lunes, 9 de junio de 2014

Desaforada

Desaforada

En la extensión seca
del comunicando con aristas
de hierro y falanges
armadas hasta las yemas
de los dedos que resbalan
por la sutura y su postilla
se doblan las tercias mansedumbres,
el hueco y las casualidades,
la vida en definitiva de un terco
diapasón que suena a nada
y a nadie que estuviste
en mi siento, en mi perfil
de dama negra por mi duelo.

Levantaste el velo sin soplo
de tus pulmones, débiles
globos nada rosas,
sólo simientes moradas
de olvido de lo que fuiste
y recordaste solo nada solo
al mediodía de la tarde,
cuando el asfalto se dilata
y las calles se amplían
por falta de tráfico
entre tus ojos y los míos,
esos que siempre evadiste,
esos que ya abiertos hoy
se cierran solos y solo
a las monarcas tinieblas
de tu fuero.

domingo, 8 de junio de 2014

Un largo o corto paseo

Un largo o corto paseo

Con la verdad en la mano
que se ha ofrecido hoy
a posarse en esta palma
que no clava sus púas
en las ganas de caminar
entre la yerba cortada
que me lacera el empeine,
despellejo mis brazos
entre los leños secos
de los rosales, de los arbustos,
duermo derrotada
por la luz deslumbrante
con los blancos que he despejado.
Ya sin espejo asumo
mi sueño de cansancio
en un mundo sin límite
que me asfixia creo
que desde que nací
para el verde y el cielo
limpio o negro
de verano o de invierno,
para el frío sol o la húmeda nuve
hasta con uve de vida
trashumante por las veredas
de la naturaleza tan inmune a mí
como yo simbiótica de ella.

Concluyo, en pleno insomnio,
que es tu seca la noche
y mi escena aquella
donde las butacas no se asientan,
donde los hombres no se vienen,
donde la herida, la flor, el solaz,
la envergadura que no abarco
hacen de mí buena compañera,
un con-sentido por los años
que me quedan, no importa
si ninguno.

Me voy al campo.
Allí casi no oigo
a nadie, casi no
te oigo, te veo,
no te imagino
andando, sólo
justo tú siendo
como tú quieras.
Aunque me abandones,
aunque yo te abandone.

sábado, 7 de junio de 2014

Mi libro

Mi libro

un libro que desdiga.
un libro que deje
lo no dicho.


Del recio y duro tronco
hacia el cielo lanza
lo que le queda de vida
manando su presente
detercia, resume
subsiste
bajo dentro
arranca
de cuajo un golpe
de centro
nervioso y solo
o sólo soledad
que llaman de terceros
que se acercan
porque dos
somos dos
unidos por el suelo
cómo separarme de ti,
raíces mías,
cómo gobernarme al aire
y ser aunque sea
piedra que pueda el arroyo
rodarme.
Mas esta tumefacción
viva que me detiene
junto a mí misma
quisiera poder
arrancarme,
reventarme
o más sencillamente
que llegara el leñador
para hacerme tocón
de nada, porque manos
no poseo más que raíces
y ramas y hojas a veces verdes:
un puro árbol, sólo
un puro árbol
entre tanta simiente
de tiempo, de espacio,
de límite.

viernes, 6 de junio de 2014

La economía del yo

La economía del yo

Estar estrellado estío estomacal, adverbio de lugar donde sumir la precipitación constante de los actos que se caen por el precipicio de las ilusiones. Nos basta adelantar un pie para comunicarnos con el aire, la semejanza en el vuelo, las palabras mal asimiladas, como el constante refugio de la mente, la trampa mortal donde se insensibiliza lo poco que nos queda de auténtico, de originario, de esencial. Lo que fuimos.
Y la única forma de recordar, de volver, el Arte. Lo inasible.
Estamos condenados a vagar entre la aletheia y la mentira de esta costra. Nada tangible nos rodea. Nada tangible se nos acerca. Nada como nosotros.

Sucintamente deduzco abducida y enquistada por el gobierno de la dura costra sobre las mentiras de nuestros mayores, que todo lo creyeron y apenas indagaron. Caminar para subsistir siendo ¿qué?

Miento, luego existo.
Miento, luego estoy.
Miento, luego fui.
Vivo, luego no soy.
Muero para ser.

Como en el Amor.

Todo me lleva siempre a él, cada final, cada conclusión, van marchamados por el sello de su nombre. Aparece cuando menos me lo espero, en la discusión más metafísica o en la más doméstica que puedan habilitar mis neuronas. Me percibo hablando conmigo misma cuando, en realidad, hablo con un otro algo que nunca he acertado a descubrir. Nunca me da la razón, siempre concluye por mí. Y siempre llega al mismo lugar: el amor, el amor, el amor.
¿Y qué?, no me pregunto, le digo. "Y ¿qué?". "Quizás lo tangible", me responde.

Quizás lo tangible me responde.
Quizás.
Quizás tú.
Y por "tú", entiendo "ellos" y "nosotros".
La economía del yo.

La economía del tú

La economía del tú

No somos conscientes de que somos infinita mayoría, de que por muy poco poder que tengamos, si sumamos la voluntad de cada habitante de este planeta, de cada individuo, lograríamos crear una potencia avasalladora. Solo hace falta que cada conciencia individual se ejercite, y en donde apenas exista, realizar el esfuerzo de alimentarla para que crezca.
La conciencia colectiva es inherente a la conciencia individual. Nada más que el ser humano se piensa, aparece "el otro". Ese es el punto de partida, el hilo del que hay que seguir tirando hasta hallar, mediante la lógica inclusive, que el bien del otro es nuestro bien mismo. No hay contradicción. El egoísmo termina refutándose a sí mismo puesto que un individuo tiene que alimentarse psicológica, emocional y físicamente de lo externo. Y en el externo se halla el otro. La inmanencia del grupo junto a la contemplación del propio yo. Si no, este se auto-consumiría. Y puesto que se auto-refuta, el egoísmo es una entelequia, la mente tiende a desecharlo aunque aparentemente todos nos dejemos gobernar por él. Solo algo de reflexión, y se comprenderá que no es el camino.
Fomentar el pensamiento, la economía del tú.
 
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