(Correcciones "El muriente")
Geofísica manual
palomas como flechas imantadas
de estruendo al sordo,
de la quinta enmienda al silencio,
guardo paciencia y aire en los bolsillos,
vuelo carne en las manos,
soldaditos desmenuzados tapizan el orbe
con tormentas, breves y cicateras.
mas no escuchaste, no escuchaste
la sordina plagada de pimienta
que se acercó a tu nariz
de hombre vagabundo sobre el eje.
Cuando estornudaste,
el mundo ya había dormido
sobre su lazo de Van Hallen.
Porque el hoy escupe libertad,
yo me manumiso.
El mañana es prenda de horca,
y al ayer, al ayer...
que le den
manómetros.
Sofía Serra ( de "El muriente")
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miércoles, 4 de enero de 2012
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Pro-vocadora
(Correcciones "El muriente")
Pro-vocadora
Atrapas y tiestos que lanzas
aun con el viento ajando
rosas
y devolviendo
vida infranqueable.
Pro-bocadora.
¿Qué coyuntura habilitas
que administra vía extinta
para los dulces sabores,
la mecánica suerte
por la que siempre
de la horca
pendes,
con la condena de frente
y el juicio terciado
en la mitad de espaldas
a oscuras?
¿Qué tornillo desenroscas?
¿Qué relé desinhibes?
¿Qué bravo y soldado
a tus meninges puerto
te abriga cuando la noche,
urge la noche bogando
caída tras caída sobre la ola,
ya no te corteja
ni en la blanca cama?
navego bajo mares de hojaldrada
melancolía, capa sobre capa
apisonan cada músculo contracto
cerrando los párpados del aire.
Pero no la boca.
No la boca.
La boca.
No
amarga.
Ya canto,
ya, aunque
no tengas oídos.
Sofía Serra (El muriente)
Pro-vocadora
Atrapas y tiestos que lanzas
aun con el viento ajando
rosas
y devolviendo
vida infranqueable.
Pro-bocadora.
¿Qué coyuntura habilitas
que administra vía extinta
para los dulces sabores,
la mecánica suerte
por la que siempre
de la horca
pendes,
con la condena de frente
y el juicio terciado
en la mitad de espaldas
a oscuras?
¿Qué tornillo desenroscas?
¿Qué relé desinhibes?
¿Qué bravo y soldado
a tus meninges puerto
te abriga cuando la noche,
urge la noche bogando
caída tras caída sobre la ola,
ya no te corteja
ni en la blanca cama?
navego bajo mares de hojaldrada
melancolía, capa sobre capa
apisonan cada músculo contracto
cerrando los párpados del aire.
Pero no la boca.
No la boca.
La boca.
No
amarga.
Ya canto,
ya, aunque
no tengas oídos.
Sofía Serra (El muriente)
viernes, 23 de diciembre de 2011
Cool
(Correcciones de "El muriente")
Cool
cool, cool, cool,
con esta nirvana curva
nerveas sobre mi vulva
viva quiebra
mis espinas paladares
enarbolados gimen a contraluz.
Desde hace unos ciento veinte años, influí.
quemaron paredes,
ardieron barros desde
la calle, qué bien vivo
oyéndote en mis pechos.
Radicales libres barridos de la faz
de la tierra, así tan densa surge
la profiláctica labor de la cebolla,
cruel navaja de alientos.
Verso tus rizos.
Todo cool para enlatar,
todo ya para enlutar.
Agua desleída
en los subsiguientes
párpados de la escalera.
Conocimiento, sólo tengo
tu voz y mi pregunta.
Non habemus poetas,
sólo sombras huidas
y algunos cuerpos.
Sofía Serra
Cool
cool, cool, cool,
con esta nirvana curva
nerveas sobre mi vulva
viva quiebra
mis espinas paladares
enarbolados gimen a contraluz.
Desde hace unos ciento veinte años, influí.
quemaron paredes,
ardieron barros desde
la calle, qué bien vivo
oyéndote en mis pechos.
Radicales libres barridos de la faz
de la tierra, así tan densa surge
la profiláctica labor de la cebolla,
cruel navaja de alientos.
Verso tus rizos.
Todo cool para enlatar,
todo ya para enlutar.
Agua desleída
en los subsiguientes
párpados de la escalera.
Conocimiento, sólo tengo
tu voz y mi pregunta.
Non habemus poetas,
sólo sombras huidas
y algunos cuerpos.
Sofía Serra
lunes, 12 de diciembre de 2011
En el cuarto oscuro I
(Correcciones "El muriente")
EN EL CUARTO OSCURO I
Fotómetro
Porque ya se disparó, no necesita banderas.
Ahora sabe cómo la piedra siente
en el destajo que la comprime
entre la tierra y el cielo.
Es la medida.
Velocidad
Estoy confusa,
está difusa
aquella fusa
se ha frenado
en la lectura
que atraviesa
las traviesas
y frenopáticas
pautas de la nomenclatura.
Pausa.
Obturación
Que no desaparezcan tras nuestros pasos
las breves puertas. Atemorizan
tantos vientos ocupados
por la manzana del juego
sutil,
sí,
de la guerra
abierta al carro de combate,
son
las panteras negras que asoman
sus grandes ojos verdes, verdes,
demandan luz estival
milimetrada
por el ojo de la cerradura.
Viajo por mí misma y me pierdo.
El Uni-verso debería ser bivalvo.
Sofía Serra, de "El muriente"
EN EL CUARTO OSCURO I
Fotómetro
Porque ya se disparó, no necesita banderas.
Ahora sabe cómo la piedra siente
en el destajo que la comprime
entre la tierra y el cielo.
Es la medida.
Velocidad
Estoy confusa,
está difusa
aquella fusa
se ha frenado
en la lectura
que atraviesa
las traviesas
y frenopáticas
pautas de la nomenclatura.
Pausa.
Obturación
Que no desaparezcan tras nuestros pasos
las breves puertas. Atemorizan
tantos vientos ocupados
por la manzana del juego
sutil,
sí,
de la guerra
abierta al carro de combate,
son
las panteras negras que asoman
sus grandes ojos verdes, verdes,
demandan luz estival
milimetrada
por el ojo de la cerradura.
Viajo por mí misma y me pierdo.
El Uni-verso debería ser bivalvo.
Sofía Serra, de "El muriente"
sábado, 10 de diciembre de 2011
La puerta III
(Correcciones "El muriente")
La puerta III
Quiero de ti
agua.
Desde esta tierra luna y nueva
levantan sus ramas negras
los árboles bajo el cielo frío
(yo te oigo),
el cielo les cuelga transparente
por sus flancos,
flancos negros
que dibujan y mueren
el justo día,
día sol,
de húmedas raíces y francos vuelos
encendidos en la noche.
un gladiolo enhiesto
y curvo me deshace la boca
amainando el huracán
que me desplaza.
Un derribo junto a la cerca
me acompaña
cuando estoy sola y viva,
cuando los ojos de las lechuzas
se asombran
ineludiblemente
cantan para mis oídos
no si el miedo bulle,
sólo sí,
sólo sí de canto y llanto libre:
tanta presencia
en la fresca brisa
de embestida.
Sofía Serra, "El muriente".
La puerta III
Quiero de ti
agua.
Desde esta tierra luna y nueva
levantan sus ramas negras
los árboles bajo el cielo frío
(yo te oigo),
el cielo les cuelga transparente
por sus flancos,
flancos negros
que dibujan y mueren
el justo día,
día sol,
de húmedas raíces y francos vuelos
encendidos en la noche.
un gladiolo enhiesto
y curvo me deshace la boca
amainando el huracán
que me desplaza.
Un derribo junto a la cerca
me acompaña
cuando estoy sola y viva,
cuando los ojos de las lechuzas
se asombran
ineludiblemente
cantan para mis oídos
no si el miedo bulle,
sólo sí,
sólo sí de canto y llanto libre:
tanta presencia
en la fresca brisa
de embestida.
Sofía Serra, "El muriente".
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Lamento del despoesido
(Correcciones "El muriente")
Lamento del despoesido
he tenido delante a la pelirroja espera,
mas esquivé sus verdes manos
y afilé mis hombros lomando peñas.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuán pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin mi garganta
fue.
El hielo tatúa oleosos fríos
en mis antebrazos brota
loctite entre los párpados
de mi hipocampo sin meninges
ni bola de cristal
para ya adivinar,
—aunque solo fuera—
que el sol que me devuelve
inundaba el día
porque en mi saliva se posó
la imperfecta rosa roja.
Este lamento que desdoblo al aire
encaja el terco objetivo en mi frente:
yo no puedo verme. Beber
del deleite le fue dado
a mi boca menuda y hueca,
la osa cavó la cueva,
pero mi agujero negro
rebosó en la espesa mesura
de mis células, fotovoltaicas
con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros,
cerrar la horizontal
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.
Se me despeinan los codos
se enmuñonan estas rodillas,
se me esfuma el bajovientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo plomo a lomos
de esta mañana espalda
que doblo y vierto hoy
con fauces lágrimas
que me engullen.
(Sofía Serra, El muriente)
Lamento del despoesido
he tenido delante a la pelirroja espera,
mas esquivé sus verdes manos
y afilé mis hombros lomando peñas.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuán pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin mi garganta
fue.
El hielo tatúa oleosos fríos
en mis antebrazos brota
loctite entre los párpados
de mi hipocampo sin meninges
ni bola de cristal
para ya adivinar,
—aunque solo fuera—
que el sol que me devuelve
inundaba el día
porque en mi saliva se posó
la imperfecta rosa roja.
Este lamento que desdoblo al aire
encaja el terco objetivo en mi frente:
yo no puedo verme. Beber
del deleite le fue dado
a mi boca menuda y hueca,
la osa cavó la cueva,
pero mi agujero negro
rebosó en la espesa mesura
de mis células, fotovoltaicas
con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros,
cerrar la horizontal
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.
Se me despeinan los codos
se enmuñonan estas rodillas,
se me esfuma el bajovientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo plomo a lomos
de esta mañana espalda
que doblo y vierto hoy
con fauces lágrimas
que me engullen.
(Sofía Serra, El muriente)
domingo, 27 de noviembre de 2011
El muriente
(Correcciones "El muriente")
El muriente
Cansadas, las rémoras se duermen
al amanecer, justo oriente.
Canta el mirlo cuando menos se espera,
ave nítida, tan límpido su eco.
Un acervo incita,
no instiga, no
duele más, no
pervierte el son.
Así que, recuperando un dios que no se oculta,
desde esta memoria hablo:
Mi pecado ha sido
recoger el caudal de genes que mis padres,
padres nuestros, amasaron
para nuestra fortuna.
Padres y madres míos
que engendrasteis este río,
mudad la desembocadura
desde este alba
al muriente,
que ya aquí pernocta la mañana,
que aquí, ya, transitan las corrientes,
que aquí en cuenta abierta,
el mirlo ya canta
sosteniendo en su eco subacuático
todo aquello que, desde las aves y los peces
que poblaron nuestros pies
allá por donde entonces,
el tiempo con banco en el paraíso,
nos hizo más hombres sin disimulos,
más hombre junto a la piedra de la orilla,
más hombre erguido sobre su bípeda simiente,
que ya otea el horizonte buscando la otra baya
que ya introduce en el estómago con su mano,
que más allá del árbol fuente bebe y la digiere,
que qué árbol sino aquél
que el árbol ya hecho leña.
Para candela
de la caverna.
(Sofía Serra)
El muriente
Ante el misterio, cantar o callar.
Y me robaron el silencio
hace mucho tiempo.
Cansadas, las rémoras se duermen
al amanecer, justo oriente.
Canta el mirlo cuando menos se espera,
ave nítida, tan límpido su eco.
Un acervo incita,
no instiga, no
duele más, no
pervierte el son.
Así que, recuperando un dios que no se oculta,
desde esta memoria hablo:
Mi pecado ha sido
recoger el caudal de genes que mis padres,
padres nuestros, amasaron
para nuestra fortuna.
Padres y madres míos
que engendrasteis este río,
mudad la desembocadura
desde este alba
al muriente,
que ya aquí pernocta la mañana,
que aquí, ya, transitan las corrientes,
que aquí en cuenta abierta,
el mirlo ya canta
sosteniendo en su eco subacuático
todo aquello que, desde las aves y los peces
que poblaron nuestros pies
allá por donde entonces,
el tiempo con banco en el paraíso,
nos hizo más hombres sin disimulos,
más hombre junto a la piedra de la orilla,
más hombre erguido sobre su bípeda simiente,
que ya otea el horizonte buscando la otra baya
que ya introduce en el estómago con su mano,
que más allá del árbol fuente bebe y la digiere,
que qué árbol sino aquél
que el árbol ya hecho leña.
Para candela
de la caverna.
(Sofía Serra)
martes, 22 de noviembre de 2011
Estomatología
(Correcciones "El muriente")
Estomatología
I
Digieres no saber
de qué hablas, y así,
al encuentro cruel,
cruenta boca, el estómago crudo
parlotea por los nudos
de tu lengua tiempo aliento
de mí y de un presente
que no logro abrazar
o abarcar.
II
cuánto completo
y cóncavo hueco convoca
no poder digerir
mi propio estómago:
hablar.
III
tendré que no decir al sol
en el hálito sin aviso de suelo,
en el implícito asomo al vacío
salto de mi estómago a la huella
en el instante preciso
en que la palabra queda
sin habla.
(Sofía Serra)
Estomatología
I
Digieres no saber
de qué hablas, y así,
al encuentro cruel,
cruenta boca, el estómago crudo
parlotea por los nudos
de tu lengua tiempo aliento
de mí y de un presente
que no logro abrazar
o abarcar.
II
cuánto completo
y cóncavo hueco convoca
no poder digerir
mi propio estómago:
hablar.
III
tendré que no decir al sol
en el hálito sin aviso de suelo,
en el implícito asomo al vacío
salto de mi estómago a la huella
en el instante preciso
en que la palabra queda
sin habla.
(Sofía Serra)
viernes, 18 de noviembre de 2011
Entre fantasmas (domésticas tele-visiones)
(Correcciones "El muriente")
ENTRE FANTASMAS (domésticas tele-visiones)
una mirada desde el más allá
Desde tu fotografía
desde tan lejos llegas
y tan certero en mi herida clavas
dolor en el hueco de plasma, ya
agua lenta sin ambages,
marea baja.
Aquí bandera o isla
en tu recuerdo,
un soldado en alguna cueva
bajo la manta de piedra.
Lía un cigarrillo entre sus dedos
mientras yo intento acariciar una mejilla.
¿Con qué tocar lo que nos separa
si a este arrastre de abandono
añado alguna gota de lluvia desvirgada
(ya con tierra donde engendrar),
morrenas y riachuelos de grava
y piedras que avanzan rodando con estrépito?
¿Cuánto habitáculo celeste nos corresponde?
mientras más caminas
hacia delante
más se acerca la memoria
desde atrás
en el borde del precipicio.
Y el mar brota desde la sima.
Se resquebraja aquella lasca
como agrietó mi frente
tu mirada vítrea de soslayo,
de ni un atisbo de tu latido
que ya no bate.
Suelto y al mar.
Así te fuiste.
El soldado permanece liando un cigarrillo en su cueva.
Se ahueca la tierra y yo enmudezco.
Conquistó el alba como
conquistó la bandera en Iwo Jima
tu soldado,
corazón, verde y extracorpóreo corazón.
la(bo)res
(La pala)
En la televisión
en media hora
se ve el final
de una segunda
guerra mundial
en media hora.
Hace 55 años y pico
que murieron 50 (¿por qué no cincuenta y cinco?)
millones de seres humanos
a manos de otros iguales.
(El pico)
1. No sé cómo aún quieres ser letal
para el ser vivo que te mira.
2. No sé cómo aún tienes valor
para cobrar dinero por un poema.
3. No sé cómo no deja paso
la vieja joven a la vieja anciana
en la cola de la caja del super-mercado.
4. No sé cómo puedes juzgar
sin conocer.
5. No sé cómo puedes no poder
morir a diario.
Hoy pagamos hasta para morir
fueron dioses efectivamente
fueron nuestros ante-pasados.
Sofía Serra (De El muriente)
ENTRE FANTASMAS (domésticas tele-visiones)
una mirada desde el más allá
Desde tu fotografía
desde tan lejos llegas
y tan certero en mi herida clavas
dolor en el hueco de plasma, ya
agua lenta sin ambages,
marea baja.
Aquí bandera o isla
en tu recuerdo,
un soldado en alguna cueva
bajo la manta de piedra.
Lía un cigarrillo entre sus dedos
mientras yo intento acariciar una mejilla.
¿Con qué tocar lo que nos separa
si a este arrastre de abandono
añado alguna gota de lluvia desvirgada
(ya con tierra donde engendrar),
morrenas y riachuelos de grava
y piedras que avanzan rodando con estrépito?
¿Cuánto habitáculo celeste nos corresponde?
mientras más caminas
hacia delante
más se acerca la memoria
desde atrás
en el borde del precipicio.
Y el mar brota desde la sima.
Se resquebraja aquella lasca
como agrietó mi frente
tu mirada vítrea de soslayo,
de ni un atisbo de tu latido
que ya no bate.
Suelto y al mar.
Así te fuiste.
El soldado permanece liando un cigarrillo en su cueva.
Se ahueca la tierra y yo enmudezco.
Conquistó el alba como
conquistó la bandera en Iwo Jima
tu soldado,
corazón, verde y extracorpóreo corazón.
la(bo)res
(La pala)
En la televisión
en media hora
se ve el final
de una segunda
guerra mundial
en media hora.
Hace 55 años y pico
que murieron 50 (¿por qué no cincuenta y cinco?)
millones de seres humanos
a manos de otros iguales.
(El pico)
1. No sé cómo aún quieres ser letal
para el ser vivo que te mira.
2. No sé cómo aún tienes valor
para cobrar dinero por un poema.
3. No sé cómo no deja paso
la vieja joven a la vieja anciana
en la cola de la caja del super-mercado.
4. No sé cómo puedes juzgar
sin conocer.
5. No sé cómo puedes no poder
morir a diario.
Hoy pagamos hasta para morir
fueron dioses efectivamente
fueron nuestros ante-pasados.
Sofía Serra (De El muriente)
domingo, 13 de noviembre de 2011
Contribuir
(Correcciones "El muriente")
Contribuir
Le fue dado. La mujer del César
no tiene que parecer honesta.
Con que lo sea,
me basta,
me sobran las migajas
del pan nuestro de cada día
a salvo del de en medio
que es puerta al infierno
del sin tú.
los días
son tan cóncavos que les quepo entera
por las otras manos,
por sus manos
me llegala primera vida,
la primera vida siempre marcha,
siempre en marcha
deduzco
que es mi inercia
la muerte.Sofia Serra ("El muriente")
viernes, 28 de octubre de 2011
praxis poética
Correcciones "El muriente"
praxis poética
a unos
mata
a otros
salva
¿de qué?, al final
el suicidio
se ejerce
de cualquier forma con-
forma la única práctica
posible: No
experimento-la-
vivo.
Sofía Serra
praxis poética
a unos
mata
a otros
salva
¿de qué?, al final
el suicidio
se ejerce
de cualquier forma con-
forma la única práctica
posible: No
experimento-la-
vivo.
Sofía Serra
lunes, 9 de mayo de 2011
Vitálica-poética
Tras unas horas de descanso en las que he aprovechado para, entre otros menesteres, ordenar mis útiles de labores de ganchillo y costura y disfrutar y gozar con la visita al Antiquarium de Sevilla (qué maravilla, dios mío, emocionada hasta los tuétanos, la historia es muy larga, algún día expondré un reportaje completo con fotos y texto sobre el Mercado de la Encarnación, desde que lo recuerdo sobre los 10 años hasta ayer mismo, o sea, serán 38 años de palabras y fotografías) más asistir a un concierto de violín y contrabajo durante el que, como desde pequeña me sucede cada vez que escucho música clásica, terminé con las lágrimas saltadas y el corazón botándome en plena calle Tetúan de Sevilla, retomo correcciones.
Está claro que las voy intercalando.
Esta vez dos del poemario que hace poco cerré: "El muriente". No tengo transcritos aquí estos poemas.
Vitálica
me desdibujé florida tumbada a boca abierta
inscrita en las clausuras simétricamente opuestas
a lo que me sostiene
di lo que sin saber ofrecía
mi ser de Hombre por amor
a las bellas artes de lo humano
invalidando
las migajas de los fueros,
mas yo inconclusa me centro
en privanzas,
y ya perdida me encuentro
en andanzas
de lo que fui y sigo siendo
concretada en estos límites:
mi silueta y mis perfiles
remedan en búsqueda inversa
una ronda de noche.
la memoria hace de las suyas
levantando acta de recuerdo
desdeñado ha,
¡ah!, el mar,
hoy te cruzo de puntillas,
me sincronizo y me devuelvo
a un lugar que es sólo mío.
Mi rastro endecasílabo
enhebra verso abierto,
soy yo que una misma veo
en este proceso de perpendicular pesquisa.
Poética
Andaba a tientas con la bonanza y el barranco
racimando avena y comiendo girasoles
cuando desde la suerte me agazapó la idea
de tu desdicha. Saltó al mineral de mi pecho
como gotas que salpicaran desde tu aleta.
Fue cuando el mar ya lo cubrió todo.
Y entonces, me convertí en sirena.
(Sofía Serra. Diciembre, 2010)
jueves, 14 de abril de 2011
Lamento del despoesido
Ahora mismo me ha llegado la sensación de que lo he subido ya, pero hasta esta mañana no ha encajado del todo. Sin saber cómo ha llegado el final de uno o dos poemarios con los que llevo desde Agosto. Por fin se ha cerrado, y digo por fin porque ha sido un ciclo poético muy agrio-semiamargo-agrio-semidulce- me recuerda al sabor del astenolit, esas ampollas que me daba mi madre cuando niña y que tan malísimas estaban: no sabían amargas, ni dulces, ni podía decirse que no estuvieran amargas. Tampoco dulces. Al menos a mi paladar le resultaban muy chocante su sabor, simplemente desagradable, la medicina más desagradable que he probado en mi vida.
Con un sabor así he estado construyendo éste que con este poema, escrito en febrero, se cierra.
Aún no sé si son dos poemarios o uno sólo. Empezó titulándose Nueva Biología y siguió con El muriente. Ya se verá cuando lo arme del todo.
Hoy sí ha concluido. Me siento feliz por haberlo podido escribir.
He tenido delante a la pelirroja espera.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuánta pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin garganta
fue.
La barbarie tatúa
las fibras oleosas de mis antebrazos,
loctite entre mis párpados meninges
sin hipocampo,
ni bola de cristal
para adivinar aunque
solo
fuera,
que el sol que me devuelve
inundaba el estío
porque entre mis manos sostuve
la imperfecta rosa roja.
Este alarido que deposito en el aire
acerca el terco objetivo
a mi frente.
Yo no puedo verme: beber
del deleite le fue dado
a mi boca seca y hueca.
Cueva cavó la osa
pero mi agujero negro me extinguió
rebosando por la espesa parquedad de estas células,
fotovoltaicas con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.
Se me despeinan las codos
se me esfuma el bajo vientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo a lomos de esta espalda
de hoy que doblo
que vierto hoy
con fauces lágrimas
con las que me engullo.
Sofía Serra, Febrero 2011
(Edito: pues no, lo he buscado y no lo había subido, :), mejor)
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