Sólo tú sin nombre
Duelen a veces las patrias: Suelen.
También las matrices: Hacen.
Duelen en otras los enseres sobre los que vacilamos,
si pensar sí,
si pensar no,
ajustamos el estómago a las curvas
ciñendo nuestro patri-monio, o matri-monio,
a meras huellas de partidas. O llegadas.
De nacimiento o defunciones,
(de cualquier tipo, hechura o estilo, todo hay que decirlo)
están los archivos llenos, colesterol que satura a
los ácidos que nos ayudan a digerir
que no somos ya, no somos ya
ni apenas un designio divino.
Ni siquiera amor,
ni siquiera pábilo.
Si acaso sombras, sombra mía, sombra tuya y sombra del otro más el edificio
o la señal al ocaso,
sombras juntas,
sombras fundidas en sombra una sobre el suelo.
Él nos redime de los límites.
También de las circunstancias.
¿Qué nos queda entonces?
Sofía Serra Agosto, 2010
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Y aún con las sombras puede uno vivir y jugar. Juegos chinesco, esos sí. Nos queda la palabra.
ResponderEliminarMuchas gracias, José, :), siempre me da alegría que me salten tus palabras .
ResponderEliminarUn beso
Sofía