martes, 12 de septiembre de 2017

Dos despertares (mejor, tres)




A un girasol multiplicado en un lienzo

Y dijo dios: hágase el sol.
Después pensó que el hombre
necesitaría una flor que le recordara
la estrella que le daba vida
e hizo germinar la semilla
humeante. La leña dio paso
a los cotiledones de mayo
o de verano. El hombre
prescindió del sagrado aceite
y cultivó el jardín de la alegría
con perfiles mirantes. Siendo
los únicos que pueden enfrentarse
cara a cara con el brillo
del luminoso astro amarillo
concibieron su vestimenta acorde
con los rayos de luz que visitaba
la grama por la tarde.
Tan precisos, consiguieron
detener el tiempo y, así,
nació la fotografía.
El óleo pasó a formar parte
del revelado. Sobre el lienzo
se estampó la esencia
primaveral, la luz
inunda el dormitorio
donde gira el sol
aun de noche en invierno.
Vida cobra, no paga
por el espectáculo
al que todas las mañanas asiste:
nuestro despertar.

(De "Extinción de ruina")

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