miércoles, 30 de octubre de 2013

La otra

La otra

Un continuo malestar
digo como cuando
tiemblo ante el frío
súbito.
Él me impide permanecer
callada.

¿y si todos sois fantasmas
y os presiento pero no puedo
veros?



¿Y si soy yo el fantasma?

El frío en la cintura
me da razón
y escalofrío.

martes, 29 de octubre de 2013

Antonio Machado. Cita.

XXXVII

"En efecto, Juan de Mairena hubiera definido la poesía pura como aquella en que dialogan el hombre y su tiempo. Un hombre de todos los tiempos, con el tiempo de un hombre, igual a todos los hombres."

(Apuntes inéditos. Prosa completa de Antonio Machado. 1989.)

Porque el tiempo es nuestro compañero.

lunes, 28 de octubre de 2013

mi noche

mi noche

todo más sereno
cuando la espada vuelve amor.
Todo más lleno y libre,
libre, sí, como un sol
de aire azul, libre nube blanca
sólo dueña de ella
y de algún viento que la meza,
suave y ondina vigorosa,
decadente mar, posible lluvia,
sensación amorosa del bien
y tus labios mirando
el celeste aguacero de dicha.

porque yo creo en tú
y el beso no dado y el por dar
cedidos a ese tierno mundo
que es tu forma de mi mundo
de mi amor,
la posibilidad de ser
en ti.

El habitáculo celeste
se detiene humeante
de chirrido de estrellas.
Vuelven difusas las cosas
en los oídos de la lumbre
de mi alma, tu alma,
veneración de dioses,
los halcones se posan a escondidas,
nadie les hace ruido,
nadie los mata, nadie osa
descomponer el silencio vital,
la muerte ajada,
ya tan fea y antigua, se duerme
a descansar,
la rosa nace desde la promesa
del tallo verde
un brote, una alegría
futura y mientras,
lo verdadero, la ilusión,
la espera, el manantial
del alma, mi alma, y dios
dice que la tuya.

Por qué he desenlazado el blog de Javier Sánchez Menéndez

... y el de su editorial "La isla de siltolá".

Cualquiera que haya podido seguirme en casi los dos últimos años ha podido detectar mi admiración por su obra poética y por su proyecto/realidad editorial "La isla de Siltolá". Él es una persona a la que en muchas ocasiones admiro y por encima de todo a la que me siento unida por un gran afecto que le tengo. Creo que nos une una verdadera amistad basada aparte de en el afecto, en la más absoluta de las franquezas.
Nada de eso cambia con este sé que mínimo gesto. Mínimo pero completamente necesario desde mi posición como ser humano.
Retiro sus enlaces de mi blog por este artículo suyo de anoche:

http://jsanchezmenendez.blogspot.com.es/2013/10/linchamientos.html?spref=fb

En facebook acabo de comentárselo. Es la explicación.
Estoy segura que has visto el film "la jauría humana". Si existe un acto humano que no soporto, que intuitiva, inconsciente, consciente y racionalmente no soporto por lo de que antihumano conlleva (irracional, ése donde el individuo deja de ser individuo para convertirse en elemento de una masa informe, y la masa no tiene ni cerebro ni corazón) es el del linchamiento, sea contra quien sea. Sabes que siempre respeto, y habitualmente comparto, tus opiniones y tus palabras, pero ante estas tuyas no puedo más que expresar mi total desacuerdo, aunque mi naturaleza me lleva a hacer algo más, todo lo que pueda, desacreditarlas, no darle la mínima posibilidad de extensión que con mi mínimo poder puedo otorgarles.

domingo, 27 de octubre de 2013

Ríes aunque llueva

Ríes aunque llueva

Llueve y el agua limpia
tu reserva de gesto escondido
a las mieles del triunfo.
Por un puñado de monedas
que no coges,
conquistas el favor del cielo
y de la amante, mas, lo sabes,
tú siempre lo sabes, no hay favor
que necesite gesto
de tu honrada boca ducha
en vociferar cuando el gentío
te escinde y esconde una y otra
vez las monedas almonedan
el aire, lo subastan
al mejor deporte:
¡qué perpetro observado
sobre tu risa centelleante!,
duermen los armónicos sonidos
de la lentitud del agua cayendo
sobre las piedras y la verdina
aún por nacer, tan someras.
Es decir, tan ciertas.

Vierto caudal
sobre tu honrosa
costumbre de saludar
a la gota de lluvia
que se desvanece (vuela,
ella vuela aunque caiga).
No hay mejilla más alegre
que la mía cuando se deposita
en tus labios untados
con deslices otoñales:
un dorado y sabio verdor
que enrojece al cielo nublado:
la ciudad nos puso límites
de tejados, pero tus dos aguas,

esa una sobre tu mejilla derecha
y esa otra sobre la izquierda,
continúan silabeándome
el lenguaje que comienzo
y no termina cuando callo
mi continuo
no dejar de
mirarte.
 
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