viernes, 15 de junio de 2012

Bailando con-suelo

(El desconcierto es la semilla de la poesía, el estado mental que debe poseer al poeta justo antes de acercarse a la sabiduría del poema. Es el límite, el espacio sin lugar, el blanco, el “in albi”, el la nada.
El desconcierto abruma y la bruma es poesía Todo lo que sea descorrer el velo nos sobrecoge “pre”. Pero nada hay que podamos hacer contra el hecho de ver. El viento siempre nos tumbará. No hay vuelo ni gozo. Es natural. Un estado natural, como el hambre, Como el dormir, como el reír o el llorar. El desconsuelo. El desconsuelo es el arma del poeta, su pica en Flandes. Si la clava, nace la verdad.)






Bailando con-suelo


Y este pecho mío,
este giro venido a mayor vuelo,
este cubrecama,
esta solana vuelta,
este canto de gaviota
afinado en el diapasón
de los aullidos de los lobos:
esa luz licuada bajo la sonrisa blanca.
Yo no te buscaba, Amor. Busca cielo
y busca barco el agua:
Y el barco viró girando sobre sí
compartiendo sino
con el tren que vino y fue.
Yo no te buscaba, el torbellino
arrima sello al destino
y desvela el nombre de muerte
en la fotografía quemada
del tiempo sin consuelo.
Has llegado lentamente,
pero has dado la vuelta a la vida.
… Si ya ves que no te vi venir
despacio, en pausa mis ojos
o tal vez cierta ausencia
de sagaz aplomo para estas cosas,
céfiros que los llaman, y yo,
verdades las he aullado siempre.
… Si es que no te vi llegar.
Sí que soplé templada,
desde el natural de mis pulmones
a la flor desnuda que abre
cosecha bajo el suelo.
Sí, vuelta a vuelta cintura asomada.
Sí, al pretil de la tuya.


Dicen que sólo puede explicarse del revés,
mas ya hace algunos siglos
que la jardinera regó collares,
y decenas de años que artesonó
el techo con sus iris muertos
abiertos a la bruma, a la niebla...
Y aquel sin consuelo llegó rodando
hasta sus pies como perla transparente.
Pero por el suelo, por el suelo avanzó girando.


Hasta los nudillos de pie con el puño en alto
la eterna lobezna se irguió y ahora pregunta:
¿Queda alguien puro en este mundo?


Nudillos, no tengo a nadie.
Nudillos, no quiero nada.
Nudillos, todo doy:
Matriz longeva pare puños de alegría
ensartada nudillo a nudillo
en el collar de las perlas licuadas
que germinaron allá en la tumba.
Más este con suelo, este consuelo
que desdice ya mi palabra antigua.


Sofía Serra (De Los parasoles de Afrodita)



 
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