaron complacientes
a la cuerda de tu boca que canta
metástasis de abundancias e imperios.
No menguaste la vasta endemia,
de ese silogismo abreviaste sin pasar
por la casilla de salida,
no:
                  injusticia
engendra debilidad engendra
                  desdicha
que provoca debilidad
que favorece los abusos
que conllevan más injusticia
que genera debilidad
que reproduce la desdicha
que manifiesta más injusticia
sobre el débil,
que se fortalece
si hacia él te inclinas
fiel a tu debilidad,
fiel también a tu injusticia.
Y la balanza se equilibra,
y el fiel iguala voces,
y el equívoco del poeta
toma tierra y ya libera:
Acosada la paloma
tan sedienta de huella
no sabe que en el agua
sus pisadas se ahogan.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

lunes, 24 de septiembre de 2012

La puñalada


La puñalada


Compraré alhajas cuando paseo
por el mercadillo de agosto los días sin sombras
salvo en la acera ambulante que me proponían
tu voz, tu boca, tu oído,
y yo anhelándote, mudo brocal,
y la tapia cubierta de hojas de parra virgen
sorteando a la madreselva,
minándose de mí y yo huyéndote
sin que llegaras o vinieras  a verme.
Me escabullí tras tus andrajos,
miraste en otro sentido
con tus dedos, y hacia allí
vagó tu cuerpo tras ellos que se alargaron
hacia el cuchillo diestro de noreste,
ése de donde llega la helada,
ése rasante vuelo de hielo
sobre las onduladas tiernas carnes
de mi apuesta: rosa en uno y otro ombligo.

Aunque todos me digan que debo ser más cobarde.


Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

lunes, 10 de septiembre de 2012

Como el no

Como el no

Tú frente al mar y encerrado
en el frío luto de los pasos
de tu frente sobre las migas
y tú abierto y eterno no
socavando cada peso de la habitación
donde el pecho respira minucioso
ondeando el leve viento y tú
frente a ti entretenido
en tu boca tánatos del mundo
resecando los pequeños signos cantores
con ese daño como daño…

Eros fue convocado en la tierra y se ausentó.

Sorbe como la escabrosa causa
introduce sus venéreas raíces
extendiendo su vientre indoloro
apenas más que una leve comisura una
apenas rendija por donde se escapa
sola y lenta mi de ser de ella una
me rehunde y me enhorca en su temblor
como si sólo fuera apenas roca el no
apenas humus reflejo apenas
evaporado grisú de sus sales…

Escribían negros texturizados
como si la piel y el sexo
y las caricias y el sudor y los besos
y el lamento
y el consuelo y el dolor y el deseo
y el ombligo
y la sangre la sangre la sangre
pudieran desmenuzarse en hormigas:
la marabunta.

Se ha pervertido El Grafos
como si-no los cuerpos
ni los huesos ni la carne
como si-no engendraran
como sino él hubiera nacido:
Huevo huero tras
tanta hemorragia
sin embargo.

Sofía Serra (DE La dosis y la desmedida)

sábado, 8 de septiembre de 2012

Al través

Al Través

Pequeños signos cantores,
tan mínimos y desfallecidos
como la consigna asediada.

Al terminar, se deduce la escafandra
o la tensión arterial obstaculiza
los privilegios del paso de la sangre
libre por sus regueros de vino:

una prebenda y un pusilánime sentido
del estorbo. La juventud y la luz
sojuzgada por otros destinos,
paradisíacos o no, se sometieron.
Encontrar, más allá, agranda los ojos
de burra tiene los ojos, tan grandes y
francos como los de Platero.

La libre calma abierta a toda duda,
la duda piedra perdida en el río
rueda en la quinta avenida
borbotea
orgasmos a toda pleura.
Quejumbrosos soldados
quedan a medias
hundidos en el limo aceitoso
de la memoria y en el huérfano descuido
que se trabajan lentamente, se horadan,
se inmiscuyen entrambas superficies
por doquier, superficie fundamentada.

No habrá un solo porvenir
al que asomarse si las juntas de hielo
permanecen congeladas.
las barcazas hacen
el tiempo que atravesó el lago
navega rumbo al sol acometido
por las olas de la pregunta
qué mar más bello sino
la eterna pregunta de si
no somos nada, no somos bajío,
ni orilla, ni probable respuesta.
Ni cuestión, nos advierte el mirlo
entonando su canto naranja
de fuego derretido en el mar,
la cuestión, comunicar
aunque se pierda el rumbo.

La quietud en la saliva.
Sí, ¿por qué no?

No te escindí,
una luciérnaga boca pasea
por el lúcido hilo.
Quieta emprende
Quimeras.
Queman.
Pueblan.

Irrumpes, verbo claro
—balanceas—,
al través
de un allá
hasta aquí.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

miércoles, 29 de agosto de 2012

La querencia

La querencia

Traduzco la síntesis entre la foto de los helechos
y la malpartida de tu boca
cuando sonríes al cielo
yo necesito un dentista
que me alivie las raíces
que en tu mella se entierran.

Enhebrada y con sentido
voceo el alarido de tu nombre.
Comunicamos caminos
de fuego fagocitados
por el humo de la escarcha.
Nos conservarán como alcachofas,
flores verdes ahogadas
en cítricos mares transparentes.
¿quién buceará hasta encontrarnos?
Sin batiscafo señuelo
me argumento a mí misma
llenada.
El bote de cristal conservero
no claudica ante lo evidente.
No hay quien lo abra.

(Sofía Serra, De La dosis y la desmedida)

martes, 21 de agosto de 2012

Peso vivo mío

Peso vivo mío

Así como
tú no
taladras mis arterias embebidas
en los rizomas esqueléticos
del coral submarino,
yo no
me basto ni para una sola noche,
esta sola noche tan cansada de mí,
tan plagada de este peso y muerto
pecho concentrado de planeta.
Tanto pesa, tanto pesa
la múltiple arcadia
que a todos nos haga felices.
La estratagema de la avispada estela
transformó números en un ejército
prudente y manco.
Bregan otras minúsculas centurias
poseyendo una piel lejana y obstetra
de todas mis huellas con futuro,
que es tuya, la tuya,
esa con la que no sé vestirme.
El cansancio busca reliquias
con las que poder orar,
levantar tal vez aquélla,
una palabra, un sinónimo
de cuerpo sin piel
que brega y piensa
y duele y navega y vive
y no descansa.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

sábado, 18 de agosto de 2012

egipcíaca

egipcíaca

No me creo
nada
más
creo en los retratos
de el fayum
que en lo que
me cuentas
si de ti
no obtengo prueba
irrefutable
de tu sinapsis.

Queman los timbres y los sellos
enterrados junto a las momias,
serigrafía la arena
ventea el solo mundo,
el necio obsta lejanamente
al Nilo, el río y yo tan quietos
bajo la palmera adosada.
Pajizas tus manos
desertan la vela
toda triangular
como cuando donde
yo ya no me sumo
a tus tempestades.

Tumbas de hojarasca
para este mes tan terco
y gris de, yo, una ociosa.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

lunes, 13 de agosto de 2012

Las perseidas noches

Las perseidas noches


que ni dormir me consienten

el calor avariento duerme hombres
y adoquines, se rebela abreviando
el ritmo vital consanguíneo
y correspondiente de clara luz,
la opacidad sucede al orto,
como si el sol se hubiera consumido
y cayera el telón del escenario
sobre la esperanza.
Queda algo por hacer y no soy yo.
Descansan tranquilos
el poder del usufructo y
la menoscaba en las huertas.
La tartamudez de este verano
convive con la grave sombra
lenta y gruesa, como si el orbe
se hubiera inflado y contenido
en cláusulas de gomaespuma.
Duermen los lechos hinchados de noche
hueca, evacuan sus tripas de muelles,
vomitan el calor de látex
que suelda pieles a las aguas
saladas de las sábanas.

Se desalienta el aire inútil
de un mundo que se ha estropeado
y hemos dejado en la acera
del dominio. A salvo las barrigas
se desplazan como globos oculares
torpes y grávidos recorriendo
el curso de las descarriadas
calles, plazas y playas.

Nulos transeúntes,
oscuridad en el misterio,
negación de dioses.
No se hace el día.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

domingo, 29 de julio de 2012

Poema para Agosto

Poema para Agosto


siniestro e indoloro cautivando
el obsequio, madreperla
benevolente culminando
la hechura de la vasija
desde el barro, limo y centinelas
bajo las palmeras de este oasis
zurdo y regalado.
Las chumberas multiplican
higos verdes: este justo verano
terminará por endiosarse
con la aureola del agosto
arenoso y libre.


Y cuánto sueño duerme
bajo las ojeras de tus testículos
tan jadeantes. Ellos piensan púdicos
y sosegados por la espera
de mis manos, y no habrá
un solo vino que desechen
cuando sed a solas manen,
cuando yo te hable
del fango y de la sangre
volverán las heladas fuentes
a derretir el blanco mármol
en la verdina fresca de mi pozo,
esa luz redonda que cultiva
el agua liberando el milagro
de los panes y los peces
en el desierto.

Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida. Verano 2011)

miércoles, 25 de julio de 2012

La santa molienda



La santa molienda


Son tan grandes y tan ejecutivos
los santos mediocres y calvinistas,
son la jerigonza de los cantos
endiosados y púdicos huéspedes
que asolan este páramo incendiado
de la tierra enlosando con sus santas
medianías, sus terroríficas
mansedumbres de soldados sin cabeza
que santa pena provocan en la yerba,
qué santo silencio en las piedras
que ya ni se lamentan, calladas soportan
el peso de tanta tonelada de molienda informe,
tanto vacío de hombre escondido
tras unos cuerpos que parecen.
De humanos.

Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)

lunes, 23 de julio de 2012

Disparo de un no acampado (Revelión)



Disparo de un no acampado (Revelión)


no se aprende viajando,
solamente se con-prueba
lo que una por su senda
caminaba barruntando.


De viaje por altas tierras,
una sola plaza,
una sola plaza abierta
y a los pies de su no muralla,
las campañas como condenas cumplidas
por los corruptos padres de la patria.
Una sola plaza con un nuevo suelo
emplazado por las manos
del que viaja y canta desbastando
cantos redondos hasta cuadrarlos
y encastrar el nuevo bancal sitiado:
canta con sus manos que atornillan
las bocas de los bancos a las cunas
mecidas por ajena mano alguna,
canta laborando con su obra
con-ciencia que di-lucida
que labra para la de arriba
que apostada en la ventanilla
mensajes en voz alta intercambia
con el guardián de su dinero,
                                              el cajero.
Un solo paciente sin alta-voz,
una impaciente sin años a
la espalda más cinco
mil euros dicho-sos
le han bastado para atisbar
el enclave lumínico aplazado:
No les dejaron salir en la foto.


Los tabúes conciencidas
mataron los sueños de la niña
que se hospedaba en palacio.


Ahora ella se rebela ocupando.
Y el obrero revela fotografías.

Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)

sábado, 21 de julio de 2012

Nocturno

Nocturno


Dudo en vivo quebranto


I
Berenjena madrugada
de labrantíos y fértiles
huertos preñados de algas madres,
he perdido la carne y no he muerto,
los huesos me sostienen,
mi lúbrica piel chorrea
como el semen ajeno,
alienado, estarcido.
Estéril.


II
Exacto y opaco en filibustera forma
el obsceno paisaje ameniza el muro.
Ya quebrar o seducir no significan
corrupción de los ojos camicaces,
las vistas sobre la lumbre permiten
adivinar tras los obeliscos
el sereno paisaje de las suaves lomas
extendidas sobre la piel de tu pecho
me asomo y asume el ocaso
mi ávida mirada
de paz.


III
Me-fotó-files vecino
acunó yerba embragada
por la positiva noche.
Gime y se te adueña
como el llanto del niño despierto
solo en la madrugada colma el ruido
de sordas paciencias que desoyen
el canturreo de la música celeste.
Y mis estrellas pernoctan
gritando también sobre el estío.
La luz ingrávida negra y nocturna
proyecta la sombra imposible
sobre tu averno mar,
tu impotencia.


Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)

Me rindo

SOPHIA NIKÉ


Disparo de la fotografía: Sevilla, Sofía Serra, Nikon D-80, Nikkor 18-135, 6/Junio/2010, 19548.



Victoria


Derrótate.
Entonces sabrás
de batallas ganadas.


Surrender


La única revolución pendiente
es la del individuo sobre sí.
Y la única con final feliz
para el mundo.

Me comuniqué y atravesé
las medias noches del olvido de sí
o bien de mí permaneciendo
derrengada junto a las sobras del mundo.

Me recorrí aventando los solares
que quedaron quietos
como atemperadas sombras
solazando las desiertos.
Yo me participé y transgredí
la filamentosa náusea adherida
a las entretejidas togas de la memoria.


Mas eres tú y son mis ojos
y yo te diré y será
lo que tú digas.


ESO y un no siendo
fue ser poeta.
ESTO es ser
revolucionario.

Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)







viernes, 13 de julio de 2012

Amor de hondos y bajos fondos

Amor de hondos y bajos fondos


El amor es una calleja cierra
de donde sólo se sale
con los pies multiplicados
por delante.
Nada tenía, nada me quitaron
los vendavales delinquieron
a cuchilladas juntas en cada costilla
y las ingles cercenaron buscando la general
de mi aorta acampando en nuestro vasto pecho:
entre mi frente y mis plantas
te ubiqué regurgitando mi sangre sana,
sola abasto, sola mísera la dádiva
de los periódicos y los herrajes
que sobre tu regia mente y mi cóncava cabeza
depositaban los hunos de la noche de afuera,
vándala la risa de las ciudades y de las otras hormigas,
¡esa marabunta que nos asesinó cuando
nos atrevimos a dormir sobre los cartones
que defenestraron!... Tan generoso fue
su tirar la casa por la ventana.


Yo creo que aún andamos expiando,
callejón arriba, callejón abajo,
el crimen sin escena, sólo
por no desahuciarla, sólo
por no dejar vacía esta calleja
cierra a un lado del mundo.


Sofía Serra (Correcciones La dosis y la desmedida)



jueves, 12 de julio de 2012

Días de luto y rosas

Días de luto y rosas


Si quieres enfrentarte al mundo
lleva un homicida en tu bolsillo,
o una sobresaliente mirada
que desde tu nuca dé la vuelta
al ecuador y gire como las peonzas
liberando meapilas por las esquinas
de las calles. Tan vacías se quedaron
cuando saliste de tu portal
que ya se te olvidaron
las ganas en la bandeja de las llaves.
Y sólo quieres amor,
antes, aunque ya no hay nadie.


No sé cuando el sol se detendrá.
Ahora recuerdo que fui nada yo,
apenas mota posada en tu armadura.


Sonaron azules.
Mas tornaron al negro
las islas de vino y rosas.


Ya sí.
Instalada en la máquina del dolor,
los ojos se me abren.
Tú, aún, estás aprendiendo
a mirar.
Días negros en los que algunos
fuimos salvados por las campanas,
las tórtolas quedan
abrigando el seguro
silencio de la batida.
No quisieron ser más que unas pobres tórtolas
amarradas a tu figura gigantesca
de hombre sin sutura.
Tan enaltecedor tu doliente abrigo…


Estos días, enlutados días
de carne y hueso se me han posado
en los hombros como aves cantoras
sin miedo.
Negarán el porvenir bajo la manta oxidada,
algunos,
mas nadie me hará olvidar
estos días
devendrán
en vino de la Isla
que vengo con la rosa.


Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)

lunes, 2 de julio de 2012

Salmo dominical II

Salmo dominical II

Sunday, mal día para alunizar:


Hay generosidad en tu boca
y verde en tu dolor,
qué más se puede pedir
de la dádiva insonora,
la revolución silenciosa,
qué más abrigo hallaré
que tu pecho tierno y hondo
de hombre sin ambages
de soldado hierro que atrofie
su vértebra columna,
qué más solazar sino reír
imantada
de agria paz salmodiando
el brillo de tus pupilas,
sólo unas pupilas preguntando
si el cielo habla
o mi mente trota
por la esquina
concupiscente
de la torre.




En el deleite te va dada
la extravagancia numantina,
la traicionera circunstancia
de quien sabe decir amor,
garabatear la cíclica lengua
de esta octava en sol menor
con bemoles entrañables.
Soy yo más tú a penas
y sin huesos me armo
como un mecano de agua
bombeada desde tus falanges
por más que me envicien,
me eslabones o te rumies
volverán, volverán, volverán
las antiguas huellas a deslizarse
curva arriba de tus muslos,
y volverán las luces estancadas
en los aljibes de tus órbitas
a bailar como el parpadeo
de las galaxias en los míos.


Sofía Serra (Correcciones. La dosis y la desmedida.)

jueves, 21 de junio de 2012

El ocaso de los dioses

El ocaso de los dioses


Separado en semántica sección
de tu abrupto y cavernícola segmento
huyes de las palabras
de tu misma osamenta,
y así, cuando desbrozas, queda
al desnudo tu abuso sobre escleróticas
sanciones, los argumentos solapados
con grapas de cobre, tu venérea boca
no articula el son con lo que te corroe,
te desarma.
Pobre hombre muerto de sí.


El mundo se deshace y tú das
oídos a la música.
Se te han adherido a la piel todas
las mieles posibles a ellas las moscas
y las pupilas azules de la muñeca
te señalan con bajeza de contrabajo
desafinado por el tiempo que hacía
que tus dedos no acariciaban
los tendones del hueco y el vacío,
la caja de resonancia sirvió de nido
a los ratones y ahora las pavesas
de las bolsas de plástico
se esparcen cayendo de tu estómago
a tus manos,
a tus manos que te miran,
a tus manos que te hunden.
Y nieva tras tu ventana en pleno mayo.


Qué pena de música fatua.
nunca sabrá que
ya no concluye
ni el día atardece
la caída de tus párpados
tanto echármelos a la espalda
está arrasando
con la belleza de las puestas de sol,
allí,
a media tarde,
cuando la montaña las impedía,
donde yo era infeliz
como tú, pobre hombre muerto
de hambre de gloria de amor
que no te devuelven.


Contemplar el ocaso de un dios.
Delinquir contra la alegría de la mañana.

Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)

lunes, 4 de junio de 2012

Discriminación positiva

(Correcciones La dosis y la desmedida)


Discriminación positiva


Jamás hombre aprehendiste
que para cantar debiste
aprender a entonar
el suelo con el verbo,
y entolar el velo
que deja pasar la luz y el aire.


Lenta boca errante,
quijada herida por aquellos
claros de amor y sexo,
ganas me poseen
de dividir meandros.
Se engullen a sí, o no,
solitarios rieles abajo
del quejumbroso y quijotesco-esquelético
sueño, ni con páramos olvidas
que esta vida, que esta vida, que esta vida
sólo se hace
entre ambas manos,
ambas manos,
ambas manos
a uno y otro extremo retoñan en paredes,
en la sola umbría, la umbría sola
adopta la exacta daga que rebana de tajo
al meandro y dulce meandro que me curva, pues,
aguas arriba de mi falda:
Parí.


Al final, dolor
de entuerto alerta
la discrepancia positiva.
Por más que hablen o dicten leyes.
Por más que hables,
por más que hables,
por más que hables.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

jueves, 31 de mayo de 2012

La puñalada

(Correcciones de La dosis y la desmedida)


La puñalada


Compraré alhajas cuando paseo
por el mercadillo de agosto los días
sin sombras salvo en la acera
ambulante que me proponían
tu voz, tu boca, tu oído y yo
anhelándote, mudo brocal,
la tapia cubierta con la parra virgen
sorteando a la madreselva
minándose de mí y yo huyéndote
sin que llegaras o vinieras a verme.
Me escabullí tras tus andrajos,
miraste en otro sentido
con tus manos y hacia allí vagó
tu cuerpo tras ellas que se alargaron
hacia el cuchillo diestro de noreste,
ése de donde llega la helada,
ése rasante vuelo de hielo
sobre las onduladas tiernas
carnes de mi apuesta: rosa
en uno u otro ombligo.


Aunque todos me digan
(que) 
debo ser más cobarde.

Sofía Serra (de La dosis y la desmedida)

jueves, 24 de mayo de 2012

Aristos

Aristos


Hipan obtusas quemando
el suelo arenisco, son tan ariscas
las curvas de nivel.


Cuántas veces interpretaste
el suicidio salvaje de la garza
planeando por encima de los maizales.
Mas no arrancaste nunca
el tren de las causas
mayores son
los duelos velos.
No te contaminé
para tu desgracia
mía y la del mundo.


Esperar la contra
partida beneficiar sin más
pesar que el del bolsillo
con la costura rota.
Reiniciar y gemir
ante el barbecho,
relabrar el borde
blanquecino de la fuente.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.