miércoles, 6 de noviembre de 2019

Dos momentos




El momento

Sólo sucede
que cuando se rompe un vaso,
mi propia risa me duele
y soy yo la que recoge
hecha añicos la alegría
que la provocó ahondando
en las arterias del conocimiento
de la lumbre plana
sedo bacanales de hambre,
luego huyen como aves voraces y sedientas
de ombligos llenos de agua:
la tierra, la tierra madre
es la coyuntura de esa escarpada linde
que me vio. Creo que nacer.

pero qué más da el momento.

La piedrecita rueda
por la cárcava arenosa del cabezo
de mimbre y cristal, la tierra amarilla
me cobija en su seda de lumbre
y hace décadas que aprendí a pintar
los colores del arco iris
con mis ojos fijos en el arroyuelo,
pequeño y mínimo
arroyuelo de agua dulce
que se deslizaba hacia el mar.

Y la torre albarrana en el mar
como ancla del mismo mar,
blandos tus lomos de piedra
y de aroma del cañaveral
que endulza
mis dedos, las manos:
nos damos las manos
junto a la orilla.

(De "Solenostemon". Donde ya se anuncia el siguiente poemario, "Los cabezos amarillos", que será publicado en breve por Ediciones en Huida.)

domingo, 3 de noviembre de 2019

Desde "Los cabezos amarillos" hacia la clase política



Escrito "al margen" mientras componía Los cabezos amarillos, poemario de mi autoría que en breve publicará Ediciones en Huida. 

Desde "Los cabezos amarillos" hacia la clase política

Os he vuelto a leer, he recapitulado tratando de dar con ese camino donde podría haberme desviado. Pero no, no hay desviación, estoy donde estaba, donde tengo que estar, donde mismo comencé, sino que con más hecho, que es lo que me ofrece la dimensión del avance. Lo que soy y pienso os lo debo. Debo seguir, no estaba equivocada, todo lo que lanzasteis al mundo ha ido impregnándolo, así como a mí. Pero necesito avanzar, igual que el mundo. Y encontré un modo de contribuir a ese avance, mi herramienta es la poesía. Escribirla, hacerla con lo que tenga a mano.

no los que griten
serán los oídos.
sino las gargantas.

Despertarme llorando a Kant, por no haber perdurado, no haber calado en el Hombre.

Los cabezos amarillos siguen su curso
caminan sobre la arena
y yo con ellos.
Debo mover alguna ficha, aunque sólo tengo una oportunidad, o ella me tiene a mí. Pero me desespera no saber qué lleva dentro de su bolsa esa “oportunidad”.

Leer a Kant y volver a reencontrarme con el ideal de Hombre con el que sueño, todo es lo mismo. Sueño, pero ¿es que es tan difícil de comprender y llevar a la práctica su teoría política? Para nada. Cultura, sólo hace falta cultura. Es el único camino.
La clase política ha desviado su camino en cuanto que el ciudadano (del que también forma parte los individuos que en determinado momento hacen de políticos en el supuesto de un estado republicano al modo que lo describe Kant) no ha terminado de ser consciente de cuál es su papel. El estado se fundamenta en la existencia de la persona y el establecimiento de un pacto entre ella y el resto para hacer posible la coexistencia de sus derechos innatos: la igualdad y la libertad de cada uno. Ese pacto es la ley, que emana del derecho, del derecho del hombre a vivir con sus derechos innatos, de la justicia para consigo mismo, que no es otra cosa la clave del Derecho, y del derecho de cada hombre a que ninguno, puesto que todos iguales (igualdad), ponga en peligro los derechos del otro. A través de esa ley emana el concepto de estado: estado, situación de un conjunto de hombres que deciden vivir bajo una ley común que los vincula y obliga a la vez que garantiza su vida individual (libertad) y comunal en paz e igualdad. Luego el estado deriva de la misma necesidad y deseo de cada individuo de poder vivir en libertad e igualdad conforme a sus derechos. Luego el estado, la pervivencia de ese estado que garantiza el derecho de todos, es responsabilidad de cada individuo, de cada persona, no importa en qué papel le toque vivir su desarrollo como persona, como si es variable a lo largo de su vida.
La persona que ejerce de político es tan ciudadano como el que más. El ciudadano nunca puede olvidar su papel como tal, puesto que entonces el estado se pervertiría. Y esto es lo que constantemente se olvida por parte tanto del votante como del elegido para representarlo.
Sólo es necesaria la conciencia, y la consciencia, para que el sueño del estado universal pudiera ser declarado de facto. Y ambas sólo pueden adquirirse mediante la extensión del conocimiento. Cultura. Cultura es el conocimiento del ser humano. De lo que somos.
Educación.

No, no me había desviado.

Kant, apenas años después de la revolución francesa, la supera rompiendo con el despotismo ilustrado. Parece como si su pensamiento la obviara abstractamente, y congruentemente, puesto que la revolución francesa no fue más que continuación del anterior régimen, sino que, pervirtiéndolo, de tal forma que lo llegado por mucho que acabara con ciertas injusticias sociales, no podía ser positivo per se. Toda revolución sociopolítica parte de una perversión, por muy buenos instintos que la impulsen, puesto que actúa sobre lo malo o detestable revolviéndolo, no dándole la vuelta, que sería la subversión. Y no es ese el camino para el progreso (el de la perversión), entendido este como el mejor desarrollo del potencial humano en base a adquirir una forma de convivencia que garantice los derechos innatos de todo hombre.

Otra vez cultura, educación, adquisición de conciencia de cada individuo de que el otro tiene los mismos derechos que uno mismo. Y que es deber de cada uno velar por los derechos del otro, en cuanto que cada persona, cada ciudadano es parte no ya necesaria, sino fundacional de ese estado.

Debemos comenzar por renombrar las cosas. No existe la clase política. Existe la función de representantes, y en un estado todos podemos serlo. La política es algo serio y nos atañe a todos, independientemente de nuestro papel en el estado que entre todos hayamos creado.
Todos somos “la clase política”.

Ahora ya puedo seguir
sellando pactos con el diablo
que me permiten casar con él
y con dios a la vez que permanezco
célibe, aislarme y centrarme
en la huida.
oOo

jueves, 31 de octubre de 2019

El amo de casa



El amo de casa

El esfuerzo con que la luz
se hace todos los días,
maldito sea el génesis
y todos sus estudiosos,
ninguno contempló ni relató
cómo el sol levanta
el manto negro, la mortaja
sobre la tierra bajo la tumba
resucitándose a sí mismo,
como si la empresa dependiera
de unos brazos más extensos
que el Universo.
Calculamos a nuestra medida,
contamos las estrellas con las puntas
de nuestros dedos, el milagro
nos ilumina todas las mañanas
revelándonos el poderío
de tanto astro esforzado
en su tarea cotidiana:
Recoger la noche,
barrer las estrellas,
abrir las flores,
secar la yerba,
calentar los techos de los hombres
y cocinar el humus
que germinará desde semillas.
Pobre amo de casa el sol,
nadie contempla la fosa abisal
que atravesó
para revivirse cada día
en nuestra mirada tan parca,
tan parcos somos, nos
y nuestros lamentos de lagartos
con lágrimas de cocodrilos
y voluntades de renacuajos.

(De "Momentos estelares")

sábado, 26 de octubre de 2019

Torre de todos





Torre de memoria

Casi no llueve, pero la encina flota
baja el amago del viento,
caminante de sus pasos frugales
sobre las flores de cualquier primavera.
La ventisca anula el desconcierto
de la oropéndola que a mi regazo salta,
un dorado presente de un pasado verano
fuera de tiempo en este cálido otoño:
Una torre sumergida, una torre de oro
flotando bajo la orilla tan lejana
de mí como yo del mar y su peso
de agua
sobre la bendición de ser lamida
por las lenguas de la playa. Canta la torre
exhalando aire caliente. Canta
la higuera su nana de invierno,
se desnuda para dormir, el futuro frío
la envolverá en sábanas de coral.

Solo los seres humanos nos abrigamos
cuerpo sobre cuerpo, hoja tras hoja
de nuestra Historia, revelando
esa torre de todos, esa torre dorada
bajo las aguas de la memoria y la paz.

(De nuevo poemario aún sin título, quizás "Momentos estelares", quizás "En este sí vivir")

miércoles, 23 de octubre de 2019

Los cabezos amarillos también se imprimen


(Ya va para imprenta.)


RESEÑA de "Los cabezos amarillos" 
Los cabezos amarillos es un poemario de conquista, quizás de rescate, en cualquier caso, de asimilación de un tiempo que por más cercano que nos resulte, se nos escapa en muchas ocasiones. Los cabezos amarillos es un poemario de presente.
Con él, la autora pone fin a la tetralogía que ella nombra como Ciclo Suroeste. Si el primer poemario de este ciclo, Suroeste (Ediciones en Huida, 2015), conformaba la llegada exacta, pero lógicamente poética, a un lugar geográfico, este actual determina la adquisición de un presente íntimo y muy real. Mediante la evocación de un paraíso temporal (la infancia) y otro también geográfico, la autora rescata las claves de un presente que a veces, o casi siempre, se nos escabulle de las manos. Sirve el poemario para homenajear un concreto paraje de las costas de este suroeste y las experiencias vividas en él durante los años de su infancia. Sin embargo, Los cabezos amarillos no constituye un ejercicio nostálgico. Continúa la forma de entender la poética por parte de la autora como una lucha permanente por la asunción congruente de lo que somos y vivimos. El ejercicio es dificultoso, quizás como cuando nos adentramos en el mar y la fuerza de las olas nos impide el avance, quizás a la merced del vaivén pasado-presente. Si Sofía logra superar el rompiente de la playa, solo el lector puede juzgarlo.





 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.