lunes, 5 de agosto de 2013

Solenostemon II

Solenostemon II

Solo nos tenemos,
sólo a nos
tenemos.
ni yo a ti
ni tú a mí.

Y quién de nos,
tú-o y yo-a,
quién se aventa de los dos
para dar el paso al grano
trigo del otro y su fruslería
de entibio con la muerte
del tú y el yo. Y el nos,
qué me bendices que
sólo un hasta tú y hasta yo
penetra la soldadesca
anunciada por algunas colinas
con su lomo azul o amarillo
recortado en el fondo blanco
de algún lienzo que no deduzco,
aún no deduzco,
qué solitario magnífico
bendecirá el sosegado encuentro
entre la juventud del cordero
hecha madre
de todas nuestras legiones,
esas que llegan a combatir
la soledad y la espera
de otras tantas legiones
de muertos u ocupados
por el prejuicio.
Tú clamarás ante ti,
como yo clamaré ante mí,
por el ejemplo del llanto en vena:
mendigar hasta que nos ablanden
el paso por la tierra o lar
de todos los malditos
y los bendecidos por dios,
o la hormona a-genérica
de la comprensión,
tan ausente.
 
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